La vinculación por trauma y la perdurabilidad del abuso

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La vinculación es un proceso biológico, psicológico y emocional que hace que las relaciones entre las personas prosperen. Esto es bueno si las personas no son dañinas. Cuando una madre amamanta, cuando las personas se enamoran, liberamos oxitocina que es la hormona del vínculo y del buen apego. A diferencia del amor, la confianza o la atracción, el vínculo no es algo que se pierde. Es acumulativo, porque el vínculo crece con el paso del tiempo juntos, vivir juntos, comer juntos, hacer el amor juntos, tener hijos juntos y estar juntos durante el dolor o la dificultad. Los malos tiempos vinculan a las personas con tanta fuerza como los buenos, quizás más. Pero esta vinculación necesaria para la vida en sociedad, se vuelve peligrosa cuando nos relacionamos con personas abusivas, en especial con psicópatas o narcisistas, porque el vínculo creado tapa el abuso, es más, el vínculo es el abuso mismo. Este tipo de vinculación se la conoce como “vínculo por trauma”

El término “vinculo por trauma” fue desarrollado por Patrick Carnes, y describe el mal uso del miedo, las emociones, los sentimientos sexuales y la fisiología para enredar a otra persona. Esto no ocurre solamente en las relaciones románticas sino en las familias, en los grupos de amigos y laborales. Muchas personas tóxicas utilizan las emociones extremas, los ciclos de cercanía y lejanía, el bombardeo amoroso y el castigo para crear este vinculo traumático. Las personas psicópatas y narcisistas secretan niveles muy bajos de oxitocina por lo que no logran crear vínculos verdaderos y sanos con nadie. Su vida gira en torno al control de otras personas a través de la instauración de un vínculo traumático fisiológico. Esto lo logran subiendo los niveles de cortisol y adrenalina de sus víctimas (moléculas del estrés) a través de distintas técnicas de abuso encubierto de las cuales tienes bastante material en este blog, para luego, hacer que la dopamina y la serotonina (moléculas del bienestar) suban, a través de muestras de cariño fingido. Es decir, estas personas tóxicas te arruinan para luego levantarte en un ciclo eterno de abuso, en el que la víctima, sin entender lo que le sucede, puede desear recibir consuelo de la misma persona que abusa de ellos. Esto es terriblemente penoso en el caso de hijos de psicópatas y narcisistas.

Crecer en un hogar abusivo hace que las situaciones abusivas posteriores tengan más poder de retención en la relación, porque esto se convirtió en rutina y normalidad. Esto no quiere decir que sólo las personas que crecieron en hogares tóxicos son presa de estas personalidades siniestras, toda persona puede caer en un vínculo por trauma si no conoce los mecanismos por los que psicópatas y narcisistas juegan con los cerebros de la gente; pero sí puede hacer que las personas se queden más tiempo en este tipo de relación. Los niños no tienen las herramientas para detectar el abuso, por lo que crecen sabiendo que algo está mal, pero en vez de ver el problema en el afuera, piensan que ellos son el problema, aún de adultos. Quienes juzgan a alguien que le cuesta identificar que están en una relación abusiva no solo no entienden la magnitud del problema, sino que están actuando de co abusadores al responsabilizar a la víctima por la lentitud en reaccionar al abuso.

¿Cómo rompes el ciclo? Primero que nada, debes alejarte de esas personas y aplicar contacto cero o mínimo. Luego, entiende que por unos meses vas a tener desequilibrios en tus hormonas y neurotransmisores, están tratando de volver a sus niveles normales, en algunos casos se siente como un verdadero síntoma de abstinencia, en otros como cambios de humor extremos; debes tenerte paciencia, esto es lo primero que se supera, luego viene el trabajo de sanación profundo. Por último, puedes buscar ayuda en forma de terapia o de grupos de apoyo, también tienes mucho para leer al respecto. Dos excelentes libros específicos sobre los efectos del trauma (y su superación) son “El cuerpo lleva la cuenta” de Bessel van der Kolk y “Trauma y recuperación” de Judith Herman. También te recomendamos libros específicos sobre relaciones con psicópatas y narcisistas como “Amor Zero” del Dr. Piñuel (enfocado en las relaciones de pareja), “Madres que no saben amar” de Karyl McBride (si tu padre o madre es la persona abusiva), y “Serpientes de Traje” de los doctores Hare y Babiak (en los casos abusivos laborales).

ShivaShakti 2020

El abuso narcisista o psicopático en la infancia

¿Se puede identificar el abuso cuando tienes 6 años de edad? ¿Cómo logras ver que lo que vives en tu familia no es normal si no tienes las herramientas ni la madurez para comparar con otras realidades? ¿Qué tan grande es el daño de quien fue expuesto a un/a progenitor/a narcisista o psicópata desde su nacimiento cuando el cerebro es tan plástico? ¿Cómo hago para tener contacto cero con quien me dio la vida sintiendo la culpa que siento? Estas y otras tantas preguntas son las que se hacen los hijos e hijas de progenitores abusivos, como también madres y padres que tienen niños con ex parejas narcisistas o psicópatas.

Primero que nada, hay que hacer una distinción importante: no es lo mismo el caso de una niña o niño que creció en una familia donde nadie era consciente del abuso, donde el progenitor sin características psicopáticas no entendía lo que sucedía y danzaba al son de su pareja abusiva, que aquellos niños que tuvieron el sostén de alguno de sus progenitores, o incluso de abuelos o tíos, que lograron identificar el patrón psicopático o narcisista. En el primer caso, la vinculación por trauma recién se logra resquebrajar cuando esa niña o niño se hace adulto, y su proceso de recuperación, como nos dijo acertadamente una vez una lectora, es de por vida. Los hijos que tienen la protección de un familiar consciente de lo que sucede no necesariamente escapan a esta problemática, pero aún con la fuerte manipulación del padre o de la madre narcisista o psicópata, en algún momento conectan la información con lo que están viviendo y pueden escapar de la dinámica abusiva con más rapidez y con menos daño emocional, pues la validación de lo que vivieron, es uno de los pilares de una recuperación efectiva. Es por esto que jamás vamos a dejar de difundir este tema, solo el conocimiento nos hace libres.

El mundo de un niño pequeño gira en torno a sus padres o cuidadores primarios. Los cuidadores idealmente brindan seguridad, amor, comprensión, nutrición y apoyo. Cuando alguno de sus progenitores socava la identidad del niño, lo manipula, le hace sentir que nunca será bueno si no cumple con sus caprichos, destruye el apego seguro y favorece la vinculación por trauma. Los niños que crecen en entornos manipuladores y abusivos son más propensos a desarrollar ansiedad y depresión desde pequeños. Tanto los niños como los adultos que han crecido en situaciones de maltrato físico y/o psicológico pueden volverse impulsivos o, por el contrario, pasivos y excesivamente obedientes. Muchos viven en estado de constante hiper vigilancia y otros en una especie de letargo, ambos estados son característicos del estrés postraumático y del estrés postraumático complejo (más sobre esto al pie de la nota). El noventa por ciento de las personas adultas que acuden a los servicios públicos de salud mental con diagnósticos variados, luego de muchas sesiones, finalmente logran hacer consciente que fueron víctimas de maltratos físicos o psicológicos, como también en muchos casos, de abuso sexual, por parte de un familiar (Cusack et al., 2006). La mayoría de los sobrevivientes que no tuvieron el apoyo de algún ser querido que fuera consciente de la dinámica perversa a la que era sometida toda la familia luchan con su identidad y con una autoestima debilitada hasta que logran identificar el abuso sufrido. Es en ese momento cuando comienza la sanación que tiene que deshacer años de mentiras, de manipulación, de humillación, de gaslighting, de culpa, de proyección y de triangulación.

Ahora eres consciente de lo que sucedió, entiendes que fuiste víctima de abuso, que el problema no eras tú, que te usaron como chivo expiatorio, y ahora ¿qué? ¿Debes mantener contacto cero? ¿Debes impedir que tus niños vean a su abuelo/a? ¿Qué van a pensar de ti los que no conocen la verdadera cara siniestra de tu padre/madre si te alejas? Es difícil lo que te sucede, socialmente estamos lejos de entender el abuso narcisista y psicopático, por lo que es común que esas personas desconocedoras del tema te juzguen, opinen, se crean con autoridad moral para decirte qué hacer. Pero no cedas, tú tienes que privilegiar tu recuperación, y si tienes hijos, debes preservarlos de la dinámica perversa de triangulación, de favoritismos, de maltratos, porque ya sabes, no van a cambiar, simplemente mutarán de máscara, y adoptarán otro tipo de manipulación con sus nietos. Asimismo, es muy doloroso sobrellevar la culpa que sientes al intentar romper el contacto con quien te dio la vida, te acostumbraste a que te movieran con la culpa, después de todo estos maestros de la hipocresía viven dando lástima; pero a esta altura deberías saber que todo es una charada y te mereces vivir esta única vida que tienes en paz, en armonía, ya tuviste suficiente. Además, todos los estudios demuestran que psicópatas y narcisistas no mejoran con los años, por el contrario, al perder el atractivo que los hacía magnéticos, se resienten tanto que su amargura y su violencia emocional crece, y te va a querer allí, para depositar en ti todo su veneno, y de paso, para que le cuides durante su vejez (al pie de página tienes un enlace a un libro que habla específicamente sobre la vejez de psicópatas y narcisistas), Muchos sobrevivientes encontraron un equilibrio entre la culpa de dejar a sus progenitores a su suerte y la necesidad del contacto cero contratando una persona para que los cuide, o enviando dinero para sus necesidades, pero siempre desde una lejanía saludable.

Si no puedes mantener contacto cero, ya sea porque no lo puedes concebir por tus valores o porque te limitan situaciones familiares, económicas, etc., debes aprender a jugar en una especie de tablero de ajedrez, anticipando movidas, escapando de ellas, reaccionando a nada, poniendo un muro de preservación emocional entre tu madre o padre y tú. No es sencillo, pero puedes intentarlo. El doctor George Simon asegura que, si nunca reaccionas por impulso, si siempre contestas con voz calma y te retiras de la situación, sus manipulaciones quedan momentáneamente neutralizadas. No obstante, volverán a la carga, una y otra vez, eso es extenuante, pero llegará el día en el que se darán cuenta de que ya no juegas su juego, se aburrirán y buscarán a otros. Lamentablemente, esos otros son miembros de tu familia o de tu comunidad, y eso te hará sufrir. Cuando no hay contacto cero absoluto, de alguna manera u otra, hay daño.

Si tienes hijos en común con tu ex narcisista o psicópata, entiende que habrá momentos en que tu ex pareja los envolverá en sus mentiras, aun cuando tú des lo mejor de ti, aún cuando tengas el apoyo de psicólogos o psicopedagogos, recuerda que para estas personas los hijos en común son un botín de guerra, un arma con la que lastimarte, y un reaseguro en la vejez a los que manipularán para que cubran sus necesidades. Tú debes seguir por el camino de la verdad, tus hijos finalmente entenderán el juego perverso en el que están inmersos y lograrán salir, tendrán en ti el apoyo y el amor suficientes para que el daño pueda ser revertido.

Finalmente, y a propósito de esto último, no des crédito a titulares sensacionalistas que afirman que los cinco primeros años del cerebro son críticos y que el trauma emocional que puedan sufrir no tiene forma de revertirse. Esto no es así, el cerebro es plástico, puede recuperarse, hay terapias efectivas para el estrés postraumático (al pie de página tienes más sobre este tema).

Tú mereces todo el amor que no tuviste, mereces toda la paciencia que no conociste, mereces una vida vivida por y para ti, mereces tener amigos y familiares sanos, mereces reconocimiento, validación y verdad. Dicen que hay que honrar a tu padre y a tu madre, pero ¿quiénes son tu padre y tu madre? ¿Una madre narcisista? ¿Un padre psicópata? No, esos no son padres ni madres, son meros progenitores que traen hijos al mundo con el propósito de ser servidos por ellos. Honra a los padres y madres que la vida te traiga en remplazo de esos que solo te escupieron al mundo. Contacto cero. Contacto mínimo y reacción cero.

Material de ayuda:

Libro Madres que no saben amar

https://www.cuspide.com/9788479534028/Madres+Que+No+Saben+Amar

Libro trauma y recuperación, uno de los mejores libros sobre trauma y abuso infantil

https://www.planetadelibros.com/libro-trauma-y-recuperacion/1857

Artículo sobre padres psicópatas (el sol negro)

https://www.alcmeon.com.ar/12/48/07_sol_negro.htm

Artículo sobre plasticidad cerebral

https://mejorquenormal.wordpress.com/2018/08/28/el-cerebro-que-se-cambia-a-si-mismo/

Más en nuestro blog

http://sobreviviendoasociopatasynarcisistas.blogspot.com/2015/02/perspectivas-para-los-hijos-de-padres.html

Excelente libro para aprender a lidiar con progenitores psicópatas y narcisistas cuando envejecen (en inglés)

https://www.bookdepository.com/Children-of-the-Aging-Self-Absorbed-Nina-W.-Brown/

Artículo sobre estrés postraumático y terapias específicas para tratarlo

https://mejorquenormal.wordpress.com/2018/06/19/trastorno-de-estres-postraumatico-el-malestar-de-los-sobrevivientes/

Excelente página en Facebook sobre madres narcisistas (en portugués)

https://www.facebook.com/maes.narcisistas/

Blog sobre madres narcisistas

https://hijademadretoxica.com/wp/hija-de-madre-toxica/

Articulo (en inglés) sobre cómo detectar un padre narcisista

https://www.huffpost.com/entry/6-ways-to-know-you-were-raised-by-narcissists_n_5616b091e4b0082030a18f72

Nuestra única página de Facebook es:  https://www.facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas/

Copyright ShivaShakti 2019

“Trauma y recuperación”, un libro indispensable para superar el abuso psicopático y narcisista

En su libro “Trauma y recuperación”,  Judith Herman presenta un modelo de recuperación para personas que necesitan superar experiencias abusivas y traumáticas en sus vidas. Nos demuestra con profusa evidencia clínica que los sobrevivientes suelen desarrollar “estrés postraumático” (generalmente aquellos que tuvieron experiencias muy terribles pero de corta duración como ser testigos de un crimen o sufrir un ataque sexual) o también  “estrés postraumático complejo” (en aquellos que vivieron en situaciones de abuso durante años como es el caso de hijos y parejas de psicópatas y narcisistas.)

Los síntomas de todos estos pacientes cuando llegan al consultorio varían y dependerán del tipo de trauma. No es necesario que estén todos presentes pero si tienes más de tres de los mencionados en la siguiente lista es probable que padezcas EPT y debas consultar a un especialista en situaciones traumáticas o abusivas.

Estado de alerta casi constante.

Dificultad para regular las emociones y los impulsos

Insensibilidad y letargo emocional

Hiperreactividad o ira.

Adicciones a sustancias para mitigar el dolor.

Adicciones conductuales con el mismo fin (sexo, juegos de azar, etc.)

Conductas auto agresivas

La disociación (no sentirse conectado con su propio cuerpo, quedarse en blanco, perder la noción del tiempo, tener amnesias temporarias, etc.)

Depresión y/o ataques de pánico.

Recuerdos intrusivos que no se logran controlar.

Pesadillas e insomnio.

La Dra. Herman divide el proceso de recuperación en tres etapas que el terapeuta deberá pautar: 1) el restablecimiento de la seguridad y un sentido de autoestima en la vida del paciente, 2) el  duelo y la revisión del pasado y 3) la reconexión con una nueva vida y con nuevos vínculos sanos.  Herman considera que no se puede ir directamente al análisis del trauma sin antes haber establecido una seguridad mínima en la vida del paciente (especialmente si su ex pareja o familiar es violento) y sin haber logrado un vínculo de confianza entre el paciente y el terapeuta.  El consultorio es un lugar de sanación al que describe como “un lugar privilegiado dedicado a la memoria, es el espacio en el que los sobrevivientes ganan la libertad de entender y contar sus historias.”  Para sanar es necesario poder poner en palabras lo que hasta ahora el paciente había manifestado como enfermedad: “El conflicto entre la necesidad de negar los eventos horribles y el deseo de proclamarlos a viva voz es la dialéctica central del trauma psicológico. Cuando la verdad es finalmente reconocida, los sobrevivientes pueden comenzar a sanar. Sin embargo, a menudo, el secreto prevalece y la historia del evento traumático sale a la superficie como síntoma en vez de como un relato organizado.” Herman añade también: “el abusador, para escapar de su responsabilidad, hará todo lo que esté en su poder para promover la confusión y el olvido en la víctima”. Muchos sobrevivientes dudan, tienen disonancia cognitiva y en ocasiones amnesias temporales pero también sufren pensamientos obsesivos que reproducen las memorias traumáticas: “las personas traumatizadas alternan entre el congelamiento de sus emociones y el revivir constante del abuso”.

Etapa uno

En esta etapa se trata de conseguir una ‘hoja de ruta’ del proceso de curación. Se establecen objetivos de tratamiento y  enfoques útiles para alcanzar esos objetivos. El establecimiento de la seguridad y la estabilidad emocional del paciente es la prioridad, se le enseña a aprovechar y desarrollar las propias fuerzas internas que creyó perdidas durante la relación con el/la psicópata o narcisista. Aprenderá a regular las propias emociones y a controlar los síntomas que causan su sufrimiento. Lo más importante para poder pasar a la etapa dos es establecer un genuino auto-cuidado. Por supuesto, no todo es siempre tan perfectamente ordenado y secuencial. Por ejemplo, durante la primera etapa puede ser necesario analizar el contenido de los recuerdos perturbadores que están impactando en la vida del sobreviviente. Esto puede ser imperioso para ayudar a manejar los pensamientos recurrentes, o para entender por qué este paciente sigue maltratándose con conductas adictivas o enganchándose a personas que reviven su trauma (por ejemplo, el psicópata convenció a la víctima que era inútil e indigna/o de amor y que está condenada/o  a una vida de abuso y dolor).

Dependiendo de la gravedad de los síntomas, la primera etapa del tratamiento también puede incluir abordar los problemas con alcohol o drogas, la depresión, los comportamientos alimentarios, la salud física, los ataques de pánico, y /o de disociación. El terapeuta puede indicar la interconsulta con un médico que le indique medicamentos para reducir la ansiedad y /o la depresión, por ejemplo, inhibidores de la recaptación serotoninérgica (ISRS), o referirlo a un especialista en terapia de comportamiento dialéctica (DBT), un tratamiento para las personas que tienen serios problemas para tolerar emociones muy dañinas.

Etapa dos

Después de establecer una base sólida de entendimiento y de seguridad entre terapeuta y paciente comenzarán los trabajos de la segunda fase. Esta etapa de recuperación y tratamiento implica remover los recuerdos más pesados  y pasar por  un duelo. Recién en esta etapa es cuando la doctora Herman recomienda unirse a algún grupo de sobrevivientes, siempre sin dejar de lado la terapia individual, por el riesgo que conlleva escuchar otras historias de abuso si no se está preparado.

El trabajo principal de la segunda fase consiste en la revisión de los recuerdos para disminuir su intensidad emocional y tratar de asignarles un significado para la construcción de una vida y una identidad saludables. En esta etapa es inevitable atravesar el dolor de las experiencias abusivas y hacer el duelo por lo que se perdió o por lo que nunca será (es en este momento en el que se hace evidente que los psicópatas y narcisistas no cambiarán y que nunca nos devolverán amor o respeto por lo que es conveniente mantener un contacto cero).

Uno de los enfoques de investigación que está siendo utilizado con éxito para el procesamiento de los recuerdos traumáticos de esta etapa es la terapia EMDR sobre la que ya hemos hablado en este blog. Este método puede transformar rápidamente los recuerdos traumáticos en no traumáticos  sin tener que profundizar en ellos exhaustivamente cuando se teme una descompensación del paciente.  Luego de este tratamiento y, sin los síntomas más crudos del estrés postraumáticos, el paciente podrá ir trabajando e integrando los recuerdos más traumáticos a su memoria en forma desapegada.

Etapa tres

La tercera etapa de recuperación se centra en volver a conectar con la gente, en desarrollar actividades significativas y en ganar valor personal. Herman da estrategias para volver a confiar en los demás, ejercicios para recuperar la autoestima y alienta a sus pacientes para que recuerden quiénes eran, que querían y que anhelaban antes de que sufrieran el abuso, haya durado éste un mes o diez años. Ella considera que estas relaciones abusivas quiebran la narración vital y la memoria de las víctimas que se encuentran con un agujero al que tienen que darle explicación y crear una trama de significación que se extienda hacia un futuro luminoso y esperanzador.

No es un libro de fácil lectura. Las situaciones traumáticas narradas por mujeres violadas o golpeadas por sus parejas, hijos de narcisistas, niños abusados, veteranos de guerra y demás son estremecedoras pero podemos asegurarte que si lo toleras, es el mejor libro para superar los síntomas del estrés postraumático, entender  el abuso, hacer el duelo  y finalmente recuperarse en forma definitiva. Afortunadamente está disponible en español y en versión papel o electrónica.

Hijos de madres narcisistas y sociópatas

Ya hemos hablado de padres narcisistas y psicópatas. En general son difíciles de detectar pero no tanto como reconocer a una madre con esas características. Las madres narcisistas y psicópatas cuentan con una ventaja adicional: la creencia popular de que las mujeres por ser capaces de dar vida automáticamente son empáticas y cariñosas. En más de un 90% de la población esto puede ser verdad (con matices, por supuesto) pero hay mujeres con desordenes de personalidad, que se autoreconocen como sociópatas o narcisistas y que aun así deciden tener hijos por diversos motivos: por tener “agarrado” a un hombre rico, por tener alguien que la cuide en su vejez, por tener más fuentes de ingreso, para disimular su doble vida o simplemente por capricho. El daño que causan estas mujeres en sus hijos es devastador porque el abuso y la erosión identitaria se prolongan tanto en el tiempo sin ser descubiertos que para cuando los miembros de la familia se dan cuenta de la dinámica perversa de la misma es probable que hayan desarrollado patologías como estrés postraumático complejo (una variante complicada del EPT), fobias, depresión, etc. Después de todo el narcisista o sociópata repitió este ciclo de abuso con sus hijos millones de veces desde su nacimiento y desarticularlo se vuelve complicado.

Las madres narcisistas puede clasificarse en controladoras, o sea, las que quieren dominar todos los aspectos de la vida de sus hijos; o en negligentes, aquellas que abandonarán sus funciones de madre negando contención emocional. Las madres narcisistas con un perfil más controlador tratan de sesgar todos los vínculos de sus hijos con personas sanas para que crean que esa realidad que viven a diario (triangulaciones con sus hermanos o familiares, castigos verbales o físicos cuando no hacen lo que el narcisista decide que hay que hacer, silencios prolongados para forzar un cambio de actitud) es lo normal y no se puede cambiar. Llegan a hablar mal de sus hijos frente a amigos o familiares para aislarlos. En otras ocasiones, cuando la madre tiene un perfil más negligente, pretenderá que sus hijos se hagan cargo de todas las cuestiones de la casa y del mundo adulto para que ella pueda dedicarse a la diversión y el ocio. Sin embargo, cada tanto montará alguna puesta en escena para exhibirse como una madre dedicada frente a los demás. En ambos perfiles de madres, cuando la niña o niño comienza a darse cuenta de que algo está mal e intenta poner distancia, utilizarán la culpa para hacerlos volver a su centro de locura y control.

El curso de acción para comenzar a tratar el abuso narcisista es la reducción o eliminación del contacto; sin embargo, muchos miembros de familias narcisistas se sienten culpables de hacer esto y terminan abandonando la terapia.  Además muchos otros familiares que no logran aceptar que hay algo mal tienden a culpabilizar a la verdadera víctima sumiéndola en la disonancia cognitiva y en la inacción. Lamentablemente esto sucede por la falta de información que hay sobre estos desórdenes.

Una psicoterapeuta que aborda el tema, pero más bien centrándose en la relación madre narcisista-hija mujer, es Karyl McBride en “Madres que no saben amar”. “Esta casa no será nunca lo que tú quieres que sea”; “no importa lo que te esfuerces, tu cuerpo nunca será perfecto”; “siempre fuiste una retrasada en matemática, ahora eres negada en economía”; “no te das cuenta que eres una fracasada, cómo quieres que te quieran”. Las consecuencias del actuar de esa madre serán que la hija esté siempre cuestionándose, nunca sienta que lo ha hecho suficientemente bien, ni que merece ser reconocida. Según esta autora el narcicismo de las madres daña más a las hijas que a los hijos. Esto sería porque la madre ve en su hija una extensión de sí misma en lugar de una persona independiente. Esto no siempre es así. Las madres narcisistas y psicópatas siempre eligen a un “favorito” y a “chivos expiatorios”. El género no es la variable principal para ocupar esos roles perversos que la madre diseña sino la utilidad que sus hijos puedan tener como suministro (“niño favorito”) o la capacidad de ver detrás de la máscara de su madre (chivo expiatorio).  La autora explica de forma excelente sus rasgos característicos:

  • Tienen una idea grandiosa de su propia importancia, es decir, exageran sus logros y talentos y esperan que los otros se los reconozcan.
  • Están obsesionadas con fantasías de éxito, poder y belleza ilimitado.
  • Creen que son especiales y únicas. Desprecian al resto porque son tontos o insulsos.
  • Requieren una admiración excesiva.
  • Creen que están en su derecho de recibir un trato especial.
  • Son explotadoras interpersonales o sea se aprovechan de los demás para alcanzar sus metas.
  • Carecen de empatía; no están dispuestas a reconocer los sentimientos y necesidades de los otros.
  • Con frecuencia envidian a otros y creen que los otros las envidian.
  • Muestran arrogancia, actitudes o modales altaneros.
  • Sus necesidades están primero.
  • Fingen ser buenas madres y buenas esposas pero en la intimidad maltratan, triangulan, abusan a sus más cercanos. Muchas son promiscuas pero logran que pocos sospechen.

Con características así es difícil que una hija o hijo logre una conexión especial con su madre y las consecuencias no se dejan esperan: esa hija tratará bajo todos los medios de ganarse el amor de su progenitora, obtener su atención y nunca sentirá que es capaz de complacerla. Y el daño se va expandiendo, porque esa madre siempre pondrá sus opiniones por sobre la de sus hijos, nunca los apoyará para que sean independiente, y toda la familia girará en torno a ella. Si uno pregunta ¿dónde está el padre? La respuesta evidente es que ese esposo también gira en torno a la madre, porque una narcisista necesita un cónyuge que le permita ser el centro de atención si se desea que ese matrimonio sobreviva. A menudo estos padres están totalmente sobrepasados y les piden a sus hijos que “aguanten” las peculiaridades de la madre para evitar tensión y drama. En la mayoría de los casos, esa hija o hijo en su adultez será muy autoexigente, vivirá permanentemente en guardia y no velará por su propio cuidado. Es más, tenderán a buscar la aprobación que nunca tuvieron y se convierten en blancos atractivos de parejas narcisistas o sociopáticas.

La buena noticia es que este daño se puede reparar y esto pasa por tomar conciencia del problema, aceptar que esa madre mentirosa e insensible nació así y no va a cambiar aunque ella o él le brinden amor incondicional como hijos, no culparse, separarse de ella, vivir el duelo, buscar ayuda profesional y tener la certeza de que no va a repetir las conductas de su madre porque, a diferencia de su progenitora, el hijo o la hija sí tienen empatía.  Un libro que recomendamos para aquellos que no solo sufrieron la manipulación y el abuso psicológico típico sino también maltrato extremo como golpes físicos o ataques sexuales (las madres narcisistas negligentes suelen traer a sus múltiples parejas a la casa y no prestan atención si estos hombres abusan de sus hijas) es el de la Dra. Judith Herman “Trauma y recuperación”. No es un libro fácil en el sentido emocional ya que los relatos son crudos pero sí es revelador y brinda esperanzas aún para personas sobrevivientes de madres y padres psicópatas sádicos. Es recomendable tanto para víctimas como también para terapeutas que se quieran especializar en sobrevivientes de violencia doméstica y abuso sexual. Divide el proceso de recuperación en tres partes: establecer seguridad y empoderamiento en el paciente; duelo y revisión del pasado (esto se hace luego de brindarle contención y seguridad para que no se descompensen); y por último la reconexión con una nueva vida y con vínculos que le brinden seguridad. El libro de Herman merece ser tratado con exhaustividad en una próxima entrada sobre recuperación del estrés postraumático pero no queríamos dejar de mencionarlo ya que entiende que el abuso de un niño, cuyo su psiquismo está en desarrollo y es una arcilla demasiado moldeable, es uno de los más terribles, más aun que el que sufren las parejas de personas con psicopatía o narcisismo. Asimismo, incluye muchas técnicas terapéuticas de interés para investigar y elegir el tratamiento que le parezca más conveniente.