Su comportamiento calcado ayuda a detectarlos

Mi publicación (3)

Les compartimos un mensaje que nos hizo llegar una lectora, quien nos cuenta la doble epifanía que tuvo gracias a encontrar información en internet.

“El hijo de mi madrina, mi amigo desde la cuna, siempre tuvo conductas extrañas. Desde niño le interesaba todo lo escabroso, pero no le dimos importancia, ya que hay mucha gente normal, de buenos sentimientos que se interesa por la cultura gore. Fuimos creciendo y, ya de adolescentes, tenía actitudes con los animales que me llamaban la atención, parecía disfrutar cuando alguien hablaba de maltrato animal y siempre molestaba a mis gatos. Cuando yo lo increpaba por lo que le hacía a mis gatos me decía que estaba imaginando. También sabía que ocultaba cosas, me habían llegado rumores, pero nuevamente pensé que sería transitorio, que todos los adolescentes se desmadraban en algún momento, ya se le iba a pasar. Mi madrina era generosa, dulce, educada, me consta que crio a mi amigo (mi ex amigo ahora) dándole amor y buenos ejemplos. Cuando me casé y fui madre, varias veces noté que tenía comentarios despreciativos para con mi bebé, es más, una vez la tomó sin mi permiso y la llevó al balcón que, en ese momento, no tenía protección. Se la arranqué de los brazos, estaba muy asustada, él se rio y me acusó de tomarme todo a la tremenda. Eso fue un quiebre, por fortuna, mi amigo se fue a probar suerte a otro país. Para mí fue un alivio, para mi madrina, el comienzo de una gran tristeza de la que nunca se recuperó.

Mi amigo no la visitó más que una vez en 10 años y solo regresó por segunda vez cuando mi madrina estaba en su lecho de muerte. Durante el velatorio era notorio que mi amigo trataba de fingir tristeza, pero no le salía. En ese momento, tanto mi hermana, mi madre y yo, supusimos que se comportaba tan egoístamente producto de que estaba rodeado de mala gente y de su consumo de drogas.

Tiempo después, luego de que mi amigo volviera a partir, tuve una relación corta con un hombre que al comienzo era maravilloso, parecía, ya saben, pero terminó siendo un psicópata integrado. Tardé unos seis meses en darme cuenta, encontré información en la red que me salvó la vida. Mientras leía no podía salir de mi asombro, y fue un asombro por dos, porque no solo me di cuenta de que mi pareja era un psicópata, sino que mi amigo de la infancia también lo era. ¡Todas las piezas encajaban! Le conté a mi hermana y a mi mamá. Si bien fueron comprensivas, me insistían en que estaba llevando las cosas demasiado lejos. No me importó, con mucho dolor y angustia, rompí con mi pareja. También hice algo muy estúpido con respecto a mi amigo, pero no sé si me arrepiento: le escribí diciendo que ya sabía lo que estaba mal con él, que no le había importado nada de su madre y que sólo había regresado a mi país para arreglar la disposición de bienes de su madre, que estaba viviendo como un parásito del esfuerzo de toda una vida de su madre y de sus abuelos, que no tenía empatía y que era un psicópata. La respuesta que tuve fue un: “¿te sientes bien?”, seguida de un Emoji con carita sonriente. Después de eso lo bloqueé en todas las redes.

Con el tiempo, mi madre y mi hermana fueron entendiendo, ellas siguieron en contacto con mi amigo y fueron testigos de su mal comportamiento con otras personas, incluida su primera mujer. Ahora ya no me dicen que veo psicópatas en todos lados, saben que si detecto alguno o alguna, a la larga muestran la hilacha. Una mujer trató de estafar a mi hermana, le advertí lo que yo veía, por suerte, no se embarcó en ese negocio que arruinó a muchas otras personas. Creo que es importante prestar atención a nuestra intuición. Es cierto que en los primeros meses desconfiamos de todos, que estamos demasiado mal como para ver con claridad, en esos momentos conviene no apresurarse a juzgar, pero con el tiempo, el dolor se calma y podemos detectar a estas personas nefastas con mucha precisión. Realmente creo que cuando conoces a uno o una, conoces a todos. Cuando nos duele el estómago, cuando escuchamos una voz de alerta en nuestro interior, cuando algo nos da escalofríos, es mejor observar con cuidado y poner límites.

Fernanda”

Estrés postraumático, el malestar de los sobrevivientes

melancolía

Contrariamente a lo que se piensa en general, no necesitás ser un sobreviviente de una guerra o haber sido víctima de un secuestro para sufrir trastorno de estrés postraumático. Hay muchas experiencias traumáticas que pueden dar lugar al TEPT como, por ejemplo, haber perdido a un ser querido, haber crecido en un hogar violento, haber sido víctima de abuso sexual, estar en una relación con un narcisista o psicópata, o trabajar en un lugar en el que sos víctima de acoso y hostigamiento.

Cuando se experimenta una situación traumática, o se vive atemorizado en un entorno hostil, el miedo desencadena muchos cambios en el cuerpo para lograr defenderse del peligro o evitarlo. Esta respuesta se conoce como de “lucha o huida”, una reacción típica destinada a proteger a una persona de daños, preparando fisiológicamente al cuerpo para defenderse o escapar del peligro. Para que el cuerpo alcance ese estado físico de máxima alerta y rápido desempeño, una cascada de hormonas y neurotransmisores ponen el cerebro en alerta. Cuando la emergencia termina, muchas personas vuelven a su estado fisiológico normal; pero otras quedan en estado de alerta permanente, aun cuando el peligro haya pasado; o en el caso de aquellos que viven en un ambiente agresivo, el organismo simplemente no puede “bajar la guardia”.

Lamentablemente, el TEPT se suele confundir con depresión o ansiedad, y muchas veces, quien lo sufre, pierde tiempo probando terapias o medicación equivocadas, o lo que es peor, su cuadro se agrava. Sin embargo, el estrés postraumático es un trastorno que tiene tratamientos específicos y que, debe controlarse no solo para evitar el daño psicológico y emocional, sino para armonizar el cuerpo que, de seguir en estado de alerta constante, podría desarrollar enfermedades crónicas. Los síntomas generalmente comienzan temprano, dentro de los 3 meses posteriores al incidente traumático, pero también pueden comenzar años después. Para poder considerar que estamos frente a un cuadro de TEPT, los síntomas deben durar más de un mes y ser lo suficientemente graves como para interferir con las emociones, las relaciones o el trabajo. El curso de esta dolencia varía. Algunas personas se recuperan en 6 meses, mientras que otras tienen síntomas que duran mucho más. En algunos casos, sin tratamiento, la condición se vuelve crónica.

Los síntomas más comunes son los siguientes:

*Flashbacks: revivir el trauma una y otra vez, muchas veces esos flashbacks son provocados por objetos, sonidos, olores que recuerdan los momentos dolorosos.
*Síntomas físicos como taquicardia o sudoración.
*Pensamientos recurrentes.
*Conductas evitativas, mantenerse alejado de lugares, eventos u objetos que son recordatorios de la experiencia traumática.
*Sobresaltarse fácilmente.
*Ansiedad y/o ataques de pánico.
*Insomnio primario o secundario.
*Enojo o ira súbitos, especialmente las víctimas de abuso.
*Pensamientos negativos sobre uno mismo o sobre el mundo
*Pérdida de interés en actividades divertidas.
*Dificultad para concentrarse en tareas simples.
*Tener la sensación de estar adormecido emocionalmente, de ver la vida desde lejos.
*Abuso de alcohol u otras substancias como mecanismo para tapar estos síntomas.

No es necesario tener todos los síntomas anteriormente mencionados para sospechar la posibilidad de sufrir estrés postraumático, por lo que, si estás experimentando algunos de ellos, buscá asesoramiento profesional para comenzar tratamientos específicos. Con respecto a los mismos, hay que recordar que todos somos diferentes, y que el TEPT afecta a las personas también de manera diferente, por lo que un tratamiento que funciona para uno, puede no funcionar para otro, y es probable que se deban probar distintos tratamientos para encontrar lo que funciona para sus síntomas. Desde ya, si alguien con trastorno de estrés postraumático está pasando por un trauma continuo, como cuando se vive abuso, ya sea en el hogar o en el trabajo, primero que nada, esa persona necesitará ayuda para salir de esa relación, y en paralelo, abordar un tratamiento. Hay muchos tipos de terapias, como así algunos medicamentos que pueden ayudar.

Terapias
La psicoterapia clásica, las terapias cognitivo-conductuales, y métodos como EMDR y Tapping, pueden funcionar dependiendo de la sintomatología. Lo más importante es encontrar un terapeuta acreditado en el tratamiento de trauma. El terapeuta puede combinar diferentes terapias dependiendo de las necesidades de cada persona. Las psicoterapias efectivas tienden a enfatizar algunos componentes clave, incluida la educación sobre los síntomas, las habilidades para ayudar a identificar los desencadenantes de los síntomas y manejar los síntomas.

Medicamentos
Los medicamentos más estudiados para tratar el TEPT incluyen antidepresivos, que pueden ayudar a controlar síntomas como la tristeza, la preocupación constante y la sensación de insensibilidad interior. Otros medicamentos, como cierto tipo de ansiolíticos, pueden ser útiles para síntomas específicos de TEPT, por ejemplo, ataques de pánico.

Apoyo emocional del medio
Además de las terapias y la medicación es necesario contar con el apoyo de amigos y familiares. Muchas veces esto no es sencillo porque los allegados de quien tiene TEPT no terminan de comprender la naturaleza de este trastorno. En ocasiones, la persona que padece ese desorden es quien tiene que educar a aquellos que lo rodean. Algunos libros que son de gran utilidad para quienes desarrollaron estrés postraumático, como así también para familiares y amigos que quieran ayudar son: “El cuerpo lleva la cuenta” de Bessel van der Kolk, “Trauma y recuperación” de Judith Herman y, en inglés, especial para quienes fueron criados en entornos abusivos, “Complex PTSD: From Surviving to Thriving: a guide and map for recovering from childhood trauma” de Pete Walker.

El trastorno de estrés postraumático tiene solución. En sí, no es una enfermedad, es una condición transitoria anómala de tu cerebro, una especie de herida, que se puede revertir. Es indispensable saber que es posible salir de ese estado de alerta mental y entumecimiento emocional. Ya no estamos a merced de nuestras memorias traumáticas.

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Las “mentiras preventivas” de psicópatas y narcisistas

mentiroso

La mentira es una de las características principales del desorden antisocial de la personalidad (psicopatía) y del narcisista de la personalidad; es decir, las personas con estos desórdenes mienten casi todo el tiempo. Pero no todas las mentiras son iguales. Algunas tienen una pequeña parte de verdad para hacerlas más creíbles. Por ejemplo, efectivamente estuvo en el despacho de su abogado, pero solo por diez minutos, no estuvo las dos horas que te aseguró, durante el resto del tiempo se vio con alguien más. Otras son mentiras que utilizan cuando los pillan en algo. Estas por lo general son elaboradas maquinaciones difíciles de contrastar con la realidad acompañadas de una puesta en escena fingiendo indignación porque “no confían en mí”. También mienten por placer, cuando ni siquiera es necesario, cuentan una historia falsa y se divierten viendo cómo los demás “son tan ingenuos como para tomarla por cierta”. Asimismo, cuando mienten sobre alguien con intención de destruir su reputación, fingen comprender el supuesto accionar de esa persona para parecer empáticos, por ejemplo, pueden decir: “Juana está descuidando el proyecto, no hace nada, todo lo estoy haciendo yo, pero pobrecita, es que tiene a su hermana enferma”, ya ves, fingiendo empatía, los colegas de Juana, no verificarán que quien no está haciendo nada por el proyecto el/la que hace correr esos rumores. Por último, mienten “preventivamente”, y estas mentiras son calculadas, letales; es por eso que nos vamos a concentrar en ellas.

Las mentiras “preventivas” son aquellas que utilizan cuando se dan cuenta que tú ya no eres un buen suministro porque sospechas, porque tienes dudas, entonces dirán cosas falsas sobre ti, para que quienes te rodean no te crean cuando expongas su conducta abusiva. ¿Por qué decimos que son letales si todas las mentiras duelen, todas las mentiras son un quiebre de relación? Por supuesto que todas las mentiras son dañinas, pero estas utilizan un sesgo cognitivo de nuestro cerebro a su favor, lo cual las convierte en difíciles de neutralizar. Un sesgo cognitivo es un error de juicio producido cuando el cerebro, que tienen que tomar decisiones todo el tiempo manejando miles de datos, a veces toma atajos, selecciona, poda la información, para poder funcionar con eficiencia, y en ese proceso, en ocasiones, se equivoca. A este sesgo cognitivo que psicópatas y narcisistas utilizan como herramientas de abuso se lo conoce como sesgo de primera impresión o de anclaje mental. Cuando nuestros cerebros reciben información por primera vez, la información que llega primero, tiende a no modificarse fácilmente, aún con evidencia en contrario. Es por eso que si tu ex pareja, cuando todavía todo parece estar bien, previene a tus amistades asegurando que: “Marita está algo paranoica, fue al psiquiatra para tratarse” o “Pablo me cela todo el tiempo, dice que le soy infiel con quien se cruce en mi camino, pero yo creo que esto lo hace porque su madre era una controladora”, lo que están haciendo es condicionando a los cerebros de tus amigos para que luego no te crean, porque cuando tú cuentes que sospechas que tu pareja está metido en negocios turbios pensarán que deliras, ellos no saben que en realidad habías visitado a tu psiquiatra por la ansiedad que este descubrimiento te generó; y cuando expliques que tu compañera hace tríos con otros hombres, te digan que exageras, que lo que tienes que resolver son los problemas con tu madre. Esto se ve también en casos de dominio público, es común que los perpetradores denuncien que la víctima los extorsionaba unos días antes de que la víctima lo denuncie penalmente. Con esta estrategia, por un lado, ganan tiempo, ya que los jueces y fiscales tendrán que verificar si es cierto o no que hubo extorsión, pero también influyen sobre la opinión pública porque la primera impresión siempre va a tener un peso importante.

¿Son entonces las mentiras preventivas imposibles de neutralizar? No, por supuesto que es posible revertirlas, pero costará un poco más. Por lo pronto, si todavía estás en una relación, laboral, familiar o romántica con un persona psicópata o narcisista, no esperes, debes ser tú quien advierta a los demás sobre lo que está sucediendo sin esperar a que lleguen sus mentiras preventivas. Es probable que tus amigos o colegas se nieguen a creer que esa persona “adorable” sea capaz de engañar, abusar o hacer trampas, pero te ayudará cuando luego te acuse, porque recuerda, cuando ya no les sirves de suministro, te van a ensuciar porque tienen miedo a quedar expuestos. Segundo, es necesario que nos eduquemos sobre sesgos cognitivos ya desde la escuela primaria, esto ayudará a que las personas se comuniquen y evalúen los acontecimientos de forma efectiva. Ante un caso de abuso, estaremos más preparados para no dejarnos influir por el encanto narcisista o por un primer golpe de impacto. Por último, sería conveniente que los sobrevivientes que no pudimos prevenir la calumnia, tomando los recaudos necesarios y siempre que estemos preparados para hacerlo, expongamos lo sucedido. El silencio solo es bueno para las personas abusivas.

Tú nos dirás que es inútil, que no te creerán, que ya pasó tiempo. Es probable, todos hemos tenido que soltar amigos, familiares que no pudieron salir de las mentiras de psicópatas y narcisistas, y eso fue un dolor adicional al que te dejó el abuso. Pero habrá otros que entenderán tu historia y la validarán, y contando nuestra historia, no solo nos defendemos de la difamación, sino que estamos sanando. Esto de ninguna manera quiere decir que actuemos con el impulso irreflexivo que nos deja el abuso y la traición; por el contrario, debemos hacerlo con aplomo, con asesoramiento, sin apresurarnos. Desenmascarar las mentiras de un/a narcisista o psicópata es una partida de ajedrez en la que deberás anticipar cientos de posibles movimientos de retaliación para cada movimiento que tú hagas; pero llegar a la verdad, llegar a limpiar tu nombre, llegar a obtener justicia para ti y para tus hijos, vale la pena. Recuerda la frase de Miguel de Cervantes: “La verdad adelgaza, pero no quiebra; siempre nada sobre la mentira como el aceite sobre el agua”.

ShivaShakti 2019
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La lástima y la culpa son técnicas de manipulación psicopática y narcisista

Al principio de una relación con un psicópata te mostrará sus encantos, su inteligencia, su sentido del humor, su “fascinación por ti”. También, te contará algo triste, con un tinte heroico, por ejemplo, “éramos muy pobres y tuve que salir a trabajar a los trece años para cuidar de mis hermanitos, y con mucho esfuerzo llegué a ser quien soy”. Cuando escuchas eso, no puedes evitar sentir admiración, sientes deseos de protegerle, claro, todos los humanos con empatía nos conmovemos con historias de superación y resiliencia, cuando son ciertas; el problema es que psicópatas y narcisistas utilizan estas historias para ganarse nuestra confianza y cariño. Estas historias ficticias son el comienzo de un show de lástima y culpa con el que manipulan a los demás.

En la fase de idealización, solo utilizan la lástima, para mostrarse como héroes o heroínas, como incomprendidos o incomprendidas de buen corazón, pero por el momento, como están tratando de conquistarte, de echar raíces en tu cerebro, no utilizarán la culpa en tu contra, se abstendrán de hacerlo, por un tiempo. Cuando tú ya estás muy enganchado/a en la relación comenzará a triangularte, a devaluarte sutilmente, y no solo seguirá dando lástima, con lo que sea (sus ex parejas están mal de la cabeza, su madre le pegaba, su jefe le grita, el mundo está en su contra), sino que utilizará la culpa para manipularte y mucho, aquí tienes una serie de ejemplos:

• Quieres explicaciones sobre la mujer/hombre con la/el que lo viste muy acaramelado/a y te culpa de ser una persona desconfiada, como su madre, y que lo lastimas con tu paranoia. Terminas pensando que tal vez tiene razón, que tal vez eres mal pensado/a, te castigas. No vuelves a mencionar el tema aún cuando esta misma escena se vuelve a repetir.

• Le pides que te devuelva el dinero que tenías separado para el cumpleaños del niño, y te monta una escena diciendo que eres materialista y egoísta. El dinero nunca vuelve, pides prestado a tu madre para hacerle la fiesta al hijo de ambos.

• Se pone violento/a y golpea tu ordenador portátil, le aclaras que no vas a soportar violencia, pero te acusa a ti de ver violencia en donde solo hubo “nerviosismo”, y ese “nerviosismo” se lo provocas tú cuando no entiendes que necesita estar solo/a. Preguntas a tus amigos/as qué piensan al respecto y te dicen que tal vez actúa así por los traumas de su infancia, esos que convenientemente fabuló al comienzo de la relación para utilizar ahora. Tus amigos/as no saben nada de psicopatía y narcisismo, le dan el beneficio de la duda. Tú también.

• Necesitas romper con tu padre o madre porque te das cuenta que no te quieren, que todo lo que haces, según ellos, está mal; pero cuando logras juntar algo de dinero para mudarte, te acusan de dejarlos cuando ellos están TAN enfermos (esa enfermedad tan grave que dicen tener no es más que un poco de artrosis en la rodilla). Te quedas viviendo allí por un tiempo más hasta que cure (no va a “curar” nunca)

• Tu colega quiere que lleves adelante un proyecto que debería hacer él/ella, tú le aclaras que estás en otro proyecto, te dice que eres muy mezquino/a porque tiene a su tía abuela con cáncer y no tiene tiempo para hacerlo, que si le ayudas en un futuro te ayudará. Terminas haciendo su trabajo, tu colega toma todo el crédito, y jamás te ayudará con nada que necesites.

Cuando tú finalmente te das cuenta de que tu colega/pareja/familiar es un/a psicópata integrado/a o un/a narcisista, cada una de estas situaciones vuelven a tu memoria, te sientes burlada/o, te torturas pensando en cómo se estaría riendo a tus espaldas, sientes el abuso con retraso, te desplomas, no sabes por dónde comenzar a reconstruir tu vida, tu auto estima, tienes también mucha rabia, deseos de justicia. Todo eso es normal, estás poniéndole nombre a lo que pasaba, y es un proceso doloroso, pero necesario para recuperarte. Permítete sentir todas esas emociones que habías desplazado para no “molestar” a tu psicópata o narcisista, pero no dejes que te consuman, pide ayuda, habla, no dejes de hablar, vuelve a confiar en ti, en tu valor.

En paralelo, traza estrategias para que nadie, nunca más, te vuelva a manejar con lástima y culpa. Hay libros excelentes para aprender a lidiar con situaciones en las que nos presionan para que hagamos lo que estas personalidades quieren como “Manipuladores” de Adolf Tobeña y “Manipulation: Learn to spot and avoid manipulation as an empath” (Manipulación: aprende a detectar y a evitar la manipulación siendo empático) de Jacob Greene. Asimismo, tienes que aprender a usar, sin que te pese, una palabra que aleja a este tipo de gente: “NO”.  Por supuesto que cuando le digas: NO te creo, NO es cierto, NO me importa lo que digas de mí, NO lo haré, NO me quedaré, te criticará y difamará, pero si te quedas, cuando te descarte, aún cuando hayas hecho todo lo que te pedía, también te criticará y te acusará de ser una mala persona, es más, se hará pasar por tu víctima. Entonces, es preferible alejarte antes de que tú pierdas demasiado en esa relación.

ShivaShakti 2019

Ciclo de abuso: alternancia entre bombardeo amoroso y devaluación

 

El ciclo de abuso de psicópatas y narcisistas básicamente consta de tres etapas conocidas como: bombardeo amoroso, devaluación y descarte. Ya hemos escrito sobre ellas en nuestro blog. No obstante, tenemos aquí la historia de Adriana (los nombres han sido cambiados, la historia y los lugares de los hechos son los originales) en la que claramente se ve la alternancia entre ciclos de bombardeo amoroso (o luna de miel) y devaluación (abuso). Asimismo, en este testimonio se observan con claridad técnicas de abuso como el gaslighting (o luz de gas), triangulación, tratamiento del silencio, y el corrimiento paulatino de los límites de la persona afectada por el abuso psicópata o narcisista. En el caso de Adriana, no hubo descarte, porque este psicópata la necesitaba para sus planes de gloria. Afortunadamente, Adriana pudo vencer su disonancia cognitiva y escapar del maltrato. Esta es su historia.

“Conocí a Pablo un fin de año en Punta del Este, yo estaba pasando las fiestas allí con una amiga, pero vivía en Montevideo y ejercía como abogada en una empresa importante. Pablo era un argentino que vivía y trabajaba en Londres, había hecho un MBA en una prestigiosa universidad del Reino Unido y tenía un puesto gerencial medio. Charlamos y bailamos por un rato, me hacía reír, en un momento me dijo que era hermosa y que quería casarse conmigo. Hice lo que normalmente no hago, soy una mujer bastante anticuada en esos aspectos, me acosté con él esa noche. Durante los dos días restantes no nos separamos, es más, se ganó la amistad de mi amiga. Me invitó a pasar un mes en Londres, acepté. Cuando estuve allá, me colmó de atenciones y regalos, me habló de tener hijos pronto, lo cual me terminó de convencer que era el hombre adecuado, yo tenía 37 años, y quería ser madre. No podía creer lo que me pasaba, era demasiado bueno para ser real, aunque a veces, tenía dudas extrañas, Pablo se veía mucho con una ejecutiva de su empresa, hablaba de ella conmigo cuando en realidad era innecesario llamar la atención sobre su relación, pero trataba de no pensar en ello, después de todo, él parecía estar loco por mí.

Cuando volví a Montevideo les dije a mi familia y amigos que me casaba, que dejaba todo para ir a vivir a Londres con el hombre de mi vida. Mis padres me pidieron que reflexionara, algunos amigos me dijeron que era una locura, mis colegas me decían que no iba a poder ejercer como abogada en Inglaterra porque mi diploma no era válido allí, pero yo estaba como drogada de felicidad, no escuchaba a nadie. Pablo quiso que nos casáramos inmediatamente, ofreció regalarles pasajes a mis padres para que estuvieran en nuestra pequeña boda. Vendí mi auto muy por debajo de su valor, renuncié a mi trabajo, puse en alquiler mi departamento, y partí.  Nos casamos ante 9 personas, y nos fuimos de luna de miel a Escocia por una semana. Cuando regresamos a nuestro departamento en Londres, las cosas comenzaron a cambiar, Pablo quería que yo fuera la esposa perfecta, que recibiera a los altos mandos de la empresa en casa, que asistiera a cócteles, que estuviera siempre hermosa, y que mostrara mi inteligencia. Para lograr todo eso, yo no debía trabajar. Cuando yo me quejaba (siempre fui una mujer de carácter, acostumbrada a litigar) Pablo me pedía que “no fuera egoísta” que era por un tiempo, que él avanzaría rápido en su carrera, y que, si yo lo apoyaba ahora, él me ayudaría después.

Comenzó a viajar mucho por trabajo, siempre tenía apagado el celular. También, cuando estaba en casa, había días en los que no me hablaba porque no le había gustado algo que había dicho, generalmente cosas intrascendentes. En otra ocasión encontré su laptop con un chat abierto con otra mujer de su empresa en la que la conversación era claramente de romántica. Cuando lo confronté me dijo que yo era una loca, que lo espiaba, y que imaginaba cosas, le respondí que iría a visitar a mi familia en Uruguay, en ese momento, bajó el tono de sus acusaciones, me prometió que me cuidaría más y que ya era hora de pensar en tener hijos.

Quedé embarazada a los tres meses de ese episodio, Pablo anunció con aparente alegría “nuestro embarazo” a todos sus colegas y a sus familiares en Argentina. Sin embargo, su comportamiento estaba cada vez más extraño, momentos de indiferencia o de críticas se alternaban con un deseo sexual cada vez más oscuro. Cuando yo estaba de cuatro meses me invitó a una reunión de gente amiga, cuando llegamos era una casa grande en la cual la gente entraba y salía de habitaciones, yo comencé a temblar, me llevó de la mano hasta una en la que había una mujer y dos hombres. Salí corriendo, Pablo me alcanzó en la puerta. Yo no paraba de llorar. En el auto no hablamos, en casa tampoco, mis pensamientos eran aterradores, y trataba de calmarme pensando que podía hacerle mal a mi bebé.  Dos días después le pedí explicaciones, él me dijo que no sabía lo que le pasaba, que con lo del embarazo estaba raro, cambiante, que había pensado en hacer terapia, que su sexualidad se había desbordado, pero que estaba, dispuesto a cambiar, pero que, de todas maneras, yo tenía que entender que ese tipo de fiestas sexuales eran normales en Europa, que yo tenía cierta mentalidad prejuiciosa provincial típica de “Sudaca”.

Durante unas semanas todo volvió a la normalidad, pero luego los ciclos de humillación y de deseo ardiente volvieron a repetirse. Busqué respuestas en libros, supuse que tendría algo así como bipolaridad, mi vida giraba en torno a encontrar una solución para su comportamiento, para que volviera a ser “el Pablo que había conocido”.

Un día, mi hermano me llamó al celular desde Montevideo, algo debía estar mal. Así era, mamá había tenido un ACV y tenía casi medio cuerpo paralizado. Yo ya estaba de siete meses por lo que tuve que mentir a la aerolínea sobre el tiempo de gestación para poder viajar. Al principio Pablo me decía que yo no iba a ser de mucha ayuda allá, que dejara que se recuperara, y que iríamos cuando nuestro hijo tuviera más de tres meses. Mi respuesta fue un rotundo “no”, era increíble que fuera tan frio, pero él insistía en que no era frio sino práctico, que yo era demasiado emocional. Hay días en que pienso que la enfermedad de mamá tuvo un costado positivo, al mes de estar con ella, ayudándola con la rehabilitación, rompí bolsa, y Juan Ignacio nació con 8 meses en mi Montevideo natal, algo que parecía una complicación, ya que Pablo tuvo que venir desde Londres, terminó siendo una bendición más adelante.

Volví a Inglaterra con Pablo, pero mi vida se convirtió en un infierno, había noches en las que no regresaba, y cuando lo hacía me decía que tenía la casa desordenaba y que era una mala madre porque Juan Ignacio lloraba mucho. Me llevó a un médico psiquiatra que me diagnosticó con depresión post parto, me recetó antidepresivos. Yo no estaba deprimida, estaba enloquecida. Una tarde, mi vecina del tercer piso, que tenía tres hijos, me invitó a tomar el té. Me preguntó cómo estaba llevando mis primeros meses como mamá, y me derrumbé, el hecho de que alguien se interesara por mí me ablandó, lloré un montón, y le conté lo que me pasaba. Ella, lejos de pensar que yo estaba loca, me dijo: “estás con un psicópata o con un narcisista, a mi hermana también le pasó”. Me sugirió una página en inglés sobre el tema (en ese momento no estaban ni Piñuel, ni ninguno de los blogs que ahora hay en castellano). A partir de ese momento no paré de leer mientras Juan Ignacio dormía, no podía creer que todo lo que leía fuera un calco de mi infierno. Con ayuda de mi vecina, y de mi hermano a la distancia, organizamos que él me viniera a visitar, y que nos llevara a Juan Ignacio y a mí de vuelta a casa. Tenía miedo de hacerlo sola.

Tuve algunos temas legales que resolver para poder irme de Inglaterra, entre otras cosas hice una denuncia por violencia psicológica y por abuso emocional antes de partir. Ahora estoy viviendo en Uruguay, conseguí un trabajo en un estudio más pequeño, pero tengo la suerte que, al tener tantos colegas abogados, la causa sigue desde acá, algo que no podría hacer si no fuera abogada por lo costoso de los oficios internacionales. También, si mi hijo hubiera nacido allá, no creo que hubiera podido dejar Reino Unido tan fácilmente. Pablo ahora reclama un régimen de visitas en el que alguien le lleve al niño mientras sea muy chico (ahora tiene 4 años) y que viaje sin compañía cuando sea mayor de 8. Yo no quiero que Juan Ignacio pase demasiado tiempo con un padre psicópata sin familiares a su lado. Pablo puede verlo cuando quiera, pero no a solas, a menos que la justicia decida que debo dejarlo partir, pero tengo fe en que eso no sucederá. Allá en Inglaterra, Pablo tuvo que someterse a varias pericias psicológicas.

Con el tiempo até cabos, me di cuenta de que, en realidad, ese fin de año en Punta del Este, Pablo eligió una esposa porque necesitaba tener una familia para ascender a los puestos más altos, trabajaba en un banco más bien conservador, y un hombre “establecido” tenía más probabilidades de progreso. Yo no fui más que una adquisición para lograr su cometido. Mantengo contacto cero parcial, ya que todavía tengo algunas comunicaciones telefónicas, las idas y venidas legales las manejan abogados. Juan Ignacio ve a los padres de Pablo cuando vienen de visita a Uruguay, sus abuelos no son malas personas; Pablo, por el contrario, jamás vino a verlo a pesar de haberme peleado la tenencia primero, la perdió, y de luchar por un régimen de visitas en el que Juan Ignacio deba alejarse de mí. Siento que todavía estoy sanando, no volví a estar con nadie porque tengo temor a ser usada, me dedico a mi hijo, a mi trabajo y a mi familia. Espero que mi testimonio sirva para abrirle los ojos a quien pueda estar en una situación similar.”

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Encuesta sobre abuso psicopático y narcisista

Tenemos el resultado de una primera encuesta que organizamos en nuestra página de Facebook, por cierto, muy general, sobre abuso psicopático y narcisista. Contestaron 780 personas, algunos prefirieron no contestar todas las preguntas. La primera pregunta era para conocer quién fue la persona abusiva en tu vida a la que una abrumadora mayoría respondió: pareja (77,5%), seguido por progenitor/a o familiar (13%), amigo/a (6%) y colega o jefe (3,5%). No preguntamos si se daban combinaciones del tipo pareja y jefe o colega, eso hubiera sido importante. Asimismo, estos resultados no significan que psicópatas y narcisistas abusan más de sus parejas que de otras personas, de hecho, los hijos frutos de la relación claramente sufren, de estos números solo podemos inferir que quienes leen esta página son adultos que han padecido abuso en relaciones de parejas. La segunda pregunta apuntaba a saber cómo te diste cuenta del abuso, y, lamentamos decir que los resultados no nos asombran, la mayoría se enteró por internet (58,8%), seguido por un terapeuta o médico (21,6%), persona amiga (12,5%) y, por último, muy atrás, los medios masivos con solo un 6,9%. Es claro que los medios no tienen interés en informar sobre el tema. La tercera pregunta (¿Cuánto tiempo tardaste en darte cuenta de la relación abusiva que vivías?) arrojó resultados algo más parejos, pero el grueso estuvo en la franja de uno a cinco años (36,2%), también hubo muchas personas que marcaron más de 10 años aclarando que fueron más de 30. La cuarta pregunta era sobre la recuperación, un 40,9% siente que todavía está en proceso de recuperarse, y un 22% siente que todavía no lo ha logrado. Es muy importante mencionar que, en esta pregunta, los hijos de psicópatas y narcisistas aclararon que el estrés postraumático lo llevan de por vida. La pregunta número cinco indagaba sobre el contacto o el no contacto con la persona abusiva. Una gran proporción de respuestas aseguran que tienen contacto cero, del tipo absoluto (45,1%) y absoluto con ocasionales intentos de contacto desde la otra parte (21,2%), el contacto mínimo representa un 17,5% y quienes mantienen contacto son un 15%. Estas cifras son interesantes de ver ya que tienen relación con la pregunta anterior, si todavía hay contacto, es mucho más compleja la recuperación. Finalmente, la pregunta número seis era si ahora te dabas cuenta que había más personas con esas características a tu alrededor, las respuestas fueron abrumadoramente afirmativas con un 51,6% de “sí, varias personas”, y un 33,5% de “sí, pero pocas personas”.

Esta encuesta pretende ser solo un comienzo para cuantificar lo que nos sucedió, en la medida que el abuso se vea como números contundentes, podremos lograr que este tema obtenga la atención que se merece por parte del estado, los centros de salud, las escuelas, las empresas, etc. Al pie de la página te dejamos los gráficos. ¿Y tú qué opinas de estos resultados? ¿Son lo que más o menos suponías? ¿Son distintos? Gracias por tu ayuda.

 

Calumnias: la estrategia abusiva del final

Lograste dejar a tu pareja psicópata, irte a vivir solo alejándote de tu madre narcisista, o pedir un traslado a otra área para no soportar a tu jefe maquiavélico. ¡¡¡¡Felicitaciones!!!! Pero este primer paso absolutamente necesario para escapar del abuso y el maltrato no es gratuito. Narcisistas y psicópatas no toleran no ser el centro de atención y destrucción, no van a dejar que busques la felicidad tan fácilmente. ¿Cómo tratarán de impedirte una nueva vida? Con calumnias y difamación.

No es nuestra intención desmoralizarte sino prepararte para lo que vendrá y que te mantengas fuerte frente a la desesperación que vivirás al escuchar mentiras aberrantes en tu contra, peor aún, ver que amigos, familiares y colegas creen esas mentiras tan bien elaboradas. La última etapa del abuso narcisista y psicopático consiste precisamente en dañarte a través de la difamación deliberada, también conocida como “asesinato de personalidad”, y la vas a superar, como superaste todo lo anterior. Una vez que esta etapa ceda, serás finalmente libre, el/la psicópata se habrá aburrido, especialmente si reaccionas con inteligencia y se irá a buscar, lamentablemente, otras víctimas a las que depredar.

La difamación nunca comienza luego del alejamiento o la ruptura, comienza mucho antes, psicópatas y narcisistas van abonando el terreno de la difamación previendo que la situación pueda resquebrajarse. Cuando vea que tú ya sospechas irá plantando la semilla de la duda entre tus conocidos, cosas como: “creo que ella me es infiel” (él es quien te es infiel con cuanta persona se le cruza en su camino), “mi hijo no cuida de mí” (ella jamás cuidó de ti ni de tus hermanos); “creo que ella reveló información crucial de nuestra empresa a la competencia” (tu jefe es el que hace espionaje industrial). Estas mentiras preventivas tienen por finalidad instalar la duda sobre tu persona, luego, cuando realmente te alejes, todos pensarán que lo hiciste porque realmente eras infiel, o no te importaba tu madre, o por tu mal desempeño en la empresa. Por supuesto que el/la psicópata seguirá machacando con sus mentiras sobre ti y llorará haciéndose pasar por tu víctima por un tiempo largo. Esta estrategia le es útil doblemente: 1) a ti te lastima de la peor manera imaginable, y 2) él/ella crea una cortina de humo para que nadie vea que en realidad sigue engañando, maltratando y cometiendo delitos. Los monos voladores están demasiado entretenidos culpándote como para ver que están siendo usados como co-abusadores por el/la psicópata o narcisista.

¿Y qué se puede hacer para evitar esto?

Como primera medida, trata de no perder la calma ya que lo que quieren es que caigas en su trampa, te desesperes, y respondas con nervisosismo o agresión, lo cual les vendría de maravillas para probar la idea que instalaron de que no eres una buena persona. Esto no quiere decir que debas callar o aguantar en silencio sus calumnias, esto no haría más que envalentonar a el/la maltratador/a y a sus peones; tienes que poner límites con inteligencia. Esto nos lleva al segundo punto, explica tu situación a las personas que realmente te interese mantener en tu círculo, con claridad y en forma concisa, no los llenes de detalles o tecnicismos para que no haya malos entendidos, solo adviérteles que esa persona no es lo que parece, que es abusiva, que tiene rasgos psicopáticos y narcisistas, aclárales que entiendes que ellos puedan no creerte ahora por lo convincente que suenan sus mentiras, pero que algún día, constataran lo que tú dices con sus propios ojos, proporcionales evidencias si las tienes, especialmente cuando se trata de tu trabajo o profesión, y luego no vuelvas a hablar del tema, si repites demasiado tu historia podrías perder credibilidad, te acusarán de obsesivo/a. En tercer lugar, ten cuidado qué información revelas, cuánta y a quién; en este momento en el que esa persona te difama y triangula a todos contra todos, es probable que haya reclutado a gente que haga de informante, y estas personas pueden ser incluso tus propios familiares que cayeron seducidos por sus halagos y mentiras. No comentes demasiado a nadie, recuerda que cuando hay psicópatas de por medio, todo puede ser utilizado en tu contra. Finalmente, si la difamación y las calumnias llegan al extremo del acoso laboral o ponen en riesgo la tenencia de tus hijos, busca patrocinio legal, no esperes a que la situación se desborde, muchas dependencias estatales ofrecen abogados en forma gratuita para casos de acoso o violencia y hay también muchas ONGs que pueden ayudarte.

Aún teniendo todos estos cuidados y procediendo con cautela, debes saber que nunca se sale ileso de la mira de un/a psicópata o narcisista, siempre hay pérdidas y daños, son un tsunami de maldad. Entonces, permítete llorar por los amigos que no te crean, por los familiares que te den la espalda, por los trabajos que debas abandonar para salvarte de la violencia psicológica y/o física. Entendemos el dolor que sientes, la soledad de tu verdad; por favor no bajes los brazos. Tendrás nuevos amigos, conocerás personas que te entenderán lo que te pasa, obtendrás nuevos trabajos, llamarás familia a quien merezca ese término. Esto también pasará. Mientras tanto, hagamos correr la voz, cuantos más seamos los que identificamos este tipo de abuso, será mucho más difícil para psicópatas y narcisistas encontrar público que quiera escuchar calumnias.

ShivaShakti 2019

Un testimonio valioso

Hola amigas y amigos


Hemos decidido volver a compartir algo de material en el blog además de lo que hacemos en nuestra página de Facebook 

https://www.facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas/


Hoy reproducimos con permiso de una página amiga “Mereces Saber” el siguiente testimonio que nos pareció muy valioso: 

blog silvia

“Me enamoré locamente de uno. Me costó mucho dejarlo, pero PUDE.

Si te cruzás con uno de “ellos” en el comienzo recibirás de su parte un verdadero bombardeo amoroso. Tienen una sorprendente habilidad para captar cuáles son tus necesidades y convertirse exactamente en eso que tanto deseás. Creerás que encontraste a la persona perfecta y te hará creer también que sos la mujer de su vida. Todo seráintenso y desmesurado.

Deberás estar muy atenta, irá dando señales de quien realmente es, aunque te costará advertirlas.De a poco comenzará el maltrato sutil, pero la alternancia con el bombardeo amoroso te sumirá en una espiral de confusión. Dudarás de tus percepciones, no podrás creer que esa persona no es quien pensabas que era.Tu corazón se dará cuenta, te advertirá que algo no está funcionando bien. Escuchalo, no lo subestimes.Si él es uno de “ellos”, te mentirá, te manipulará, te engañará, no le importará herirte ni sentirá remordimientos por hacerlo, será desconsiderado, egoísta sin límites, te celará, se creerá superior, te descalificará, se quejará y te culpabilizará. Serás testigo de su absoluta falta de empatía. Vivirás tensa e insegura, te esforzarás por complacerlo pero nada será suficiente.“ELLOS” son psicópatas integrados, cuerpos sin alma, seres incomprensibles y oscuros. No están enfermos, esa es su forma de ser, jamás cambiarán.

Leé, informate, tomá conciencia, alejate de él y recuperá la paz en tu vida.El maltrato psicológico también deja cicatrices, también es violencia.”


Este es el testimonio en primera persona de una integrante de Mereces Saber. 

“Sanar del abuso encubierto”, un libro de Shannon Thomas

Finalmente, el libro de Shannon Thomas, la psicoterapeuta norteamericana especializada en relaciones con psicópatas y narcisistas, “Healing from hidden abuse” vio la luz. Es un libro ideal para aquellos que todavía descreen de que existan personas como las que habitualmente describimos aquí. Es perfecto para regalar a amigos o familiares que no terminan de entender lo que les explicas sobre lo que viviste. La autora, ya desde el título, nos habla de gente tóxica. Solo hacia la tercera parte de la obra, cuando describe los comportamientos abusivos y malintencionados de estos maestros del engaño, comienza a utilizar los términos psicópatas, sociópatas y narcisistas. Ella aclara que hay distintos nombres más técnicos detrás de ellos pero que básicamente hablan de lo mismo y a efectos de ayudar a las víctimas prefiere englobar las patologías de esa forma más didáctica pero igual de precisa. Va desgranando muy lentamente la forma en que operan para que nadie deje el libro a las primeras páginas “asustado” por palabra a las que asocian a lunáticos. Ella se encarga de demostrar que no son locos de película sino lobos disfrazados de corderos a los que hay que desenmascarar y alejar de nuestras vidas.

Abarca casos de relaciones románticas, laborales, familiares y religiosas. Ella proviene de una comunidad cristiana y ha tratado con éxito a muchas personas que fueron el blanco de pastores o altos miembros de alguna iglesia o templo. Es interesante ver, cuando llega al punto en donde explica lo que es un mono volador/co-abusador/facilitador (flying monkeys), como Thomas afirma que el mismísimo Dios puede ser usado como mono volador contra una víctima o chivo expiatorio dentro de la dinámica perversa de un psicópata. “Dios quiere que te sometas a lo que te digo, Dios va a hacer que toda la comunidad te dé la espalda si sigues cuestionando mis directivas que están inspiradas en la palabra de Dios”. Además de lo que significa monos voladores, Thomas también explica con excelentes ejemplos muchos de los términos que usamos los sobrevivientes, tales como gaslighting, campañas de difamación, bombardeo amoroso, triangulación, etc.

Es interesante como maneja el tema del “Contacto Cero” y el “Contacto Mínimo”. Si bien ella apoya de forma contundente el “Contacto Cero”, considera que por ciertas situaciones personales una persona pueda preferir “contacto mínimo” en vez de “contacto cero”, sobre todo cuando son nuestros progenitores o hijos los sociópatas. Brinda entonces una serie de estrategias para manejarse con ellos de una forma desafectada y cauta, pero advierte que, si esto no funciona, y a pesar del famoso “honrarás a tu padre y a tu madre”, habrá que optar por el contacto cero para que no destruyan nuestras vidas.

Con respecto al origen de la psicopatía y el narcisismo ella se inclina por traumas tempranos que los lleva a preferir este tipo de comportamiento más que a una explicación biológica o genética. Sin embargo, y al igual que sus otros colegas que afirman que el origen es fisiológico, insiste en que ellos son absolutamente conscientes de lo que hacen y que son intratables porque NO quieren cambiar “su condición de seres superiores al resto”.  Es decir, según Thomas, tienen libre albedrio y su elección es dañar a los demás.

Thomas describe 6 etapas de recuperación: la desesperación absoluta, la educación en el tema, el despertar a la realidad, los nuevos límites, la restauración de nuestra identidad y el mantenimiento. Consideramos que la división en etapas es algo menos completa que las cinco descriptas en el libro PsychopathFree, sin embargo, la de Thomas es muy útil porque al final del libro utiliza a estas seis etapas para armar un diario de reflexión personal con preguntas guiadas para que el lector pueda llevar a la práctica los conceptos del libro y controlar la evolución de su sanación.

Hay una sola cosa que la autora omitió y es el tema del sexo como arma de control, como adicción inducida. Esto nos parece que deja al libro sin una información crucial para el sobreviviente porque, como sabemos, la dependencia bioquímica y el lavado de cerebro que sufren las parejas de personas tóxicas se consolida a través del sexo. Sin esta conciencia, a cualquier sobreviviente se le hará mucho más difícil mantener el contacto cero. No encontrarás nada sobre cómo desprogramar tu cabeza producto de los cambios hormonales y de neurotransmisores en este libro, si lo necesitas tendrás que recurrir a autores como Piñuel o Stout.

Resumiendo, creemos que es un libro maravilloso como introducción general ya que cubre todos los ámbitos en los que una persona puede ser abordada y abusada por un psicópata o narcisista. Brinda descripciones claras para reconocer lo que es abuso y lo que no; ayuda a poner límites y a no volver a pasar por lo mismo. Asimismo, deja instrucciones claras para los familiares de aquellos en proceso de recuperación para que se instruyan y realmente colaboren con el mismo. Por el momento, está disponible en inglés. Les dejamos algunas citas

a“Dentro de cada comunidad, las personas tóxicas se encuentran escondidos en las familias, parejas, empresas y lugares de culto. La naturaleza críptica de abuso psicológico consiste en juegos mentales repetitivos jugados por un individuo o un grupo de personas en contra de otra. El abuso psicológico rara vez deja moretones. No siempre hay huesos rotos o agujeros en las paredes. Las contusiones, el quebrantamiento y las heridas están matando a la víctima por dentro”

“La persona que nos hizo creer que era el puerto seguro de nuestra vida, nos está tratando de ahogar en silencio … con frecuencia, el homicidio emocional sucede, mientras que otras personas de nuestro entorno comentan que gran chico o chica es quien nos abusa y qué suerte tenemos de estar con él/ella … lo que se ve detrás de puertas cerradas es radicalmente diferente a la figura pública que él o ella vende al mundo.”

“Los abusadores psicológicos dañan a otros, no por alteraciones en el juicio, sino porque disfrutan el control que obtienen de las personas que abusan”

“Los abusadores psicológicos juegan juegos con sus blancos, y saben exactamente lo que están haciendo.”

“Trauma y recuperación”, un libro indispensable para superar el abuso psicopático y narcisista

En su libro “Trauma y recuperación”,  Judith Herman presenta un modelo de recuperación para personas que necesitan superar experiencias abusivas y traumáticas en sus vidas. Nos demuestra con profusa evidencia clínica que los sobrevivientes suelen desarrollar “estrés postraumático” (generalmente aquellos que tuvieron experiencias muy terribles pero de corta duración como ser testigos de un crimen o sufrir un ataque sexual) o también  “estrés postraumático complejo” (en aquellos que vivieron en situaciones de abuso durante años como es el caso de hijos y parejas de psicópatas y narcisistas.)

Los síntomas de todos estos pacientes cuando llegan al consultorio varían y dependerán del tipo de trauma. No es necesario que estén todos presentes pero si tienes más de tres de los mencionados en la siguiente lista es probable que padezcas EPT y debas consultar a un especialista en situaciones traumáticas o abusivas.

Estado de alerta casi constante.

Dificultad para regular las emociones y los impulsos

Insensibilidad y letargo emocional

Hiperreactividad o ira.

Adicciones a sustancias para mitigar el dolor.

Adicciones conductuales con el mismo fin (sexo, juegos de azar, etc.)

Conductas auto agresivas

La disociación (no sentirse conectado con su propio cuerpo, quedarse en blanco, perder la noción del tiempo, tener amnesias temporarias, etc.)

Depresión y/o ataques de pánico.

Recuerdos intrusivos que no se logran controlar.

Pesadillas e insomnio.

La Dra. Herman divide el proceso de recuperación en tres etapas que el terapeuta deberá pautar: 1) el restablecimiento de la seguridad y un sentido de autoestima en la vida del paciente, 2) el  duelo y la revisión del pasado y 3) la reconexión con una nueva vida y con nuevos vínculos sanos.  Herman considera que no se puede ir directamente al análisis del trauma sin antes haber establecido una seguridad mínima en la vida del paciente (especialmente si su ex pareja o familiar es violento) y sin haber logrado un vínculo de confianza entre el paciente y el terapeuta.  El consultorio es un lugar de sanación al que describe como “un lugar privilegiado dedicado a la memoria, es el espacio en el que los sobrevivientes ganan la libertad de entender y contar sus historias.”  Para sanar es necesario poder poner en palabras lo que hasta ahora el paciente había manifestado como enfermedad: “El conflicto entre la necesidad de negar los eventos horribles y el deseo de proclamarlos a viva voz es la dialéctica central del trauma psicológico. Cuando la verdad es finalmente reconocida, los sobrevivientes pueden comenzar a sanar. Sin embargo, a menudo, el secreto prevalece y la historia del evento traumático sale a la superficie como síntoma en vez de como un relato organizado.” Herman añade también: “el abusador, para escapar de su responsabilidad, hará todo lo que esté en su poder para promover la confusión y el olvido en la víctima”. Muchos sobrevivientes dudan, tienen disonancia cognitiva y en ocasiones amnesias temporales pero también sufren pensamientos obsesivos que reproducen las memorias traumáticas: “las personas traumatizadas alternan entre el congelamiento de sus emociones y el revivir constante del abuso”.

Etapa uno

En esta etapa se trata de conseguir una ‘hoja de ruta’ del proceso de curación. Se establecen objetivos de tratamiento y  enfoques útiles para alcanzar esos objetivos. El establecimiento de la seguridad y la estabilidad emocional del paciente es la prioridad, se le enseña a aprovechar y desarrollar las propias fuerzas internas que creyó perdidas durante la relación con el/la psicópata o narcisista. Aprenderá a regular las propias emociones y a controlar los síntomas que causan su sufrimiento. Lo más importante para poder pasar a la etapa dos es establecer un genuino auto-cuidado. Por supuesto, no todo es siempre tan perfectamente ordenado y secuencial. Por ejemplo, durante la primera etapa puede ser necesario analizar el contenido de los recuerdos perturbadores que están impactando en la vida del sobreviviente. Esto puede ser imperioso para ayudar a manejar los pensamientos recurrentes, o para entender por qué este paciente sigue maltratándose con conductas adictivas o enganchándose a personas que reviven su trauma (por ejemplo, el psicópata convenció a la víctima que era inútil e indigna/o de amor y que está condenada/o  a una vida de abuso y dolor).

Dependiendo de la gravedad de los síntomas, la primera etapa del tratamiento también puede incluir abordar los problemas con alcohol o drogas, la depresión, los comportamientos alimentarios, la salud física, los ataques de pánico, y /o de disociación. El terapeuta puede indicar la interconsulta con un médico que le indique medicamentos para reducir la ansiedad y /o la depresión, por ejemplo, inhibidores de la recaptación serotoninérgica (ISRS), o referirlo a un especialista en terapia de comportamiento dialéctica (DBT), un tratamiento para las personas que tienen serios problemas para tolerar emociones muy dañinas.

Etapa dos

Después de establecer una base sólida de entendimiento y de seguridad entre terapeuta y paciente comenzarán los trabajos de la segunda fase. Esta etapa de recuperación y tratamiento implica remover los recuerdos más pesados  y pasar por  un duelo. Recién en esta etapa es cuando la doctora Herman recomienda unirse a algún grupo de sobrevivientes, siempre sin dejar de lado la terapia individual, por el riesgo que conlleva escuchar otras historias de abuso si no se está preparado.

El trabajo principal de la segunda fase consiste en la revisión de los recuerdos para disminuir su intensidad emocional y tratar de asignarles un significado para la construcción de una vida y una identidad saludables. En esta etapa es inevitable atravesar el dolor de las experiencias abusivas y hacer el duelo por lo que se perdió o por lo que nunca será (es en este momento en el que se hace evidente que los psicópatas y narcisistas no cambiarán y que nunca nos devolverán amor o respeto por lo que es conveniente mantener un contacto cero).

Uno de los enfoques de investigación que está siendo utilizado con éxito para el procesamiento de los recuerdos traumáticos de esta etapa es la terapia EMDR sobre la que ya hemos hablado en este blog. Este método puede transformar rápidamente los recuerdos traumáticos en no traumáticos  sin tener que profundizar en ellos exhaustivamente cuando se teme una descompensación del paciente.  Luego de este tratamiento y, sin los síntomas más crudos del estrés postraumáticos, el paciente podrá ir trabajando e integrando los recuerdos más traumáticos a su memoria en forma desapegada.

Etapa tres

La tercera etapa de recuperación se centra en volver a conectar con la gente, en desarrollar actividades significativas y en ganar valor personal. Herman da estrategias para volver a confiar en los demás, ejercicios para recuperar la autoestima y alienta a sus pacientes para que recuerden quiénes eran, que querían y que anhelaban antes de que sufrieran el abuso, haya durado éste un mes o diez años. Ella considera que estas relaciones abusivas quiebran la narración vital y la memoria de las víctimas que se encuentran con un agujero al que tienen que darle explicación y crear una trama de significación que se extienda hacia un futuro luminoso y esperanzador.

No es un libro de fácil lectura. Las situaciones traumáticas narradas por mujeres violadas o golpeadas por sus parejas, hijos de narcisistas, niños abusados, veteranos de guerra y demás son estremecedoras pero podemos asegurarte que si lo toleras, es el mejor libro para superar los síntomas del estrés postraumático, entender  el abuso, hacer el duelo  y finalmente recuperarse en forma definitiva. Afortunadamente está disponible en español y en versión papel o electrónica.