Mitos sobre psicopatía y narcisismo que pueden hacer más daño que bien

En las redes hay temas que se ponen de moda y que no tienen el más mínimo sustento científico, como, por ejemplo, la dieta de la luna, las curas con café, y ahora, teorías como la del victimismo o la del imán para explicar el abuso psicopático y narcisista. Algunas suenan un poco más académicas como la codependencia o la teoría de la empatía, pero cuando las estudias de cerca y les preguntas a especialistas que trabajan en hospitales y clínicas más que en canales de YouTube te enteras que no son correctas.

Vamos a comenzar por una de las más disparatadas, aunque una de las más efectivas para culpar a los/las sobrevivientes: “atraes lo que vibras”. Según esta idea quienes “vibraron muy bajo” atrajeron el abuso, si “vibras alto” (para esto tienes una serie de podcasts, libros y cursos que puedes comprar) no atraes más que buenas relaciones, coches de alta gama y abundancia de cripto monedas. La realidad nos muestra que muchos psicópatas han hecho fortuna y atrajeron a (lamentablemente) buenas parejas, mientras que personas de bien fueron abusadas por ellos. ¿Tenemos que inferir entonces que las buenas personas “vibran bajo” y psicópatas o narcisistas “vibran alto”? ¿Nos están sugiriendo que una chica violada por su padrastro “atrajo lo que vibraba”? Esta idea que no es más que un pensamiento mágico bastante perverso al que adornan con palabras como “cuántico” sin tener la más mínima idea de lo que es la física cuántica, y que utilizan para engañar. Con esta advertencia, no estamos diciendo que una actitud positiva frente a la vida no abra puertas, ni que ver el vaso medio lleno no ayude, claro que eso es bueno, pero son cosas distintas. No somos imanes que atraen abuso, mejor dejemos los fenómenos magnéticos para las clases de física.

Otra de las teorías desacertadas es la idea de que atraes a psicópatas y narcisistas porque eres empática/o, por lo que deberías aprender a controlar tu empatía. Según estadísticas el 4 % de la humanidad no tiene empatía, o tiene muy poca; el resto tiene empatía en mayor o menor grado, pero la suficiente para vivir en sociedad. Eso nos deja un 96% de la población que entraría dentro de los que “atrae a psicópatas y narcisistas”, es decir, casi cualquiera puede quedar en la mira de una persona abusiva. Pero ser menos empático no es la solución, el mundo necesita MÁS empatía, lo que necesitamos es saber reconocer a estas personas ultra tóxicas socialmente.

La idea de que lo que te une a esa persona es una adicción tampoco es del todo correcta, primero porque se centra solo en las relaciones de pareja, que son solo una fracción en el total de abuso psicopático o narcisista (esta explicación no aplicaría en familiares, amistades, trabajo, organizaciones); y, segundo, si bien el desbalance bioquímico que produce el abuso comparte características con las adicciones, no son lo mismo. Por ejemplo, si tú te haces adicta/o a una sustancia, a los juegos, o a tu teléfono, tienes que controlar eso que te hace mal, generalmente se logra por métodos efectivos como el de los doce pasos, pero en el caso de una relación con psicópatas o narcisistas tienes que, además, procesar el abuso, y los doce pasos son insuficientes. En otras palabras, a través del refuerzo intermitente que las compañías desarrolladoras de software usan para engancharte te hiciste adicta/o a las redes sociales; y sí, el refuerzo intermitente también es utilizado por psicópatas y narcisistas, ese mismo refuerzo intermitente te tiene pendiente de esa relación, pero hasta acá llegaron las coincidencias, porque el teléfono no abusó de ti, no te golpeó, no te traicionó, no te humilló; tienes que aprender a usarlo bien, a mantenerlo a distancia, pero es algo que con los doces pasos puedes lograr; en cambio la persona ultra tóxica te abusó, golpeó, traicionó, erosionó tu auto estima, y tienes que trabajar ese trauma. Los tratamientos para una adicción, cualquiera, pueden servirte al comienzo para ayudarte a mantener el contacto cero, porque trabajan la fuerza de voluntad que es FUNDAMENTAL en el proceso de recuperación, pero luego vas a necesitar otro tipo de aproximación terapéutica para superar el trauma.

Finalmente queremos hablar de la codependencia como explicación del abuso psicopático y narcisista. Esta idea está muy extendida en las redes sociales, pero en la práctica terapéutica científica no se utiliza ya que no tiene respaldo científico. Está de moda, como estuvo de moda la dieta del pomelo para bajar de peso, y es tan inexacta como esta, pero es atractiva porque ofrece una explicación simple, algo así como: eres un/a dependiente emocional de base por lo tanto te enganchaste con una persona con características psicopáticas y narcisistas, tú te tienes que tratar, tú eres parte importante del problema. Vamos a analizar esto. Primero: ningún/a profesional de la salud mental de calidad te etiqueta con un “eres ansiosa” o “eres depresivo”, por el contrario, saben que tú no eres tus síntomas, este problema de salud que tienes es transitorio, por lo que te dirán que “tienes ansiedad” o “estas cursando un cuadro depresivo”. Estos no son juegos del lenguaje o eufemismos, es una realidad que estos desequilibrios neuropsicoemocionales son momentáneos y superables, NO ERES TUS SINTOMAS NI TU ENFERMEDAD. A pesar de que contamos con este ABC de las buenas prácticas terapeutas, todos los días vemos en internet a los/las nuevas gurúes de la “codependencia” que sin ningún problema te aseguran que “eres codependiente” y, lo que es peor: la codependencia no es un término correcto. Estos/as terapeutas y gurúes llaman “codependencia” a lo que en realidad es un “vínculo por trauma” y consideran que, lejos de ser la consecuencia del abuso, esta “dependencia” sería su causa, no distinguir entre causa y consecuencia es algo gravísimo en un profesional. Tú puedes tener traumas anteriores a esta relación abusiva, pudiste haber tenido una infancia muy difícil, pero esa “dependencia” (repetimos, su verdadero nombre es vínculo por trauma) no es una característica inamovible de tu personalidad, es PRODUCTO del abuso y de la reprogramación de tu comportamiento a la manera de los perros de Pavlov, es algo que te adiestraron para que desarrollaras. Está claro que, si tienes un historial de abuso no trabajado, es probable que les haya sido más sencillo manipularte, pero esta “dependencia” es la consecuencia del abuso, no su causa, y se des-aprende con las terapias adecuadas, no es una característica intrínseca de tu ser. ¿Pero por qué insisten en que si tratas “tu codependencia” ya “no atraerás a más psicópatas y narcisistas”? Y, muy sencillo, si te convencen de que tus síntomas en reacción al abuso son parte de ti, te venderán libros, cursos de meditación, charlas por zoom, y sesiones de terapia por el resto de tu vida. Lo que nos lleva al tema de las terapias, que ya hemos tratado en otros artículos del blog, pero vamos a contestar a una pregunta que nos hacen habitualmente:

¿Puede un/a terapeuta alternativo/a o un/a coach tratarme?

No hay nada de malo en que hagas sesiones de coaching o busques terapias alternativas siempre y cuando no reemplacen al asesoramiento profesional de un/a psiquiatra o psicólogo/a ESPECIALISTA en abuso y trauma, no cualquier terapeuta puede lidiar con las consecuencias devastadoras sobre tu psiquis aun cuando sean graduados de la universidad y tengan posgrados en otras áreas de salud mental. La coach María Betancort de “Coaching para el camino” nos dice: “nosotros como coaches estamos preparados para ayudar a nuestros clientes a través de preguntas para que tomen decisiones, pero cuando detectamos que hay temas de salud mental, más aún, temas de abuso o de relaciones con psicópatas y narcisistas, tenemos la obligación profesional de derivar a especialistas. El coach te ayuda a que vos encuentres por ti mismo las respuestas. Es como ir con una linterna alumbrando tu camino.” Está clarísimo, cuando un médico generalista considera que tienes un problema estomacal importante te deriva a un gastroenterólogo, no quiere decir que no sea un buen profesional, por el contrario, conocer nuestros límites es una virtud. Si haces sesiones de coaching o terapias alternativas con gente responsable, no tiene nada de malo, pero no todos lo son, hay quienes dicen ser coaches y ni siquiera hicieron el curso, o acupunturistas que tampoco se entrenaron para ejercer; el problema radica en que, al no estar obligados a tener matrícula, es muy difícil controlar si realmente tienen la preparación en estas áreas alternativas. Cuando empieces una terapia, asegúrate de que cuenten con matrícula habilitante si son psicoterapeutas universitarios, y si son carreras no universitarias, pídeles el título, averigua si la casa de estudios es seria.

Para cerrar, está muy bien que, para que tú puedas apropiarte simbólicamente de lo que te sucedió, recurras a explicaciones que no sean necesariamente las científicas. Pero ten cuidado de que no estés todavía respondiendo al chip que te pusieron en la cabeza, ese que te hizo creer que todo el abuso que sufriste es porque te lo buscaste, y que todo lo malo que sucedía en la relación era tu culpa. En las primeras etapas es común caer en este tipo de explicaciones tan extendidas en internet precisamente porque tu cerebro sigue con el chip.

Es necesario poner límites, siempre, no solo con personas abusivas

Es necesario conocerse, fortalecer nuestros puntos débiles y nutrir nuestros puntos fuertes.

Es necesario ser más empático, no menos; la empatía y la intuición nos ayudan a tomar buenas decisiones si las entrenamos.

Es necesario re aprender a confiar teniendo el conocimiento de estos desórdenes.

Es necesario sanar traumas pasados.

Pero todo esto no va a impedir que las personas abusivas y explotadoras intenten nuevamente aprovecharse de ti, porque viven de la explotación de los demás. Lo más importante es no dejarles entrar en tu vida y para eso tenemos que aprender a reconocer su modo de operar.

Por último, recuerda: LA CAUSA DEL ABUSO NO ERES NI FUISTE TÚ. LA CAUSA DEL ABUSO ES LA PERSONA QUE DECIDIÓ ABUSAR DE TI, PARASITARTE, ROBARTE TODO LO BUENO Y DEJARTE, DIFAMÁNDOTE PARA QUE NO PUEDAS DENUNCIARLE. CUANDO YA NO TENÍA NADA MÁS QUE SACAR DE TI.

Shiva Shakti 2021 Todos los derechos reservados

Crecimiento postraumático luego de una relación abusiva

Ya hemos escrito sobre el estrés postraumático en otros artículos de este blog, ya sabes, esa herida física y mental que los sobrevivientes de todo tipo de eventos traumático (guerras, accidentes, infancias abusivas, relaciones con psicópatas o narcisistas, violación, etc.) experimentan como consecuencia de esa experiencia vivida. También hemos hablado sobre las terapias existentes para superarlo. Hoy queremos presentarte ciertas investigaciones que complementan a las del estrés postraumático y que apuntan a la posibilidad de un crecimiento postraumático. ¿Te parece extraño que algo bueno pueda salir de una experiencia tan horrible? Te entendemos, al comienzo es difícil creer eso, pero es posible, ¿acaso no consideras que esta experiencia fue devastadora, pero fundacional por igual? ¿No sientes que luego de superar los peores momentos te encontraste con la mejor versión de ti? Veamos entonces de qué se trata esta teoría

El crecimiento postraumático (CPT) es una teoría que explica transformaciones positivas después de un trauma y que puede experimentarse dentro de un proceso de estrés postraumático, ambos fenómenos no son mutuamente excluyentes. Esta teoría fue desarrollada por los psicólogos Richard Tedeschi, PhD, y Lawrence Calhoun, PhD, a mediados de la década de 1990, y sostiene que las personas que sufren debido a situaciones traumáticas a menudo logran un crecimiento asombroso.

“Las personas desarrollan nuevos conocimientos sobre sí mismas, el mundo en el que viven, cómo relacionarse con otras personas, el tipo de futuro que podrían tener y una mejor comprensión de cómo vivir la vida”, dice Tedeschi.

¿Cómo pueden los profesionales de la salud utilizar la teoría de la CPT para ayudar a los pacientes? He aquí un vistazo a los desarrollos en el campo.

“A veces se considera al Crecimiento Post traumático como sinónimo de resiliencia porque volverse más resiliente como resultado de la lucha con el trauma puede ser un ejemplo del CPT, pero el CPT es un fenómeno distinto al de resiliencia”, dice Kanako Taku, PhD, profesor de psicología en la Universidad de Oakland, quien investigó el crecimiento postraumático y también lo experimentó como sobreviviente del terremoto de Kobe de 1995 en Japón.

“La resiliencia es el atributo personal o la capacidad de recuperarse”, dice Taku. El crecimiento postraumático, por otro lado, se refiere a lo que puede suceder cuando alguien que no necesariamente sea una persona naturalmente resiliente experimenta un evento traumático que desafía sus creencias fundamentales, soporta sufrimiento psicológico y emocional (incluso una condición mental como el trastorno de estrés postraumático) y luego finalmente, entre todo ese dolor, encuentra un sentido de crecimiento personal. Es un proceso que “requiere mucho tiempo, energía y trabajo”, dice Taku.

Para evaluar si alguien ha logrado un crecimiento después de un trauma y en qué medida, los psicólogos utilizan una variedad de escalas. Una fue desarrollada por Tedeschi y Calhoun, y se la conoce como Inventario de crecimiento postraumático (Journal of Traumatic Stress, 1996). Esta escala busca respuestas positivas en cinco áreas:

• Apreciación de la vida.

• Relaciones con los demás.

• Nuevas posibilidades en la vida.

• Fuerza personal.

• Cambio espiritual o de paradigma

¿Todas las personas que se recuperan de un trauma experimentan crecimiento postraumático?

Tedeschi prefiere no ponerle un número estricto. “Todo depende del trauma, las circunstancias, el momento de la medición y de cómo se define el crecimiento utilizando la escala, observando la puntuación total y los factores o los elementos individuales”, dice. Sin embargo, estima que alrededor de la mitad a dos tercios de las personas que sufrieron experiencias traumáticas muestran crecimiento postraumático.

El crecimiento postraumático ocurre con más asiduidad en personas que exhiben mayor apertura a nuevas experiencias. Esto sucede, según Tedeschi, porque las personas que son más abiertas tienen más probabilidades de reconsiderar sus sistemas de creencias. También es más común en personas que buscan conectar con los demás y hablar de su experiencia.

La teoría puesta en práctica

¿Es posible preparar a la gente para desarrollar crecimiento postraumático, allanar el camino en caso de que ocurra una tragedia o un trauma? Sí, dice Tedeschi, señalando que los psicólogos pueden “permitir que las personas comprendan que esto puede ser una posibilidad para ellos mismos” y asegurándoles que es un “proceso bastante normal”. La validación de que no están enloqueciendo cuando experimentan flashbacks, sobre reactividad e hipervigilancia es fundamental para posibilitar el crecimiento postraumático

No obstante, La Licenciada Hayward es más cauta, advierte que los terapeutas no deben “saltar directamente a la posibilidad de crecimiento”, lo que, según ella, puede “a menudo interpretarse como una minimización del sufrimiento o de la pérdida”.

Hayward, que trabaja con veteranos en el Long Beach Medical Center en California, conoce ese crecimiento de primera mano: quedó paralizada en un accidente automovilístico cuando tenía 16 años, lo que puso fin a una promisoria carrera deportiva competitiva. Ella superó ese trauma con la ayuda de familiares y amigos que la apoyaron, pasó a estudiar psicología social en Harvard y ha viajado a más de 42 países, a menudo en misiones humanitarias brindando asesoramiento y otro tipo de apoyo a las víctimas de trauma. Hoy, no duda en atribuir al accidente el aumento exponencial de la fuerza de su carácter al obligarla a superar desafíos. También aprecia enormemente la vida, las relaciones con los demás y los pequeños gestos cotidianos. Sin embargo, Hayward tiene cuidado de no predicar el potencial positivo a sus pacientes antes de que estén listos. En cambio, espera a que expresen “alguna reacción positiva al evento” para comenzar a trabajar.

Todavía los especialistas que se dedican a trabajar sobre el crecimiento postraumático son pocos, pero tienes muchos especialistas que desde terapias específicas para trauma pueden llegar a alentar ese crecimiento. Asimismo, te recomendamos un libro que lamentablemente todavía no está en español, pero que es un tipo de terapia muy innovadora y efectiva para la recuperación del trauma y la búsqueda del crecimiento postraumático: “Recovering from Trauma using Compassion Focused Therapy” de la Licenciada Deborah Lee, discípula del Doctor y Profesor Paul Gilbert quien desarrollo una terapia cognitiva basada en la compasión que ha probado ser muy efectiva no solo para trauma sino para baja autoestima, ansiedad y depresión.

Hace unas semanas preguntábamos en Facebook cuáles eran los cambios que habías experimentados. Muchas respuestas nos decían que, a pesar de todo el dolor, la desconfianza, la traición, habían aprendido mucho de la vida, de los seres humanos, y habían desarrollado más empatía, más confianza en sí y mayor felicidad.

El crecimiento postraumático es una realidad que debe seguir siendo explorada.

Nuestras páginas:

Facebook: comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas

Instagram: @sobreviviendoapsicosynarcis

Su comportamiento calcado ayuda a detectarlos

Mi publicación (3)

Les compartimos un mensaje que nos hizo llegar una lectora, quien nos cuenta la doble epifanía que tuvo gracias a encontrar información en internet.

“El hijo de mi madrina, mi amigo desde la cuna, siempre tuvo conductas extrañas. Desde niño le interesaba todo lo escabroso, pero no le dimos importancia, ya que hay mucha gente normal, de buenos sentimientos que se interesa por la cultura gore. Fuimos creciendo y, ya de adolescentes, tenía actitudes con los animales que me llamaban la atención, parecía disfrutar cuando alguien hablaba de maltrato animal y siempre molestaba a mis gatos. Cuando yo lo increpaba por lo que le hacía a mis gatos me decía que estaba imaginando. También sabía que ocultaba cosas, me habían llegado rumores, pero nuevamente pensé que sería transitorio, que todos los adolescentes se desmadraban en algún momento, ya se le iba a pasar. Mi madrina era generosa, dulce, educada, me consta que crio a mi amigo (mi ex amigo ahora) dándole amor y buenos ejemplos. Cuando me casé y fui madre, varias veces noté que tenía comentarios despreciativos para con mi bebé, es más, una vez la tomó sin mi permiso y la llevó al balcón que, en ese momento, no tenía protección. Se la arranqué de los brazos, estaba muy asustada, él se rio y me acusó de tomarme todo a la tremenda. Eso fue un quiebre, por fortuna, mi amigo se fue a probar suerte a otro país. Para mí fue un alivio, para mi madrina, el comienzo de una gran tristeza de la que nunca se recuperó.

Mi amigo no la visitó más que una vez en 10 años y solo regresó por segunda vez cuando mi madrina estaba en su lecho de muerte. Durante el velatorio era notorio que mi amigo trataba de fingir tristeza, pero no le salía. En ese momento, tanto mi hermana, mi madre y yo, supusimos que se comportaba tan egoístamente producto de que estaba rodeado de mala gente y de su consumo de drogas.

Tiempo después, luego de que mi amigo volviera a partir, tuve una relación corta con un hombre que al comienzo era maravilloso, parecía, ya saben, pero terminó siendo un psicópata integrado. Tardé unos seis meses en darme cuenta, encontré información en la red que me salvó la vida. Mientras leía no podía salir de mi asombro, y fue un asombro por dos, porque no solo me di cuenta de que mi pareja era un psicópata, sino que mi amigo de la infancia también lo era. ¡Todas las piezas encajaban! Le conté a mi hermana y a mi mamá. Si bien fueron comprensivas, me insistían en que estaba llevando las cosas demasiado lejos. No me importó, con mucho dolor y angustia, rompí con mi pareja. También hice algo muy estúpido con respecto a mi amigo, pero no sé si me arrepiento: le escribí diciendo que ya sabía lo que estaba mal con él, que no le había importado nada de su madre y que sólo había regresado a mi país para arreglar la disposición de bienes de su madre, que estaba viviendo como un parásito del esfuerzo de toda una vida de su madre y de sus abuelos, que no tenía empatía y que era un psicópata. La respuesta que tuve fue un: “¿te sientes bien?”, seguida de un Emoji con carita sonriente. Después de eso lo bloqueé en todas las redes.

Con el tiempo, mi madre y mi hermana fueron entendiendo, ellas siguieron en contacto con mi amigo y fueron testigos de su mal comportamiento con otras personas, incluida su primera mujer. Ahora ya no me dicen que veo psicópatas en todos lados, saben que si detecto alguno o alguna, a la larga muestran la hilacha. Una mujer trató de estafar a mi hermana, le advertí lo que yo veía, por suerte, no se embarcó en ese negocio que arruinó a muchas otras personas. Creo que es importante prestar atención a nuestra intuición. Es cierto que en los primeros meses desconfiamos de todos, que estamos demasiado mal como para ver con claridad, en esos momentos conviene no apresurarse a juzgar, pero con el tiempo, el dolor se calma y podemos detectar a estas personas nefastas con mucha precisión. Realmente creo que cuando conoces a uno o una, conoces a todos. Cuando nos duele el estómago, cuando escuchamos una voz de alerta en nuestro interior, cuando algo nos da escalofríos, es mejor observar con cuidado y poner límites.

Fernanda”

La vinculación por trauma y la perdurabilidad del abuso

Mi publicación (2)

La vinculación es un proceso biológico, psicológico y emocional que hace que las relaciones entre las personas prosperen. Esto es bueno si las personas no son dañinas. Cuando una madre amamanta, cuando las personas se enamoran, liberamos oxitocina que es la hormona del vínculo y del buen apego. A diferencia del amor, la confianza o la atracción, el vínculo no es algo que se pierde. Es acumulativo, porque el vínculo crece con el paso del tiempo juntos, vivir juntos, comer juntos, hacer el amor juntos, tener hijos juntos y estar juntos durante el dolor o la dificultad. Los malos tiempos vinculan a las personas con tanta fuerza como los buenos, quizás más. Pero esta vinculación necesaria para la vida en sociedad, se vuelve peligrosa cuando nos relacionamos con personas abusivas, en especial con psicópatas o narcisistas, porque el vínculo creado tapa el abuso, es más, el vínculo es el abuso mismo. Este tipo de vinculación se la conoce como “vínculo por trauma”

El término “vinculo por trauma” fue desarrollado por Patrick Carnes, y describe el mal uso del miedo, las emociones, los sentimientos sexuales y la fisiología para enredar a otra persona. Esto no ocurre solamente en las relaciones románticas sino en las familias, en los grupos de amigos y laborales. Muchas personas tóxicas utilizan las emociones extremas, los ciclos de cercanía y lejanía, el bombardeo amoroso y el castigo para crear este vinculo traumático. Las personas psicópatas y narcisistas secretan niveles muy bajos de oxitocina por lo que no logran crear vínculos verdaderos y sanos con nadie. Su vida gira en torno al control de otras personas a través de la instauración de un vínculo traumático fisiológico. Esto lo logran subiendo los niveles de cortisol y adrenalina de sus víctimas (moléculas del estrés) a través de distintas técnicas de abuso encubierto de las cuales tienes bastante material en este blog, para luego, hacer que la dopamina y la serotonina (moléculas del bienestar) suban, a través de muestras de cariño fingido. Es decir, estas personas tóxicas te arruinan para luego levantarte en un ciclo eterno de abuso, en el que la víctima, sin entender lo que le sucede, puede desear recibir consuelo de la misma persona que abusa de ellos. Esto es terriblemente penoso en el caso de hijos de psicópatas y narcisistas.

Crecer en un hogar abusivo hace que las situaciones abusivas posteriores tengan más poder de retención en la relación, porque esto se convirtió en rutina y normalidad. Esto no quiere decir que sólo las personas que crecieron en hogares tóxicos son presa de estas personalidades siniestras, toda persona puede caer en un vínculo por trauma si no conoce los mecanismos por los que psicópatas y narcisistas juegan con los cerebros de la gente; pero sí puede hacer que las personas se queden más tiempo en este tipo de relación. Los niños no tienen las herramientas para detectar el abuso, por lo que crecen sabiendo que algo está mal, pero en vez de ver el problema en el afuera, piensan que ellos son el problema, aún de adultos. Quienes juzgan a alguien que le cuesta identificar que están en una relación abusiva no solo no entienden la magnitud del problema, sino que están actuando de co abusadores al responsabilizar a la víctima por la lentitud en reaccionar al abuso.

¿Cómo rompes el ciclo? Primero que nada, debes alejarte de esas personas y aplicar contacto cero o mínimo. Luego, entiende que por unos meses vas a tener desequilibrios en tus hormonas y neurotransmisores, están tratando de volver a sus niveles normales, en algunos casos se siente como un verdadero síntoma de abstinencia, en otros como cambios de humor extremos; debes tenerte paciencia, esto es lo primero que se supera, luego viene el trabajo de sanación profundo. Por último, puedes buscar ayuda en forma de terapia o de grupos de apoyo, también tienes mucho para leer al respecto. Dos excelentes libros específicos sobre los efectos del trauma (y su superación) son “El cuerpo lleva la cuenta” de Bessel van der Kolk y “Trauma y recuperación” de Judith Herman. También te recomendamos libros específicos sobre relaciones con psicópatas y narcisistas como “Amor Zero” del Dr. Piñuel (enfocado en las relaciones de pareja), “Madres que no saben amar” de Karyl McBride (si tu padre o madre es la persona abusiva), y “Serpientes de Traje” de los doctores Hare y Babiak (en los casos abusivos laborales).

ShivaShakti 2020

El cierre de las relaciones con psicópatas o narcisistas

Mi publicación (25)

El poeta estadounidense Charles Bukowski decía que en el amor se dice adiós con dignidad, no podríamos estar más de acuerdo con él; pero este no es el caso si la relación se da con psicópatas o narcisistas. El adiós que tendrás en esta situación será el más indigno y abyecto posible, por lo tanto, altamente doloroso para ti. Las personas con sentimientos y un mínimo de empatía, cuando llegan a la conclusión de que deben terminar una relación, tratarán de hacerlo sin lastimarte, tratarán de darte una explicación de esa decisión. Es más, en muchos casos, esa ruptura se hace de forma tan correcta, que luego del primer período de duelo, los miembros de esa pareja pueden llegar a entablar una relación amistosa cordial. Sin embargo, con psicópatas y narcisistas, esto no ocurrirá, no te quedes esperando un cierre racional o con algo de lógica; cuando no le sirvas de suministro, buscarán la forma más conveniente para ellos/as de descartarte, más aún, usaran ese quiebre abrupto, violento y sin sentido como un aguijón venenoso que irá liberando toxinas tiempo después de la separación. Lo saben, así lo eligen, no es una consecuencia involuntaria de un comportamiento “inmaduro”, es deliberado, planeado.

Pero acá estamos para ayudarte a remover el aguijón antes de que te siga intoxicando por años. Su remoción puede doler un poco, pero mucho más dolerá el continuo veneno de buscar razones a su comportamiento final. Los sobrevivientes tendemos a creer que vamos a encontrar una respuesta, una solución al enigma, la última pieza de un rompecabezas que nos dará algo de paz, un cierre que le de respuestas a un cerebro que evolutivamente está diseñado para buscar sentido y explicaciones. Ese cierre no existe con psicópatas y narcisistas, se robaron las piezas claves de ese rompecabezas. No obstante, producto de la disonancia cognitiva, insistes en repasar mentalmente las últimas horas de la relación, te aseguras de que este comportamiento retorcido debe tener causa. Lamentablemente, la única causa de ese comportamiento abusivo es que son personas que se creen con derecho a explotarte. ¿Necesitas más evidencias? ¿Demostró algo de cuidado en la forma en que te descartó? ¿Todavía crees que puedes explicar esos comportamientos nefastos? Analicemos algunos casos

TIPOS DE DESCARTES

• Estuviste con esa persona por muchos años, los últimos tiempos te dabas cuenta de que te engañaba todo el tiempo, se burlaba de tus dudas, te aseguraba que te amaba, sin embargo, rompió contigo por WhatsApp como si hubieran tenido una relación de una noche. No le molesta, no le importa, es como si todos esos años no hubieran existido.

• El último tiempo te enloqueció más que de costumbre, hacía cosas terribles para que tú te vieras forzada/o a romper la relación y así poder jugar a ser tu víctima. Esta estrategia es similar a la utilizada por algunos empleados que quieren que una empresa los despida e indemnice, para lo cual es necesario hacer todo mal. Y vaya si se esmeran en hacer todo mal cuando quieren que tú asumas el descarte que ya planificó por ti. Y prepárate, no dudes que dirá que tú fuiste cruel al romper.

• De un día para otro desapareció, no dejó rastros, no le importó siquiera que tienen hijos, no conoces su paradero.

• Luego de unas vacaciones en las que te idealizó, te dijo frescamente que conoció a alguien maravilloso, te culpó de descuidar su relación, e inmediatamente. se exhibió con esta persona por las redes. Sí, te llevó hasta el cielo, para que la caída te doliera más.

¿Te parece que esto es empático? ¿Lógico? ¿Digno? Visto de afuera es patético, desde adentro es un dolor desgarrador, en especial si tenemos en cuenta que las víctimas vienen de mucho tiempo de desgaste emocional por triangulación, luz de gas y humillación alternadas con bombardeo amoroso.

¿Y AHORA QUÉ?

Luego del descarte pueden pasar dos cosas: 1) que no vuelva nunca más, especialmente si sabe que en tu interior es lo que deseas, 2) si se entera que estas mejor, que estás feliz lejos de él/ella, es probable que vuelva a intentar reconquistarte. Es lo que se conoce como “hoovering”, un regreso a tu vida, no porque te eche de menos o porque haya recapacitado, es que no soporta que lo/a olvides, se creen dioses.

Si bien es natural que tu cerebro busque un patrón, una explicación coherente, es lo que los cerebros sanos tienden a hacer, desiste de buscar respuestas con narcisistas y psicópatas, no existen. Es difícil asumir que tienen un comportamiento deliberadamente dañino que responde a pulsiones muy destructivas que nuestras mentes empáticas no pueden entender. Lo que tú debes hacer es aceptar esta triste realidad y enfocar, no sin esfuerzo, tus pensamientos en ti, en tu sanación, y en fortalecerte para poder repeler algún intento posterior de reconexión. Cada minuto que dedicas a buscar una respuesta a su descarte o a buscar un cierre, hundes el aguijón un poco más dentro de ti; por el contrario, si sueltas ese anhelo de cierre, habrás sacado ese resto tóxico diseñado para envenenarte a distancia.

Un último consejo, si tienes hijos, recuerda que, si bien el contacto cero es algo que debes defender, tienes derecho a que colabore materialmente con la crianza y existen leyes que garantizan el acceso a ese derecho. No te involucres personalmente, en todos los países hay profesionales legales estatales o de ONGs que te pueden ayudar a reclamar ayuda alimentaria para tus hijos sin exponerte al contacto.

Se fueron, que no vuelvan.

Tu nueva vida comienza ahora.

ShivaShakti 2020

Nuestra única página en Facebook: facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas/

¿Mejoran narcisistas y psicópatas a medida que envejecen?

Mi publicación (7)

Muchas personas sugieren, algunas de ellas profesionales de la salud, que la edad ayudaría a suavizar ciertas conductas abusivas en narcisistas y psicópatas. Sin embargo, quienes investigan los trastornos de la personalidad del tipo B creen que el hecho de que psicópatas integrados o narcisistas no cometan tantos delitos a medida que envejecen no sucede porque haya existido un cambio en los rasgos subyacentes de insensibilidad y egocentrismo (Boudreaux et al., 2019), sino que han aprendido a no meterse en problemas con la ley y, obviamente, ya no tienen la energía de la juventud. Hemos leído varios libros y estudios sobre este tema como también escuchado muchos testimonios y todo parece indicar que los rasgos abusivos de psicópatas y narcisistas tienden a acentuarse con la edad. Podríamos marcar dos etapas distintivas en este proceso de envejecimiento que no necesariamente se cumplen en todos los casos, pero que son bastante comunes.

Mientras son jóvenes, nada los detiene, es mucho más sencillo cautivar a hombres y mujeres con el encanto propio de los veinte o de los treinta, incluso de los cuarenta. Pero cuando pisan los 50, están cada vez más desesperados por obtener atención, adulación y parejas sexuales. Comienzan a notar que, si bien todavía no son ancianos, ya no tienen el magnetismo que tenían un par de décadas atrás. Es entonces cuando querrán demostrar que son jóvenes y modernos, descartarán a sus parejas de años, (si fuiste descartada/o en estas circunstancias, considera esto como una bendición, porque llega una de las etapas más abusivas en la vida de estas personas) se involucrarán en actividades que ellos consideran los hacen parecer más jóvenes como ir a fiestas electrónicas, hacer deportes extremos, lucirse en vehículos muy caros, abusar de nuevas sustancias de moda, y consumir mucho más alcohol de lo que ya consumían. Buscarán mujeres (u hombres) casi adolescentes a los que, de una manera u otra, pagarán, porque ya no atraen con tanta facilidad a gente joven, sus compañías ahora son muchas veces narcisistas o psicópatas como ellos que quieren obtener algo de esa relación. Es también la etapa en la que su obsesión por la imagen se amplificará y recurrirán a todo tipo de tratamientos y cirugías para lucir siempre juveniles, cual Dorian Gray, el personaje narcisista que maravillosamente describió Oscar Wilde. Si tú todavía estás con una pareja narcisista, esta es la coyuntura ideal para huir, ya que en su afán por luchar contra el paso del tiempo dilapidará el dinero propio y ajeno. Muchas familias, que ya venían muy golpeadas por la conducta abusiva de esa persona, pierden además los pocos ahorros que tenían, e incluso la casa. Ten cuidado.

Asimismo, con la edad se tornan más tramposos y mentirosos, han perfeccionado sus mentiras, tú ya sabes, el diablo sabe más por viejo que por diablo, dice el dicho, y nunca mejor empleado. Se aburren con más rapidez de sus nuevos suministros debido a la desesperación relacionada con la idea de que el tiempo se acaba, dando como resultado una triangulación constante de sus parejas para garantizar un suministro variado. Han logrado estrategias más efectivas para que las personas que los rodean empiecen a dudar de la realidad y de sí mismos; son más propensos a la ira debido a la frustración que les produce el envejecimiento, les cuesta sostener la máscara, especialmente frente a la familia. La promiscuidad también se acentúa, necesitan probarse todo el tiempo, las orgías se vuelven moneda corriente, esto trae como consecuencia que sus parejas estables terminen contrayendo enfermedades de transmisión sexual al no tomar medidas precautorias creyendo que están con una persona monógama. Es también un hecho que quieren tener sexo con personas cada vez más jóvenes; entonces no es de extrañar que cometan delitos relacionados a la edad de consentimiento de sus parejas que antes se cuidaban de no hacer, no porque no desearan transgredir ese límite con los menores de edad, sino porque todavía no estaban tan desesperados como para arriesgarse a ser condenados por estupro.

Luego de esta etapa en la que dañan sin pausa, hacia los 65 años, efectivamente comienzan a ver que el mundo se les escapa. ¿Y sabes por qué? Es simple, todos envejecemos, pero quienes con los años ganaron además de algunas arrugas, sabiduría, amistades y autoconocimiento, siguen atrayendo a gente de todas las edades porque son fuente de inspiración para las nuevas generaciones. Psicópatas y narcisistas, en cambio, han ganado enemigos, y aún aquellos familiares que todavía sienten pena por ellos, ya no quieren estar cerca; es entonces cuando van a ODIAR, en el sentido más estricto de la palabra, a toda aquella persona que obtenga atención. Odiarán a sus ex parejas de su misma edad porque están rodeadas de amor y actividades satisfactorias; odiarán a sus nuevas parejas porque tienen la frescura que ellos ya no tienen; odiaran a aquellos que ingresan a trabajar con ellos al punto de querer destruirlos haciéndose pasar por sus mentores, pero saboteando cualquier idea innovadora; odiaran a sus hijos e hijas porque son bellos, jóvenes, y porque ya no se dejan manipular tan fácilmente. La falta de empatía por su familia se hace evidente a medida que sus hijos crecen. Y es bastante habitual que cuando el cónyuge y los hijos de su relación actual ya no les proporcionen un suministro narcisista confiable, simplemente se trasladen a otra fuente para obtenerlo; abandonarán abruptamente a la vieja familia y comenzarán a formar una nueva. Los niños son, lamentablemente, una fuente crucial de suministro narcisista porque cuando son muy pequeños no tienen forma de darse cuenta de que, quienes deberían cuidarles, están abusando de ellos.

Asimismo, a medida que envejecen, recurren cada vez más al victimismo, es la última carta que les queda para que hijos y/o familiares se hagan cargo de prestarles dinero, ese que no saben retener con sus vidas de excesos, les ayuden con exámenes médicos, les hagan compañía. Si son psicópatas de alto funcionamiento y han llegado a amasar una fortuna con mínimo esfuerzo, recuerda que siempre ponen a trabajar a otros por ellos, castigarán y manipularán a sus hijos amenazándoles con dejarlos en la calle si no hacen lo que ellos desean.

Para resumir, su naturaleza depredadora, su pensamiento megalomaníaco, su necesidad de atención constante, su desesperación por el sexo, sus humillaciones, sus cambios de humor, su obsesión por las apariencias, y su creencia de que son el centro del universo empeoran con los años junto con su habilidad magistral para salirse con la suya mintiendo, engañando y triangulando a todos. No mejoran, no se suavizan: no te quedes a esperar un cambio, es momento de elegir el contacto cero. Y si por algún motivo, por ejemplo, eres su hija o hijo y todavía tienes algo de contacto con tu padre o madre abusivo/a te recomendamos leer el libro de la Doctora en Psicología Nina Brown: “Hijos de egocéntricos: una guía para manejarse con padres y abuelos difíciles y narcisistas” (por el momento solo en inglés) que te ayudará a despegarte de ellos para que no te dañen nunca más aplicando un contacto mínimo con reacción cero.

Referencias

Boudreaux, M. J., South, S. C., & Oltmanns, T. F. (2019). Symptom-level analysis of DSM–IV/DSM–5 personality pathology in later life.

Brown, Nina. Children of the Aging Self-Absorbed: A Guide to Coping with Difficult, Narcissistic Parents and Grandparents

Foto: El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.

Nuestra única página de Facebook es: https://www.facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas/

Ciclo de abuso: alternancia entre bombardeo amoroso y devaluación

 

El ciclo de abuso de psicópatas y narcisistas básicamente consta de tres etapas conocidas como: bombardeo amoroso, devaluación y descarte. Ya hemos escrito sobre ellas en nuestro blog. No obstante, tenemos aquí la historia de Adriana (los nombres han sido cambiados, la historia y los lugares de los hechos son los originales) en la que claramente se ve la alternancia entre ciclos de bombardeo amoroso (o luna de miel) y devaluación (abuso). Asimismo, en este testimonio se observan con claridad técnicas de abuso como el gaslighting (o luz de gas), triangulación, tratamiento del silencio, y el corrimiento paulatino de los límites de la persona afectada por el abuso psicópata o narcisista. En el caso de Adriana, no hubo descarte, porque este psicópata la necesitaba para sus planes de gloria. Afortunadamente, Adriana pudo vencer su disonancia cognitiva y escapar del maltrato. Esta es su historia.

“Conocí a Pablo un fin de año en Punta del Este, yo estaba pasando las fiestas allí con una amiga, pero vivía en Montevideo y ejercía como abogada en una empresa importante. Pablo era un argentino que vivía y trabajaba en Londres, había hecho un MBA en una prestigiosa universidad del Reino Unido y tenía un puesto gerencial medio. Charlamos y bailamos por un rato, me hacía reír, en un momento me dijo que era hermosa y que quería casarse conmigo. Hice lo que normalmente no hago, soy una mujer bastante anticuada en esos aspectos, me acosté con él esa noche. Durante los dos días restantes no nos separamos, es más, se ganó la amistad de mi amiga. Me invitó a pasar un mes en Londres, acepté. Cuando estuve allá, me colmó de atenciones y regalos, me habló de tener hijos pronto, lo cual me terminó de convencer que era el hombre adecuado, yo tenía 37 años, y quería ser madre. No podía creer lo que me pasaba, era demasiado bueno para ser real, aunque a veces, tenía dudas extrañas, Pablo se veía mucho con una ejecutiva de su empresa, hablaba de ella conmigo cuando en realidad era innecesario llamar la atención sobre su relación, pero trataba de no pensar en ello, después de todo, él parecía estar loco por mí.

Cuando volví a Montevideo les dije a mi familia y amigos que me casaba, que dejaba todo para ir a vivir a Londres con el hombre de mi vida. Mis padres me pidieron que reflexionara, algunos amigos me dijeron que era una locura, mis colegas me decían que no iba a poder ejercer como abogada en Inglaterra porque mi diploma no era válido allí, pero yo estaba como drogada de felicidad, no escuchaba a nadie. Pablo quiso que nos casáramos inmediatamente, ofreció regalarles pasajes a mis padres para que estuvieran en nuestra pequeña boda. Vendí mi auto muy por debajo de su valor, renuncié a mi trabajo, puse en alquiler mi departamento, y partí.  Nos casamos ante 9 personas, y nos fuimos de luna de miel a Escocia por una semana. Cuando regresamos a nuestro departamento en Londres, las cosas comenzaron a cambiar, Pablo quería que yo fuera la esposa perfecta, que recibiera a los altos mandos de la empresa en casa, que asistiera a cócteles, que estuviera siempre hermosa, y que mostrara mi inteligencia. Para lograr todo eso, yo no debía trabajar. Cuando yo me quejaba (siempre fui una mujer de carácter, acostumbrada a litigar) Pablo me pedía que “no fuera egoísta” que era por un tiempo, que él avanzaría rápido en su carrera, y que, si yo lo apoyaba ahora, él me ayudaría después.

Comenzó a viajar mucho por trabajo, siempre tenía apagado el celular. También, cuando estaba en casa, había días en los que no me hablaba porque no le había gustado algo que había dicho, generalmente cosas intrascendentes. En otra ocasión encontré su laptop con un chat abierto con otra mujer de su empresa en la que la conversación era claramente de romántica. Cuando lo confronté me dijo que yo era una loca, que lo espiaba, y que imaginaba cosas, le respondí que iría a visitar a mi familia en Uruguay, en ese momento, bajó el tono de sus acusaciones, me prometió que me cuidaría más y que ya era hora de pensar en tener hijos.

Quedé embarazada a los tres meses de ese episodio, Pablo anunció con aparente alegría “nuestro embarazo” a todos sus colegas y a sus familiares en Argentina. Sin embargo, su comportamiento estaba cada vez más extraño, momentos de indiferencia o de críticas se alternaban con un deseo sexual cada vez más oscuro. Cuando yo estaba de cuatro meses me invitó a una reunión de gente amiga, cuando llegamos era una casa grande en la cual la gente entraba y salía de habitaciones, yo comencé a temblar, me llevó de la mano hasta una en la que había una mujer y dos hombres. Salí corriendo, Pablo me alcanzó en la puerta. Yo no paraba de llorar. En el auto no hablamos, en casa tampoco, mis pensamientos eran aterradores, y trataba de calmarme pensando que podía hacerle mal a mi bebé.  Dos días después le pedí explicaciones, él me dijo que no sabía lo que le pasaba, que con lo del embarazo estaba raro, cambiante, que había pensado en hacer terapia, que su sexualidad se había desbordado, pero que estaba, dispuesto a cambiar, pero que, de todas maneras, yo tenía que entender que ese tipo de fiestas sexuales eran normales en Europa, que yo tenía cierta mentalidad prejuiciosa provincial típica de “Sudaca”.

Durante unas semanas todo volvió a la normalidad, pero luego los ciclos de humillación y de deseo ardiente volvieron a repetirse. Busqué respuestas en libros, supuse que tendría algo así como bipolaridad, mi vida giraba en torno a encontrar una solución para su comportamiento, para que volviera a ser “el Pablo que había conocido”.

Un día, mi hermano me llamó al celular desde Montevideo, algo debía estar mal. Así era, mamá había tenido un ACV y tenía casi medio cuerpo paralizado. Yo ya estaba de siete meses por lo que tuve que mentir a la aerolínea sobre el tiempo de gestación para poder viajar. Al principio Pablo me decía que yo no iba a ser de mucha ayuda allá, que dejara que se recuperara, y que iríamos cuando nuestro hijo tuviera más de tres meses. Mi respuesta fue un rotundo “no”, era increíble que fuera tan frio, pero él insistía en que no era frio sino práctico, que yo era demasiado emocional. Hay días en que pienso que la enfermedad de mamá tuvo un costado positivo, al mes de estar con ella, ayudándola con la rehabilitación, rompí bolsa, y Juan Ignacio nació con 8 meses en mi Montevideo natal, algo que parecía una complicación, ya que Pablo tuvo que venir desde Londres, terminó siendo una bendición más adelante.

Volví a Inglaterra con Pablo, pero mi vida se convirtió en un infierno, había noches en las que no regresaba, y cuando lo hacía me decía que tenía la casa desordenaba y que era una mala madre porque Juan Ignacio lloraba mucho. Me llevó a un médico psiquiatra que me diagnosticó con depresión post parto, me recetó antidepresivos. Yo no estaba deprimida, estaba enloquecida. Una tarde, mi vecina del tercer piso, que tenía tres hijos, me invitó a tomar el té. Me preguntó cómo estaba llevando mis primeros meses como mamá, y me derrumbé, el hecho de que alguien se interesara por mí me ablandó, lloré un montón, y le conté lo que me pasaba. Ella, lejos de pensar que yo estaba loca, me dijo: “estás con un psicópata o con un narcisista, a mi hermana también le pasó”. Me sugirió una página en inglés sobre el tema (en ese momento no estaban ni Piñuel, ni ninguno de los blogs que ahora hay en castellano). A partir de ese momento no paré de leer mientras Juan Ignacio dormía, no podía creer que todo lo que leía fuera un calco de mi infierno. Con ayuda de mi vecina, y de mi hermano a la distancia, organizamos que él me viniera a visitar, y que nos llevara a Juan Ignacio y a mí de vuelta a casa. Tenía miedo de hacerlo sola.

Tuve algunos temas legales que resolver para poder irme de Inglaterra, entre otras cosas hice una denuncia por violencia psicológica y por abuso emocional antes de partir. Ahora estoy viviendo en Uruguay, conseguí un trabajo en un estudio más pequeño, pero tengo la suerte que, al tener tantos colegas abogados, la causa sigue desde acá, algo que no podría hacer si no fuera abogada por lo costoso de los oficios internacionales. También, si mi hijo hubiera nacido allá, no creo que hubiera podido dejar Reino Unido tan fácilmente. Pablo ahora reclama un régimen de visitas en el que alguien le lleve al niño mientras sea muy chico (ahora tiene 4 años) y que viaje sin compañía cuando sea mayor de 8. Yo no quiero que Juan Ignacio pase demasiado tiempo con un padre psicópata sin familiares a su lado. Pablo puede verlo cuando quiera, pero no a solas, a menos que la justicia decida que debo dejarlo partir, pero tengo fe en que eso no sucederá. Allá en Inglaterra, Pablo tuvo que someterse a varias pericias psicológicas.

Con el tiempo até cabos, me di cuenta de que, en realidad, ese fin de año en Punta del Este, Pablo eligió una esposa porque necesitaba tener una familia para ascender a los puestos más altos, trabajaba en un banco más bien conservador, y un hombre “establecido” tenía más probabilidades de progreso. Yo no fui más que una adquisición para lograr su cometido. Mantengo contacto cero parcial, ya que todavía tengo algunas comunicaciones telefónicas, las idas y venidas legales las manejan abogados. Juan Ignacio ve a los padres de Pablo cuando vienen de visita a Uruguay, sus abuelos no son malas personas; Pablo, por el contrario, jamás vino a verlo a pesar de haberme peleado la tenencia primero, la perdió, y de luchar por un régimen de visitas en el que Juan Ignacio deba alejarse de mí. Siento que todavía estoy sanando, no volví a estar con nadie porque tengo temor a ser usada, me dedico a mi hijo, a mi trabajo y a mi familia. Espero que mi testimonio sirva para abrirle los ojos a quien pueda estar en una situación similar.”

Nuestra única página de Facebook es:  https://www.facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas/

 

Encuesta sobre abuso psicopático y narcisista

Tenemos el resultado de una primera encuesta que organizamos en nuestra página de Facebook, por cierto, muy general, sobre abuso psicopático y narcisista. Contestaron 780 personas, algunos prefirieron no contestar todas las preguntas. La primera pregunta era para conocer quién fue la persona abusiva en tu vida a la que una abrumadora mayoría respondió: pareja (77,5%), seguido por progenitor/a o familiar (13%), amigo/a (6%) y colega o jefe (3,5%). No preguntamos si se daban combinaciones del tipo pareja y jefe o colega, eso hubiera sido importante. Asimismo, estos resultados no significan que psicópatas y narcisistas abusan más de sus parejas que de otras personas, de hecho, los hijos frutos de la relación claramente sufren, de estos números solo podemos inferir que quienes leen esta página son adultos que han padecido abuso en relaciones de parejas. La segunda pregunta apuntaba a saber cómo te diste cuenta del abuso, y, lamentamos decir que los resultados no nos asombran, la mayoría se enteró por internet (58,8%), seguido por un terapeuta o médico (21,6%), persona amiga (12,5%) y, por último, muy atrás, los medios masivos con solo un 6,9%. Es claro que los medios no tienen interés en informar sobre el tema. La tercera pregunta (¿Cuánto tiempo tardaste en darte cuenta de la relación abusiva que vivías?) arrojó resultados algo más parejos, pero el grueso estuvo en la franja de uno a cinco años (36,2%), también hubo muchas personas que marcaron más de 10 años aclarando que fueron más de 30. La cuarta pregunta era sobre la recuperación, un 40,9% siente que todavía está en proceso de recuperarse, y un 22% siente que todavía no lo ha logrado. Es muy importante mencionar que, en esta pregunta, los hijos de psicópatas y narcisistas aclararon que el estrés postraumático lo llevan de por vida. La pregunta número cinco indagaba sobre el contacto o el no contacto con la persona abusiva. Una gran proporción de respuestas aseguran que tienen contacto cero, del tipo absoluto (45,1%) y absoluto con ocasionales intentos de contacto desde la otra parte (21,2%), el contacto mínimo representa un 17,5% y quienes mantienen contacto son un 15%. Estas cifras son interesantes de ver ya que tienen relación con la pregunta anterior, si todavía hay contacto, es mucho más compleja la recuperación. Finalmente, la pregunta número seis era si ahora te dabas cuenta que había más personas con esas características a tu alrededor, las respuestas fueron abrumadoramente afirmativas con un 51,6% de “sí, varias personas”, y un 33,5% de “sí, pero pocas personas”.

Esta encuesta pretende ser solo un comienzo para cuantificar lo que nos sucedió, en la medida que el abuso se vea como números contundentes, podremos lograr que este tema obtenga la atención que se merece por parte del estado, los centros de salud, las escuelas, las empresas, etc. Al pie de la página te dejamos los gráficos. ¿Y tú qué opinas de estos resultados? ¿Son lo que más o menos suponías? ¿Son distintos? Gracias por tu ayuda.

 

¿Es realmente triangulación? ¿Es abuso?

Muchas personas nos preguntan: ¿cómo me doy cuenta que me están triangulando? Puede parecer extraño, pero no lo es. Las víctimas que todavía no logran ver en la nube de abuso que están viviendo, ya no saben qué es realidad y qué es ficción. Veamos entonces algunas características de este mecanismo de tortura psicológica:

• La triangulación no significa necesariamente infidelidad y no ocurre solo en relaciones románticas. Esta técnica también la emplean los progenitores psicópatas con sus hijos cuando eligen a uno como preferido para compararlo constantemente con los demás así los más “rebeldes”, quienes ven con más claridad la dinámica perversa familiar, deseosos de volver a tener el “cariño” de su padre o madre (después de todo son niños y necesitan de ese vínculo), se amoldan y se someten. También nos triangulan jefes cuando van variando las alianzas con sus empleados para que todos compitan contra todos, o los políticos cuando instalan temas controvertidos adrede para dividir a la población, así, mientras los ciudadanos se pelean entre sí, los políticos en cuestión se dedican a actividades de su interés que “deben” pasar desapercibidas.

• La triangulación es manifiesta. ¿Qué quiere decir esto? En las relaciones románticas, una persona que no cree en la monogamia, te lo dice desde el comienzo, y tú decides si te interesa ese tipo de relación. Si, por el contrario, una persona cree en la monogamia, pero por equis motivos te fue infiel, sabiendo que eso te devastaría tratará desesperadamente de que no te enteres. Pues bien, un/a psicópata quiere que te enteres en forma parcial, para luego negártelo. Suelen dejar abierto el chat para que tú leas una conversación subida de tono, e inmediatamente te dirá, en tono dulce, que son bromas de colegas; o se va a Paris por trabajo, cena a solas con un/a cliente atractivo, y por supuesto te lo cuenta, no por honestidad, ya que si no pasara nada con ese/a cliente no tendría por qué contarte, y tú jamás te habrías enterado porque estaba muy lejos. ¿Qué pasa entonces? Te desesperas, le preguntas qué paso, te dice, sin mucha seguridad, que no pasó nada, pero recalca que es una persona encantadora, no entiendes si lo que escuchas es “sí” o es “no”, te angustias, te acusa de estar haciendo una escena, te reprocha que siempre desconfías, tú terminas pidiéndole perdón. Ha conseguido una victoria más.

• La triangulación logra que quienes son triangulados (tú, y las otras partes también) se esfuercen en dar lo mejor de sí a la/el psicópata. Si eres empleado, crees que el verdadero enemigo es tu colega, y tu colega piensa lo mismo de ti. Compiten para entregar el mejor proyecto, y cuando lo hacen, el/la psicópata toma las mejores ideas de ambos, arma su propio proyecto, y se queda con el crédito, y ni pienses en denunciarlo, ya que ha reclutado a nuevos triangulados, que no creerán tu versión de los hechos. Si eres su pareja, vives entre fantasmas de otras personas, que no estás imaginando, están, siempre están. Los/as psicópatas siempre tienen plan B/C/D…Z, y son más que planes, son hechos. Obviamente, en ese estado de duda constante, tu salud se deteriora, pierdes tu autoestima, y vives para complacer a tu pareja tratando de volver a la etapa del bombardeo amoroso. Si eres su hijo/a, querrás demostrarle que vales, que eres inteligente, que eres buena persona, porque toda tu vida te comparó con alguien más, muchas veces tu hermano/a, lo cual no solo es doloroso, sino que hace más difícil que puedan unir fuerzas contra tu progenitor/a.

Resumiendo, que una vez tu pareja te diga que se cruzó en la calle con alguien de su pasado, o que tu madre ocasionalmente te compare con tu prima diciéndote que ella aprendió a tejer y que tú podrías hacer lo mismo, no implican triangulación, son comentarios inoportunos, en especial si no son recurrentes. La triangulación es constante, deliberada y expuesta, pero finge ser ingenua, busca que muerdas la carnada, sufras, y si reaccionas con celos aún mejor, así el/la psicópata comienza a fabricar una imagen tuya de “posesivo/a” con la que te calumniará cuando te descarte. Si sospechas que te están triangulando, no actúes, no entres en el juego, solo observa, y dedícate a planear tu salida de esa relación, esa familia, ese grupo de amigos o ese trabajo. LA TRIANGULACIÓN ES ABUSO.

Nuestra única página de Facebook es:  https://www.facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas/

El refuerzo intermitente en las relaciones con psicópatas y narcisistas

¿Te sorprendió con una escapada de fin de semana después de varios días de castigo del silencio? ¿Te contó algo triste que le sucedió tras semanas de desvalorización? ¿Te dio un regalo costoso después de una rabieta explosiva o mostró preocupación tras horas de críticas? ¿Qué tienen todas estas acciones en común? En el contexto de una relación abusiva, son demostraciones de refuerzo intermitente, una táctica de manipulación peligrosa que se utiliza para mantener a la víctima pendiente de la aprobación y el “cariño” de la persona abusiva.

En 1956 psicólogo B.F. Skinner descubrió que el comportamiento de los mamíferos se veía influido por recompensas o castigos, pero que existía una forma específica de otorgar recompensas que podía hacer que esa conducta persistiera en el tiempo: el refuerzo intermitente, un programa de recompensas que no son previsibles, sino azarosas. Descubrió que las ratas de su laboratorio presionaban una palanca con alimento de manera más constante cuando no sabían si vendría el alimento como premio. En términos más simples, cuando sabemos que nos espera una recompensa luego de llevar a cabo una determinada acción, tendemos a trabajar menos duro por ella. Sin embargo, cuando el momento de la recompensa o la certeza de que lo obtendremos es impredecible, tendemos a repetir ese comportamiento con más entusiasmo, con la esperanza de obtener un buen resultado final. Este mismo fenómeno se observa claramente en el comportamiento en los jugadores compulsivos de todo tipo de juegos (tragamonedas, videojuegos) y es el mismo principio que aplican Facebook o Twitter, cuando no siempre muestran nuestras publicaciones, y de esa manera, al no obtener los “likes” de tus amigos de forma previsible, te mantienes subiendo material, lo cual es el negocio de estas empresas. El refuerzo intermitente también lo aplican hombres y mujeres de negocios como forma de mantener en ascuas a sus empleados para que rindan más. Lo que estas empresas y empresarios saben es que nuestro cuerpo libera mucha más dopamina cuando la recompensa es impredecible que cuando es segura. La dopamina es un neurotransmisor que además de intervenir en las funciones motoras de nuestro organismo, también nos da placer, de hecho, su falta, puede traer como consecuencia depresión y ansiedad, entre otros problemas de salud.En una relación con un narcisista o psicópata integrado el refuerzo intermitente, esta liberación masiva de dopamina, se alterna con castigos como el silencio, el desprecio, las críticas, la triangulación y el gaslighting (o luz de gas). Estos castigos hacen que tu cuerpo produzca adrenalina, noradrenalina y cortisol, las sustancias involucradas en la respuesta cuando estás en peligro y bajo estrés que si bien son necesarias cuando tienes que lidiar con una amenaza real, cuando permanecen en tu cuerpo por mucho tiempo, como cuando sufres abuso prolongado, no solo te hacen sentir emocionalmente cada vez peor sino que tu cuerpo comienza a tener todo tipo de síntomas de otras afecciones, por lo tanto, tu cerebro comienza a necesitar con desesperación la dopamina que el refuerzo intermitente de esa persona abusiva te da, en un intento de sobrevivir. Esta alternancia de ciclos de luna de miel y maltrato explica el por qué trabajamos más duro para mantener esa relación: deseamos desesperadamente volver a la fase de idealización que la persona abusadora nos procuró al comienzo de la relación para aliviar el mismo malestar que nos produce en la fase de devaluación.
Asimismo, los actos esporádicos de amabilidad de la persona abusiva no solo nos suben la dopamina, sino que nos hacen desconfiar de nuestros propios instintos acerca de la verdadera cara siniestra que muestran durante los momentos de maltrato. Al dar afecto, lástima o aliento de vez en cuando, ese comportamiento positivo esporádico se amplifica ante los ojos de sus víctimas que vuelven a confiar, y a tener esperanzas de que la persona abusiva pueda cambiar. Sin embargo, para todos los especialistas en el tema, está claro que éstas son estratagemas para seguir abusando, no son signos de redención. Estos períodos intermitentes de bondad están integrados en el ciclo de abuso como una forma manipular a las víctimas (hijos, cónyuges, empleados) para que permanezcan como suministro de sus caprichos. Recuerda que las personas abusivas pueden dañarte deliberadamente para luego venir a tu rescate y quedar como héroes o heroínas ante el mundo.

Por último, el refuerzo intermitente se usa para fortalecer lo que se conoce como vínculo traumático, un vínculo creado por la experiencia emocional intensa de la víctima que lucha por sobrevivir buscando erróneamente la validación del abusador. Los vínculos por trauma mantienen a las víctimas atadas a sus abusadores incluso durante actos de violencia psicológica o física, porque la víctima está disminuida, aislada y programada para confiar en el abusador a través del refuerzo intermitente, del lavado de cerebro y la luz de gas. Las víctimas fueron condicionadas a buscar en esas personas abusivas la medicina para el veneno que les inocularon sin que lo detectaran.

Para romper el vínculo traumático, es esencial que la víctima de abuso busque apoyo y obtenga un espacio seguro lejos de la persona abusiva, ya sea con contacto cero o con contacto mínimo en los casos en que existan hijos en común o un trabajo que momentáneamente no se pueda abandonar. La forma más poderosa de curarse de la incertidumbre creada a partir del refuerzo intermitente es comprender de una vez por todas que estamos tratando con una persona narcisista o psicópata, y que todavía hay mucho desconocimiento sobre el tema. Los sobrevivientes necesitan trabajar con un profesional que sepa sobre vínculos traumáticos con personalidades abusivas, que los ayude fehacientemente a reconocer el abuso, que les dé permiso para sentir la ira y la indignación que callaron por años, que les ayude a canalizar estas emociones tan fuertes, y que les recuerden que deben permanecer lejos de quienes gozaron con su abuso.

Autores: ShivaShakti