Mitos sobre psicopatía y narcisismo que pueden hacer más daño que bien

En las redes hay temas que se ponen de moda y que no tienen el más mínimo sustento científico, como, por ejemplo, la dieta de la luna, las curas con café, y ahora, teorías como la del victimismo o la del imán para explicar el abuso psicopático y narcisista. Algunas suenan un poco más académicas como la codependencia o la teoría de la empatía, pero cuando las estudias de cerca y les preguntas a especialistas que trabajan en hospitales y clínicas más que en canales de YouTube te enteras que no son correctas.

Vamos a comenzar por una de las más disparatadas, aunque una de las más efectivas para culpar a los/las sobrevivientes: “atraes lo que vibras”. Según esta idea quienes “vibraron muy bajo” atrajeron el abuso, si “vibras alto” (para esto tienes una serie de podcasts, libros y cursos que puedes comprar) no atraes más que buenas relaciones, coches de alta gama y abundancia de cripto monedas. La realidad nos muestra que muchos psicópatas han hecho fortuna y atrajeron a (lamentablemente) buenas parejas, mientras que personas de bien fueron abusadas por ellos. ¿Tenemos que inferir entonces que las buenas personas “vibran bajo” y psicópatas o narcisistas “vibran alto”? ¿Nos están sugiriendo que una chica violada por su padrastro “atrajo lo que vibraba”? Esta idea que no es más que un pensamiento mágico bastante perverso al que adornan con palabras como “cuántico” sin tener la más mínima idea de lo que es la física cuántica, y que utilizan para engañar. Con esta advertencia, no estamos diciendo que una actitud positiva frente a la vida no abra puertas, ni que ver el vaso medio lleno no ayude, claro que eso es bueno, pero son cosas distintas. No somos imanes que atraen abuso, mejor dejemos los fenómenos magnéticos para las clases de física.

Otra de las teorías desacertadas es la idea de que atraes a psicópatas y narcisistas porque eres empática/o, por lo que deberías aprender a controlar tu empatía. Según estadísticas el 4 % de la humanidad no tiene empatía, o tiene muy poca; el resto tiene empatía en mayor o menor grado, pero la suficiente para vivir en sociedad. Eso nos deja un 96% de la población que entraría dentro de los que “atrae a psicópatas y narcisistas”, es decir, casi cualquiera puede quedar en la mira de una persona abusiva. Pero ser menos empático no es la solución, el mundo necesita MÁS empatía, lo que necesitamos es saber reconocer a estas personas ultra tóxicas socialmente.

La idea de que lo que te une a esa persona es una adicción tampoco es del todo correcta, primero porque se centra solo en las relaciones de pareja, que son solo una fracción en el total de abuso psicopático o narcisista (esta explicación no aplicaría en familiares, amistades, trabajo, organizaciones); y, segundo, si bien el desbalance bioquímico que produce el abuso comparte características con las adicciones, no son lo mismo. Por ejemplo, si tú te haces adicta/o a una sustancia, a los juegos, o a tu teléfono, tienes que controlar eso que te hace mal, generalmente se logra por métodos efectivos como el de los doce pasos, pero en el caso de una relación con psicópatas o narcisistas tienes que, además, procesar el abuso, y los doce pasos son insuficientes. En otras palabras, a través del refuerzo intermitente que las compañías desarrolladoras de software usan para engancharte te hiciste adicta/o a las redes sociales; y sí, el refuerzo intermitente también es utilizado por psicópatas y narcisistas, ese mismo refuerzo intermitente te tiene pendiente de esa relación, pero hasta acá llegaron las coincidencias, porque el teléfono no abusó de ti, no te golpeó, no te traicionó, no te humilló; tienes que aprender a usarlo bien, a mantenerlo a distancia, pero es algo que con los doces pasos puedes lograr; en cambio la persona ultra tóxica te abusó, golpeó, traicionó, erosionó tu auto estima, y tienes que trabajar ese trauma. Los tratamientos para una adicción, cualquiera, pueden servirte al comienzo para ayudarte a mantener el contacto cero, porque trabajan la fuerza de voluntad que es FUNDAMENTAL en el proceso de recuperación, pero luego vas a necesitar otro tipo de aproximación terapéutica para superar el trauma.

Finalmente queremos hablar de la codependencia como explicación del abuso psicopático y narcisista. Esta idea está muy extendida en las redes sociales, pero en la práctica terapéutica científica no se utiliza ya que no tiene respaldo científico. Está de moda, como estuvo de moda la dieta del pomelo para bajar de peso, y es tan inexacta como esta, pero es atractiva porque ofrece una explicación simple, algo así como: eres un/a dependiente emocional de base por lo tanto te enganchaste con una persona con características psicopáticas y narcisistas, tú te tienes que tratar, tú eres parte importante del problema. Vamos a analizar esto. Primero: ningún/a profesional de la salud mental de calidad te etiqueta con un “eres ansiosa” o “eres depresivo”, por el contrario, saben que tú no eres tus síntomas, este problema de salud que tienes es transitorio, por lo que te dirán que “tienes ansiedad” o “estas cursando un cuadro depresivo”. Estos no son juegos del lenguaje o eufemismos, es una realidad que estos desequilibrios neuropsicoemocionales son momentáneos y superables, NO ERES TUS SINTOMAS NI TU ENFERMEDAD. A pesar de que contamos con este ABC de las buenas prácticas terapeutas, todos los días vemos en internet a los/las nuevas gurúes de la “codependencia” que sin ningún problema te aseguran que “eres codependiente” y, lo que es peor: la codependencia no es un término correcto. Estos/as terapeutas y gurúes llaman “codependencia” a lo que en realidad es un “vínculo por trauma” y consideran que, lejos de ser la consecuencia del abuso, esta “dependencia” sería su causa, no distinguir entre causa y consecuencia es algo gravísimo en un profesional. Tú puedes tener traumas anteriores a esta relación abusiva, pudiste haber tenido una infancia muy difícil, pero esa “dependencia” (repetimos, su verdadero nombre es vínculo por trauma) no es una característica inamovible de tu personalidad, es PRODUCTO del abuso y de la reprogramación de tu comportamiento a la manera de los perros de Pavlov, es algo que te adiestraron para que desarrollaras. Está claro que, si tienes un historial de abuso no trabajado, es probable que les haya sido más sencillo manipularte, pero esta “dependencia” es la consecuencia del abuso, no su causa, y se des-aprende con las terapias adecuadas, no es una característica intrínseca de tu ser. ¿Pero por qué insisten en que si tratas “tu codependencia” ya “no atraerás a más psicópatas y narcisistas”? Y, muy sencillo, si te convencen de que tus síntomas en reacción al abuso son parte de ti, te venderán libros, cursos de meditación, charlas por zoom, y sesiones de terapia por el resto de tu vida. Lo que nos lleva al tema de las terapias, que ya hemos tratado en otros artículos del blog, pero vamos a contestar a una pregunta que nos hacen habitualmente:

¿Puede un/a terapeuta alternativo/a o un/a coach tratarme?

No hay nada de malo en que hagas sesiones de coaching o busques terapias alternativas siempre y cuando no reemplacen al asesoramiento profesional de un/a psiquiatra o psicólogo/a ESPECIALISTA en abuso y trauma, no cualquier terapeuta puede lidiar con las consecuencias devastadoras sobre tu psiquis aun cuando sean graduados de la universidad y tengan posgrados en otras áreas de salud mental. La coach María Betancort de “Coaching para el camino” nos dice: “nosotros como coaches estamos preparados para ayudar a nuestros clientes a través de preguntas para que tomen decisiones, pero cuando detectamos que hay temas de salud mental, más aún, temas de abuso o de relaciones con psicópatas y narcisistas, tenemos la obligación profesional de derivar a especialistas. El coach te ayuda a que vos encuentres por ti mismo las respuestas. Es como ir con una linterna alumbrando tu camino.” Está clarísimo, cuando un médico generalista considera que tienes un problema estomacal importante te deriva a un gastroenterólogo, no quiere decir que no sea un buen profesional, por el contrario, conocer nuestros límites es una virtud. Si haces sesiones de coaching o terapias alternativas con gente responsable, no tiene nada de malo, pero no todos lo son, hay quienes dicen ser coaches y ni siquiera hicieron el curso, o acupunturistas que tampoco se entrenaron para ejercer; el problema radica en que, al no estar obligados a tener matrícula, es muy difícil controlar si realmente tienen la preparación en estas áreas alternativas. Cuando empieces una terapia, asegúrate de que cuenten con matrícula habilitante si son psicoterapeutas universitarios, y si son carreras no universitarias, pídeles el título, averigua si la casa de estudios es seria.

Para cerrar, está muy bien que, para que tú puedas apropiarte simbólicamente de lo que te sucedió, recurras a explicaciones que no sean necesariamente las científicas. Pero ten cuidado de que no estés todavía respondiendo al chip que te pusieron en la cabeza, ese que te hizo creer que todo el abuso que sufriste es porque te lo buscaste, y que todo lo malo que sucedía en la relación era tu culpa. En las primeras etapas es común caer en este tipo de explicaciones tan extendidas en internet precisamente porque tu cerebro sigue con el chip.

Es necesario poner límites, siempre, no solo con personas abusivas

Es necesario conocerse, fortalecer nuestros puntos débiles y nutrir nuestros puntos fuertes.

Es necesario ser más empático, no menos; la empatía y la intuición nos ayudan a tomar buenas decisiones si las entrenamos.

Es necesario re aprender a confiar teniendo el conocimiento de estos desórdenes.

Es necesario sanar traumas pasados.

Pero todo esto no va a impedir que las personas abusivas y explotadoras intenten nuevamente aprovecharse de ti, porque viven de la explotación de los demás. Lo más importante es no dejarles entrar en tu vida y para eso tenemos que aprender a reconocer su modo de operar.

Por último, recuerda: LA CAUSA DEL ABUSO NO ERES NI FUISTE TÚ. LA CAUSA DEL ABUSO ES LA PERSONA QUE DECIDIÓ ABUSAR DE TI, PARASITARTE, ROBARTE TODO LO BUENO Y DEJARTE, DIFAMÁNDOTE PARA QUE NO PUEDAS DENUNCIARLE. CUANDO YA NO TENÍA NADA MÁS QUE SACAR DE TI.

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La invalidación como arma de destrucción

Mi publicación (7)

¿Qué es la invalidación?

La invalidación es el comportamiento por el cual una persona te hace sentir, con palabras, gestos o actitudes que tus sentimientos o tus creencias son invalidas.

¿Estos significa que si alguien te dice que algo insensible o desagradable es siempre abuso?

No necesariamente. Muchas veces las personas que no comprenden nuestra situación o desconocen sobre una problemática pueden invalidarnos y hacernos sentir mal, pero sin la intención de dañar, además suelen ser hechos aislados. Por ejemplo, es muy común que quienes no tienen hijos a veces critiquen una decisión sobre crianza sin haber estado nunca en esa situación, luego, cuando tienen hijos se dan cuenta que pudieron haber sido un poco duros. Esto es molesto, puede incluso ser triste, pero no necesariamente constituye abuso. Tampoco es abuso cuando alguien que te quiere bien, que siempre te ayuda y alienta, te llama la atención sobre un comportamiento tuyo equivocado. Cuando lo haga, tratará de decirte lo que piensa con tacto y sin que te sientas mal.

¿Cuándo la invalidación se convierte en abuso?

La invalidación se convierte en abusiva cuando una persona sistemáticamente niega, minimiza o denigra tus sentimientos, tus pensamientos y tus creencias, en otras palabras, anula tu ser. En el caso de psicópatas y narcisistas la invalidación es el arma más potente para negarte como persona con derechos, para humillarte, para destrozarte la autoestima, para erosionar tu identidad, con el fin último de reducirte a cenizas, un proceso altamente abusivo, violento y doloroso que ocurre de forma solapada; los golpes físicos dejan huellas que cualquiera puede ver, los golpes a través de la invalidación constante son más difíciles de detectar.

¿La invalidación es algo distinto a otras formas de maltrato como la luz de gas, la proyección de culpa, el abuso verbal o el tratamiento de silencio?

La invalidación se hace a través de todas estas técnicas de abuso (utilizamos la palabra “técnica” porque para psicópatas y narcisistas estas conductas abusivas son estrategias deliberadas para abusar DE MANERA CONSCIENTE, ELIGEN QUÉ HACER PARA QUE TE DUELA Y TE HUMILLE MÁS). La invalidación se nutre de comentarios aparentemente inofensivos, de la luz de gas, de revoleo de ojos, de silencios agresivos, de supuestas “bromas”, de insultos dichos “con cariño”, etc.

¿Cuál es el objetivo de la invalidación para psicópatas y narcisistas?

El objetivo último de la invalidación es que creas que tú no vales nada, que no eres nadie, que no puedes esperar nada mejor de la vida que tener a esa persona abusiva a tu lado, que sufras, que te hundas. Les da placer controlar, destruir; sienten que tienen el poder cuando controlan a los demás a su antojo.

¿Qué ejemplos podemos dar de invalidación?

Es una lista extensísima, pero aquí tienes varios ejemplos que constituyen invalidación:

COMENTARIOS

  • Realmente exageras, no es para tanto, siempre lloriqueando
  • Dices cosas muy tontas, déjame ayudarte, por suerte me tienes a tu lado
  • Mira cómo los demás están elegantes, siempre me haces pasar vergüenza
  • Si tus amigos realmente te quisieran no te tratarían de alejar de mí. Te envidian.
  • No opines si no sabes, no estás a la altura de esa gente, mejor calla para no hacer papelones.
  • Eso no pasó, mientes.
  • Eres mala/o porque no piensas en mis sentimientos.
  • Buda/Jesús/Yahvé reprobaría lo que haces (esto es muy común en gente que saca de contexto frases de cualquier libro sagrado, lo manipula y lo usa en tu contra sabiendo que tú eres creyente).
  • Me extraña de una persona cómo tú, tan inteligente (el falso halago previo al golpe) crea en esas supersticiones.
  • Tratarte de cargosa/o cuando quieres una caricia o un beso.
  • ¿Quién te crees que eres? Nadie te va a querer excepto yo.

ACTITUDES Y GESTOS

  • Revolea los ojos, en especial delante de los demás, cuando comentas algo.
  • Se ríe de lo que dices, luego te dice que no tienes sentidos del humor cuando le pides que deje de burlarse.
  • Si lloras se tapa los oídos.
  • No te habla por días.
  • Si están en el coche, acelera al máximo cuando le comentas algo que no le gusta
  • Te saca la mano cuando le acaricias.
  • Regala tus cosas sin preguntarte porque estaban en su espacio
  • Te desprecia la comida que le preparaste o pone cara de disgusto cuando le entregas un trabajo (esto último es especialmente común en el trabajo o en el ámbito académico.9

¿Cómo se puede terminar con la invalidación?

Si la invalidación proviene de alguien que lo hace simplemente por desconocimiento es sólo cuestión de conversar, de aprender nuevas formas de relacionarse; pero si aun cuando ambas partes lo intentan, no sucediera, es mejor que pases menos tiempo con esa persona, aunque no lo haga adrede. Por el contrario, si la invalidación es constante y tú sientes que esa persona te está manipulando o hiriendo a propósito, si sospechas que pudiera tener un desorden de personalidad como el narcisismo o la psicopatía, lo único que hay por hacer es alejarte de forma completa, aplicar el contacto cero (o mínimo si tienen hijos en común) y comenzar un camino de recuperación de tu identidad, de tu sentido de la realidad y de tu autoestima.

NO TRATES DE MEJORAR LA SITUACIÓN. NO CAMBIAN, NO HAY DIÁLOGO POSIBLE, NO HAY TERAPIA POSIBLE, NO VAS A PODER SOSTENER ESE ATAQUE ENCUBIERTO CONSTANTE SIN QUE SUFRAS DAÑOS EN TU CUERPO, EN TU MENTE Y EN TU ALMA.

Shiva Shakti 2020

 

Su comportamiento calcado ayuda a detectarlos

Mi publicación (3)

Les compartimos un mensaje que nos hizo llegar una lectora, quien nos cuenta la doble epifanía que tuvo gracias a encontrar información en internet.

“El hijo de mi madrina, mi amigo desde la cuna, siempre tuvo conductas extrañas. Desde niño le interesaba todo lo escabroso, pero no le dimos importancia, ya que hay mucha gente normal, de buenos sentimientos que se interesa por la cultura gore. Fuimos creciendo y, ya de adolescentes, tenía actitudes con los animales que me llamaban la atención, parecía disfrutar cuando alguien hablaba de maltrato animal y siempre molestaba a mis gatos. Cuando yo lo increpaba por lo que le hacía a mis gatos me decía que estaba imaginando. También sabía que ocultaba cosas, me habían llegado rumores, pero nuevamente pensé que sería transitorio, que todos los adolescentes se desmadraban en algún momento, ya se le iba a pasar. Mi madrina era generosa, dulce, educada, me consta que crio a mi amigo (mi ex amigo ahora) dándole amor y buenos ejemplos. Cuando me casé y fui madre, varias veces noté que tenía comentarios despreciativos para con mi bebé, es más, una vez la tomó sin mi permiso y la llevó al balcón que, en ese momento, no tenía protección. Se la arranqué de los brazos, estaba muy asustada, él se rio y me acusó de tomarme todo a la tremenda. Eso fue un quiebre, por fortuna, mi amigo se fue a probar suerte a otro país. Para mí fue un alivio, para mi madrina, el comienzo de una gran tristeza de la que nunca se recuperó.

Mi amigo no la visitó más que una vez en 10 años y solo regresó por segunda vez cuando mi madrina estaba en su lecho de muerte. Durante el velatorio era notorio que mi amigo trataba de fingir tristeza, pero no le salía. En ese momento, tanto mi hermana, mi madre y yo, supusimos que se comportaba tan egoístamente producto de que estaba rodeado de mala gente y de su consumo de drogas.

Tiempo después, luego de que mi amigo volviera a partir, tuve una relación corta con un hombre que al comienzo era maravilloso, parecía, ya saben, pero terminó siendo un psicópata integrado. Tardé unos seis meses en darme cuenta, encontré información en la red que me salvó la vida. Mientras leía no podía salir de mi asombro, y fue un asombro por dos, porque no solo me di cuenta de que mi pareja era un psicópata, sino que mi amigo de la infancia también lo era. ¡Todas las piezas encajaban! Le conté a mi hermana y a mi mamá. Si bien fueron comprensivas, me insistían en que estaba llevando las cosas demasiado lejos. No me importó, con mucho dolor y angustia, rompí con mi pareja. También hice algo muy estúpido con respecto a mi amigo, pero no sé si me arrepiento: le escribí diciendo que ya sabía lo que estaba mal con él, que no le había importado nada de su madre y que sólo había regresado a mi país para arreglar la disposición de bienes de su madre, que estaba viviendo como un parásito del esfuerzo de toda una vida de su madre y de sus abuelos, que no tenía empatía y que era un psicópata. La respuesta que tuve fue un: “¿te sientes bien?”, seguida de un Emoji con carita sonriente. Después de eso lo bloqueé en todas las redes.

Con el tiempo, mi madre y mi hermana fueron entendiendo, ellas siguieron en contacto con mi amigo y fueron testigos de su mal comportamiento con otras personas, incluida su primera mujer. Ahora ya no me dicen que veo psicópatas en todos lados, saben que si detecto alguno o alguna, a la larga muestran la hilacha. Una mujer trató de estafar a mi hermana, le advertí lo que yo veía, por suerte, no se embarcó en ese negocio que arruinó a muchas otras personas. Creo que es importante prestar atención a nuestra intuición. Es cierto que en los primeros meses desconfiamos de todos, que estamos demasiado mal como para ver con claridad, en esos momentos conviene no apresurarse a juzgar, pero con el tiempo, el dolor se calma y podemos detectar a estas personas nefastas con mucha precisión. Realmente creo que cuando conoces a uno o una, conoces a todos. Cuando nos duele el estómago, cuando escuchamos una voz de alerta en nuestro interior, cuando algo nos da escalofríos, es mejor observar con cuidado y poner límites.

Fernanda”

Los prejuicios que ya no queremos oír

Mi publicación (29)

 

Estas cosas pasan todo el tiempo en las empresas, está en una tener cintura para esquivarlas, no, no, de ninguna manera te estoy responsabilizando a vos, no tiene nada de malo no estar canchera para manejarlas.

¿Levante la mano quien tiene cancha para manejar amenazas de muerte? Ah, por supuesto, James Bond y los ángeles de Charlie, pero yo no soy la espía favorita de Su Majestad, ni tengo alas y tampoco conozco a ningún Charlie. Soy un ser humano al que no le parece normal el acoso y las amenazas, en ningún ámbito.

Este tipo de comentarios comenzaron cuando pude vencer el miedo, cuando pude descifrar lo que estaba pasando. Supongo que vos también pudiste entender lo que te pasaba, de lo contrario, no estarías acá, leyendo, tratando de reconstruirte luego de que te hicieran pedazos. Ahora ves con claridad: cada gesto, cada palabra de la persona que te maltrató por meses, años o décadas, en tu casa, en la escuela, en la oficina, tienen explicación, se encuadran dentro del narcisismo o la psicopatía. Te duele cada poro de tu cuerpo, cada dendrita de tus neuronas, necesitás apoyo para recuperarte. Sin embargo, todavía sentís que caminás por un campo minado; hay cómplices, voluntarios o involuntarios, de la conducta abusiva, pero también, aún las buenas personas, esas que te creen, están formateadas con conceptos erróneos y prejuicios.

Cuando comencé a investigar, a colaborar con Sobreviviendo, a entrevistar a especialistas en el tema, fue como tirar de un hilo que trajo consigo un alud de otras revelaciones: una colega del laburo se dio cuenta de que su mamá era una narcisista tóxica; el patotero del colegio de mi hija era mucho más que un adolescente inseguro, era un maltratador que gozaba haciendo sufrir a los que le ponían un límite; el novio de mi amiga no actuaba por inconsciencia, era un psicópata que quería manipularla y controlarla. Pero estas personas que finalmente comprendían, no se beneficiaron inmediatamente de la verdad. Ana, ¿cómo podés decir eso? La verdad nos hará libres. Sí, claro que la verdad y la honestidad intelectual nos hacen libres, pero como decía Billie Joel en los 80: “la honestidad es una palabra muy solitaria”. Los sobrevivientes tuvimos que recuperarnos mayormente en soledad, porque a muy pocas personas les interesa la verdad o la honestidad de criterios, están cómodos en sus creencias, y lo que es peor, te las hacen caer con el peso de una roca en momentos en los que necesitás comprensión y empatía.

Todo lo que sigue, lo viví, en mí o a través de la experiencia de gente muy cercana. Estoy segura de que todas frases te van a sonar demasiado conocidas.

  • ¿No me vas a venir a decir que no se dio cuenta desde el comienzo?

Este prejuicio lidera el top ten de las desinformaciones. Si pedís el divorcio con orden de restricción y botón antipánico incluidos, un poco la culpa es tuya, te dicen, porque ellas o ellos, se hubieran dado cuenta a la segunda cita, porque son tan vivos, y vos tan bolud*. Antes me indignaba cuando lo escuchaba, ahora explico con tranquilidad como los psicópatas y narcisistas te imitan en espejo, si me quieren creer, bien, si no, también. Generalmente termino la explicación con una frase célebre de mi abuela: “nunca escupas para arriba”.

  • Pero seguro que exagera, su madre o su padre son encantadores, siempre saludan a los vecinos.

Sí, Ted Bundy, el Petiso Orejudo, Jack el destripador y Yiya “la envenenadora” Murano, todos saludaban a sus vecinos, es más, Yiya te invitaba a tomar el té. ¿Qué es esta pavada de decir que una persona exagera cuando relata que sus padres fueron abusivos o que su pareja era un maltratador, solo porque esa persona abusadora saluda en el día a día? Quienes dicen esto NO LEYERON NUNCA NADA ni de perversos, ni de narcisistas, ni de psicópatas, ni de sádicos, porque de lo contrario sabrían que sus máscaras sociales suelen ser agradables. Cuando te digan esto, recordales los casos de estos tristemente célebres “buenos vecinos”.

  • Si tardó en dejar la relación, es porque le gustaba.

Este es el prejuicio que culpa a las víctimas por excelencia, y está muy extendido, tanto que existen algunas versiones seudo psicológicas como: “probablemente sea un/a masoquista” “¡Y, seguro que es codependiente!” que se utilizan para reforzar la idea usando una falacia de autoridad. Para estas personas, todo el mal que puedan causar los abusadores es mínimo en comparación con la falta de velocidad en la reacción de quienes viven en el temor o la confusión constantes. Cuando escucho esta frase sobre cualquier persona, realmente me pongo muy protectora y seria, muy seria, no saben lo intensa que puedo llegar a ser cuando estoy seria. Con este prejuicio no negocio, primero me tomo el trabajo de explicar lo que es la vinculación por trauma y los ciclos  frío-calor (una vez lo tuve que hacer con una psicóloga que se vendía en internet como especialista en violencias de género), luego les aclaro que, de volver a escuchar otra vez lo mismo, voy a dar por terminada la relación, y si la cosa llegara demasiado lejos, al punto de dañar a la víctima, no descarto una presentación en el organismo que corresponda.

  • Es patético que un hombre diga que fue abusado en una relación, se puede defender

¿Te suena machista? Lo es. Los hombres que están en una relación abusiva, ya sea con otro hombre o con una mujer, sufren también la vinculación por trauma, la humillación, la triangulación, la violencia emocional y, en ocasiones, la física. Tienen disonancia cognitiva, no saben por dónde salir, y lo que es peor, cuando denuncian malos tratos, en comisarías u organismos, es común que los traten de poco hombre por “no saber defenderse”. ¿Qué se supone que debe hacer? ¿Devolver un golpe? Por un lado, queremos una sociedad menos violenta, pero desde el estado les decimos que se arreglen solos y pagando con la misma moneda. No es la idea. En varios países de Europa y en los Estados Unidos hay líneas de emergencia para varones abusados, sean por sus padres, familiares o parejas. Es un tema que merece un tratamiento urgente.

  • ¿No te parece que ves psicópatas integrados y narcisistas por todos lados?

Esta pregunta ya es un clásico, como la camisa blanca o el chocolate con almendras, pero no sienta bien, ni tiene nada de dulce. En un punto es entendible que una persona que tuvo la suerte de jamás tener problemas con un narcisista o psicópata no los detecte -que los cruza a diario es un hecho- solo piensa que su colega en el trabajo es simplemente un mal bicho o que la tía Azucena es una amargada manipuladora; pero quienes detectamos patrones comunes es imposible no verlos. Es matemática pura. Si una de cada veinticinco personas tiene un desorden narcisista o antisocial de la personalidad (lo que llamamos psicopatía o sociopatía) es claro que entre nuestros conocidos hay varios. A veces el ojo se vuelve tan afilado que los sobrevivientes descubrimos patrones psicopáticos entre figuras públicas, y cuando comparamos impresiones, ¡qué casualidad!, nos damos cuenta de que pensamos lo mismo sobre esa celebridad. No, no nos está faltando un jugador en la cabeza, tenemos un equipo de estrellas.

  • ¿Por qué no te olvidás?

¿Vos le dirías a una persona con diabetes que controle sus niveles de glucosa de una vez por todas? ¿O a alguien con depresión que se alegre y deje de molestar? Uy, pará, hay gente super desubicada que le dice eso a los que sufren de depresión, mala mía, pongo otro ejemplo, ¿le dirías a una persona con epilepsia que lo único que tiene que hacer es que deje de convulsionar y ya? NO, ni se te cruza por la cabeza decir eso, pero el problema es que hay tanto desconocimiento sobre las secuelas del abuso que ni siquiera nuestros seres más queridos entienden lo que es el estrés postraumático y lo que causa no solo a nivel psicológico sino a nivel fisiológico. El estrés postraumático se trata con éxito, se supera, pero lleva un tiempo, como lleva tiempo recuperarte de una cesárea o ajustar los niveles de las hormonas tiroideas cuando tenés hipotiroidismo.

  • No todo es blanco y negro, la mayoría tenemos un poco de manipuladores y mentirosos

Nadie en su sano juicio asegura que una mentira es un signo de psicopatía. ¿Quién no contestó alguna vez “está exquisito” para no herir a alguien que cocinó durante todo un día? Tampoco entra dentro de lo patológico que un adolescente manipule en alguna ocasión, por ejemplo, cuando nos promete que “esta vez sí voy a estudiar, lo juro” si le compramos una entrada para su banda favorita. Cuando hablamos de engaños, mentiras y manipulación en el contexto del narcisismo y la psicopatía nos referimos a la mentira y a la manipulación constantes sin sentir el más mínimo remordimiento. Por algún extraño motivo, no logro que ciertas personas entiendan la diferencia. Estoy llegando a la conclusión de que, o bien se niegan a aceptar que esto sea posible o, por el contrario, son personas que relativizan y normalizan este tipo de conducta porque les conviene. Esto último me hace ruido.

  • Estamos seguros de que nuestro alumno no vende droga y no es un patotero, viene de una buena familia, el padre es médico y la madre contadora

¿Algo no te cierra en esta frase? Me alegro de no ser la única que piensa así, sin embargo, es lo que me contestaron en el colegio de mi hija luego de que el maltratador que tenía a mitad de curso aterrado y a la otra mitad seducido, tomara a mi hija del cuello y la pusiera contra la pared. ¿Se supone que las personas con títulos universitarios no pueden tener hijos o hijas con desordenes como el narcisismo? ¿Quiénes serían los padres y madres criadores de psicópatas integrados? ¿Los que no terminaron el secundario? ¿Qué constituye una buena familia? Acá tenemos, además de una ignorancia profunda sobre psicología y neurología, un ostensible prejuicio de clase. La psicopatía y el narcisismo tienen una base orgánica además de ambiental; el nivel socio cultural no tiene NADA que ver con la aparición de estos desórdenes de personalidad, ocurren en todas las clases sociales y en todos los niveles educativos. De más está decir que ante semejante respuesta, cambié a mi hija de colegio.

  • Se están poniendo en víctimas

¡Qué dulzura de comentario! A ver, aclaremos esto. La palabra víctima significa según el diccionario: persona o animal que sufre un daño o un perjuicio a causa de determinada acción o suceso. Entonces bien, si sufriste abuso, sea físico, sexual, financiero, psicológico, laboral, escolar, etc., fuiste víctima de una acción nefasta, por lo que la palabra aplica en un 100%. Eso no quiere decir que permitas que la palabra te defina. La confusión viene de mucha retórica nueva era en la que se cree que si expresás algo malo que te sucedió estás recurriendo al victimismo. No, hablar de lo que nos pasó no es victimismo, el victimismo es algo que usan los psicópatas y narcisistas para dar lástima y despertar la empatía de las personas a las que piensa utilizar; expresar tu dolor, enunciar tu verdad al mundo, es justicia, y es lo que recomiendan todos los especialistas en trauma para sanar, es reconstruir el relato de nuestras vidas, es retomar el poder de nuestro ser más profundo. Quien prefiera usar eufemismos, quien le tenga miedo a las palabras precisas, quien crea que reprimiendo pensamientos hoy considerados negativos, va a tener una vida de abundante placer, lo felicito; pero yo necesito autenticidad, necesito decir las cosas como fueron, daños incluidos. Esta aceptación de la realidad, por dura que sea, lejos de victimizarme, me llena de fuerza y de futuro.

  • ¿Para qué hablar? ¿Por qué no esperar? ¿Por qué no antes?

Si hablás, porque hablás. Si tardaste en hablar, porque tardaste en hablar. Hagas lo que hagas, te van a criticar. Las estadísticas demuestran que los sobrevivientes de abuso no hablan inmediatamente, les puede llevar desde un año a treinta poder poner en palabras lo sucedido, dependiendo de la gravedad. Sin embargo, es muy común leer comentarios del tipo “y recién ahora declara, seguro quiere plata” cuando se tarda en contar lo sucedido, o “los trapos sucios se lavan en casa, tendría que ir a recursos humanos, arreglar una guita, ir a juicio nunca es bueno” si hace una denuncia inmediatamente. Contradictorio, ¿no? ¿Juicio si o no? ¿Resarcimiento si o no? En mi caso particular, nunca quise dinero, quería dejar en evidencia que había un predador actuando con absoluta libertad dentro de la compañía, lamentablemente la empresa prefirió encubrir, aun así, no me arrepiento. Recordá siempre que la elección es tuya, no permitas que nadie te calle, pero si preferís el silencio porque todavía no es tu momento, que no te fuercen a hablar. Lo primero es sanar.

Aquí voy a dejar de enumerar perlitas de terror, no quiero abrumarlos. Además, los tiempos están cambiando, estoy segura de que, en un futuro no muy lejano, van a desaparecer estos comentarios tan mala leche, tan desinformados y que no ayudan en nada. Para eso, es necesario que no los dejemos pasar; con paciencia, con tacto, podemos demostrar que esa información que manejan es errónea y, como al pasar, asegurarles que solo hace falta desarrollar un poquito de cintura para evitarla.

©Analía Daporta para sobreviendoasociopatasynarcisistas@blogspot, sobreviviendoapsicopatasynarcisistas@wordpress y facebook.com/comunidadsobreviviendoapsicopatasynarcisistas

Analía Daporta es una traductora y escritora que colabora con nuestro blog. Se especializa en traducir trabajos científicos y tiene dos libros publicados: Brújula (poesía) y Holograma (novela)

El cierre de las relaciones con psicópatas o narcisistas

Mi publicación (25)

El poeta estadounidense Charles Bukowski decía que en el amor se dice adiós con dignidad, no podríamos estar más de acuerdo con él; pero este no es el caso si la relación se da con psicópatas o narcisistas. El adiós que tendrás en esta situación será el más indigno y abyecto posible, por lo tanto, altamente doloroso para ti. Las personas con sentimientos y un mínimo de empatía, cuando llegan a la conclusión de que deben terminar una relación, tratarán de hacerlo sin lastimarte, tratarán de darte una explicación de esa decisión. Es más, en muchos casos, esa ruptura se hace de forma tan correcta, que luego del primer período de duelo, los miembros de esa pareja pueden llegar a entablar una relación amistosa cordial. Sin embargo, con psicópatas y narcisistas, esto no ocurrirá, no te quedes esperando un cierre racional o con algo de lógica; cuando no le sirvas de suministro, buscarán la forma más conveniente para ellos/as de descartarte, más aún, usaran ese quiebre abrupto, violento y sin sentido como un aguijón venenoso que irá liberando toxinas tiempo después de la separación. Lo saben, así lo eligen, no es una consecuencia involuntaria de un comportamiento “inmaduro”, es deliberado, planeado.

Pero acá estamos para ayudarte a remover el aguijón antes de que te siga intoxicando por años. Su remoción puede doler un poco, pero mucho más dolerá el continuo veneno de buscar razones a su comportamiento final. Los sobrevivientes tendemos a creer que vamos a encontrar una respuesta, una solución al enigma, la última pieza de un rompecabezas que nos dará algo de paz, un cierre que le de respuestas a un cerebro que evolutivamente está diseñado para buscar sentido y explicaciones. Ese cierre no existe con psicópatas y narcisistas, se robaron las piezas claves de ese rompecabezas. No obstante, producto de la disonancia cognitiva, insistes en repasar mentalmente las últimas horas de la relación, te aseguras de que este comportamiento retorcido debe tener causa. Lamentablemente, la única causa de ese comportamiento abusivo es que son personas que se creen con derecho a explotarte. ¿Necesitas más evidencias? ¿Demostró algo de cuidado en la forma en que te descartó? ¿Todavía crees que puedes explicar esos comportamientos nefastos? Analicemos algunos casos

TIPOS DE DESCARTES

• Estuviste con esa persona por muchos años, los últimos tiempos te dabas cuenta de que te engañaba todo el tiempo, se burlaba de tus dudas, te aseguraba que te amaba, sin embargo, rompió contigo por WhatsApp como si hubieran tenido una relación de una noche. No le molesta, no le importa, es como si todos esos años no hubieran existido.

• El último tiempo te enloqueció más que de costumbre, hacía cosas terribles para que tú te vieras forzada/o a romper la relación y así poder jugar a ser tu víctima. Esta estrategia es similar a la utilizada por algunos empleados que quieren que una empresa los despida e indemnice, para lo cual es necesario hacer todo mal. Y vaya si se esmeran en hacer todo mal cuando quieren que tú asumas el descarte que ya planificó por ti. Y prepárate, no dudes que dirá que tú fuiste cruel al romper.

• De un día para otro desapareció, no dejó rastros, no le importó siquiera que tienen hijos, no conoces su paradero.

• Luego de unas vacaciones en las que te idealizó, te dijo frescamente que conoció a alguien maravilloso, te culpó de descuidar su relación, e inmediatamente. se exhibió con esta persona por las redes. Sí, te llevó hasta el cielo, para que la caída te doliera más.

¿Te parece que esto es empático? ¿Lógico? ¿Digno? Visto de afuera es patético, desde adentro es un dolor desgarrador, en especial si tenemos en cuenta que las víctimas vienen de mucho tiempo de desgaste emocional por triangulación, luz de gas y humillación alternadas con bombardeo amoroso.

¿Y AHORA QUÉ?

Luego del descarte pueden pasar dos cosas: 1) que no vuelva nunca más, especialmente si sabe que en tu interior es lo que deseas, 2) si se entera que estas mejor, que estás feliz lejos de él/ella, es probable que vuelva a intentar reconquistarte. Es lo que se conoce como “hoovering”, un regreso a tu vida, no porque te eche de menos o porque haya recapacitado, es que no soporta que lo/a olvides, se creen dioses.

Si bien es natural que tu cerebro busque un patrón, una explicación coherente, es lo que los cerebros sanos tienden a hacer, desiste de buscar respuestas con narcisistas y psicópatas, no existen. Es difícil asumir que tienen un comportamiento deliberadamente dañino que responde a pulsiones muy destructivas que nuestras mentes empáticas no pueden entender. Lo que tú debes hacer es aceptar esta triste realidad y enfocar, no sin esfuerzo, tus pensamientos en ti, en tu sanación, y en fortalecerte para poder repeler algún intento posterior de reconexión. Cada minuto que dedicas a buscar una respuesta a su descarte o a buscar un cierre, hundes el aguijón un poco más dentro de ti; por el contrario, si sueltas ese anhelo de cierre, habrás sacado ese resto tóxico diseñado para envenenarte a distancia.

Un último consejo, si tienes hijos, recuerda que, si bien el contacto cero es algo que debes defender, tienes derecho a que colabore materialmente con la crianza y existen leyes que garantizan el acceso a ese derecho. No te involucres personalmente, en todos los países hay profesionales legales estatales o de ONGs que te pueden ayudar a reclamar ayuda alimentaria para tus hijos sin exponerte al contacto.

Se fueron, que no vuelvan.

Tu nueva vida comienza ahora.

ShivaShakti 2020

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Calumnias: la estrategia abusiva del final

Lograste dejar a tu pareja psicópata, irte a vivir solo alejándote de tu madre narcisista, o pedir un traslado a otra área para no soportar a tu jefe maquiavélico. ¡¡¡¡Felicitaciones!!!! Pero este primer paso absolutamente necesario para escapar del abuso y el maltrato no es gratuito. Narcisistas y psicópatas no toleran no ser el centro de atención y destrucción, no van a dejar que busques la felicidad tan fácilmente. ¿Cómo tratarán de impedirte una nueva vida? Con calumnias y difamación.

No es nuestra intención desmoralizarte sino prepararte para lo que vendrá y que te mantengas fuerte frente a la desesperación que vivirás al escuchar mentiras aberrantes en tu contra, peor aún, ver que amigos, familiares y colegas creen esas mentiras tan bien elaboradas. La última etapa del abuso narcisista y psicopático consiste precisamente en dañarte a través de la difamación deliberada, también conocida como “asesinato de personalidad”, y la vas a superar, como superaste todo lo anterior. Una vez que esta etapa ceda, serás finalmente libre, el/la psicópata se habrá aburrido, especialmente si reaccionas con inteligencia y se irá a buscar, lamentablemente, otras víctimas a las que depredar.

La difamación nunca comienza luego del alejamiento o la ruptura, comienza mucho antes, psicópatas y narcisistas van abonando el terreno de la difamación previendo que la situación pueda resquebrajarse. Cuando vea que tú ya sospechas irá plantando la semilla de la duda entre tus conocidos, cosas como: “creo que ella me es infiel” (él es quien te es infiel con cuanta persona se le cruza en su camino), “mi hijo no cuida de mí” (ella jamás cuidó de ti ni de tus hermanos); “creo que ella reveló información crucial de nuestra empresa a la competencia” (tu jefe es el que hace espionaje industrial). Estas mentiras preventivas tienen por finalidad instalar la duda sobre tu persona, luego, cuando realmente te alejes, todos pensarán que lo hiciste porque realmente eras infiel, o no te importaba tu madre, o por tu mal desempeño en la empresa. Por supuesto que el/la psicópata seguirá machacando con sus mentiras sobre ti y llorará haciéndose pasar por tu víctima por un tiempo largo. Esta estrategia le es útil doblemente: 1) a ti te lastima de la peor manera imaginable, y 2) él/ella crea una cortina de humo para que nadie vea que en realidad sigue engañando, maltratando y cometiendo delitos. Los monos voladores están demasiado entretenidos culpándote como para ver que están siendo usados como co-abusadores por el/la psicópata o narcisista.

¿Y qué se puede hacer para evitar esto?

Como primera medida, trata de no perder la calma ya que lo que quieren es que caigas en su trampa, te desesperes, y respondas con nervisosismo o agresión, lo cual les vendría de maravillas para probar la idea que instalaron de que no eres una buena persona. Esto no quiere decir que debas callar o aguantar en silencio sus calumnias, esto no haría más que envalentonar a el/la maltratador/a y a sus peones; tienes que poner límites con inteligencia. Esto nos lleva al segundo punto, explica tu situación a las personas que realmente te interese mantener en tu círculo, con claridad y en forma concisa, no los llenes de detalles o tecnicismos para que no haya malos entendidos, solo adviérteles que esa persona no es lo que parece, que es abusiva, que tiene rasgos psicopáticos y narcisistas, aclárales que entiendes que ellos puedan no creerte ahora por lo convincente que suenan sus mentiras, pero que algún día, constataran lo que tú dices con sus propios ojos, proporcionales evidencias si las tienes, especialmente cuando se trata de tu trabajo o profesión, y luego no vuelvas a hablar del tema, si repites demasiado tu historia podrías perder credibilidad, te acusarán de obsesivo/a. En tercer lugar, ten cuidado qué información revelas, cuánta y a quién; en este momento en el que esa persona te difama y triangula a todos contra todos, es probable que haya reclutado a gente que haga de informante, y estas personas pueden ser incluso tus propios familiares que cayeron seducidos por sus halagos y mentiras. No comentes demasiado a nadie, recuerda que cuando hay psicópatas de por medio, todo puede ser utilizado en tu contra. Finalmente, si la difamación y las calumnias llegan al extremo del acoso laboral o ponen en riesgo la tenencia de tus hijos, busca patrocinio legal, no esperes a que la situación se desborde, muchas dependencias estatales ofrecen abogados en forma gratuita para casos de acoso o violencia y hay también muchas ONGs que pueden ayudarte.

Aún teniendo todos estos cuidados y procediendo con cautela, debes saber que nunca se sale ileso de la mira de un/a psicópata o narcisista, siempre hay pérdidas y daños, son un tsunami de maldad. Entonces, permítete llorar por los amigos que no te crean, por los familiares que te den la espalda, por los trabajos que debas abandonar para salvarte de la violencia psicológica y/o física. Entendemos el dolor que sientes, la soledad de tu verdad; por favor no bajes los brazos. Tendrás nuevos amigos, conocerás personas que te entenderán lo que te pasa, obtendrás nuevos trabajos, llamarás familia a quien merezca ese término. Esto también pasará. Mientras tanto, hagamos correr la voz, cuantos más seamos los que identificamos este tipo de abuso, será mucho más difícil para psicópatas y narcisistas encontrar público que quiera escuchar calumnias.

ShivaShakti 2019

El fin de psicópatas y narcisistas es vulnerar todos tus límites

Luego de la fase de bombardeo amoroso y de imitación en espejo, la acción del perverso narcisista sobre su víctima consistirá esencialmente en inhibir y controlar su pensamiento. Esta es la fase en la que alternará abuso encubierto (gaslighting, mentiras, tratamiento del silencio, críticas) con vueltas a la etapa de luna de miel. En la fase siguiente (la de descarte, sea sutil y lenta, o rápida y agresiva), le provocará sentimientos, actos y reacciones mediante mecanismos de provocación).

Si la víctima tiene suficientes defensas como para jugar al juego del sociópata impone una lucha perversa que sólo se terminará con la rendición de la víctima ya que es mentalmente extenuante. Es por eso que lo que se recomienda es cortar todo vínculo con ellos de forma inmediata y definitiva.

El perverso intenta que su víctima actúe contra él para poder acusarla de «malvada». Lo importante para él es que la víctima parezca responsable de lo que le ocurre. El agresor utiliza una debilidad de su víctima —una tendencia depresiva, histérica o enferma— para caricaturizarla y conseguir que ella misma se desacredite. Hacer caer al otro en el error permite criticarlo o rebajarlo, pero, sobre todo, se le proporciona una mala imagen de sí mismo y se refuerza su culpabilidad.

Cuando la víctima no controla suficientemente la situación, basta con cargar las tintas en la provocación y el desprecio para obtener una reacción que luego se le podrá reprochar. Por ejemplo, si su reacción es la ira, se procura que todo el mundo se dé cuenta de ese comportamiento agresivo, de tal modo que hasta a un espectador exterior se le pueda ocurrir llamar a la policía. Los perversos llegan incluso a incitar al otro al suicidio: «Pobrecita mía, no tienes nada que esperar de la vida, no entiendo cómo no has saltado todavía por la ventana». Después, al agresor no le cuesta nada presentarse como una víctima de una enferma mental.

Frente a alguien que lo paraliza todo, la víctima se siente acorralada y en la obligación de actuar. Pero, obstaculizada por el dominio al que está sometida, sólo puede hacerlo mediante un arranque violento en busca de su libertad. Un observador externo considerará como patológica cualquier acción impulsiva, sobre todo si es violenta. El que responde a la provocación aparece como el responsable de la crisis. Para el perverso, es culpable, y para los observadores externos, parece que sea el agresor. Lo que éstos no ven es que la víctima se encuentra acorralada en una posición en la que ya no puede respetar un modus vivendi que para ella es una trampa. Tropieza con un doble obstáculo y, haga lo que haga, no puede salirse con la suya. Si reacciona, aparece como la generadora del conflicto. Si no reacciona, permite que la destrucción mortífera continúe.

El perverso narcisista obtiene tanto más placer al atacar la debilidad de su víctima, o al desencadenar su violencia, cuanto que esto la conduce a autocondenarse y a no sentirse orgullosa de sí misma. A partir de una reacción puntual, se la etiqueta de alcohólica o de suicida. La víctima se siente desarmada e intenta justificarse como si fuera realmente culpable. El placer del perverso es doble: primero, cuando engaña o humilla a su víctima; y luego, cuando evoca delante de ella la humillación. La víctima, entonces, vuelve a caer en la trampa, mientras que el perverso narcisista aprovecha de nuevo la situación, preocupándose, sin confesarlo, de presentarse otra vez como víctima.

Puesto que no se ha llegado a decir nada y no se ha realizado tampoco ningún reproche, no es posible presentar ninguna justificación. Con el fin de encontrar una salida de esta situación imposible, la víctima puede caer en la tentación de comunicarse, ella también, mediante manipulaciones y guardando silencio sobre algunas cosas. La relación se vuelve entonces equívoca: ¿quién es el agresor y quién el agredido? Para el perverso, lo ideal es que se acabe identificando a su víctima como «malvada», de tal modo que esa malignidad se convierta en algo normal, que todo el mundo asume. El perverso intenta inyectar su propia maldad en su víctima. Corromper es su objetivo supremo. Y alcanza su máximo placer cuando consigue que su víctima se vuelva también destructora, o cuando logra que varios individuos se aniquilen entre sí.

Todos los perversos, ya sean psicópatas o narcisistas, intentan atraer a los demás hacia su propio registro para luego conducirlos a pervertir las reglas. Su fuerza de destrucción depende en gran medida de la propaganda que difunden para mostrar a los demás hasta qué punto su víctima es «malvada» y por qué resulta, por lo tanto, razonable llamarle la atención. A veces lo logran, y consiguen asimismo la colaboración de aliados a los que también manipulan mediante un discurso que se basa en la burla y en el desprecio de los valores morales.

Para un perverso, el mayor fracaso es el de no conseguir atraer a los demás al registro de la violencia. Por lo tanto, ésta es la única manera de atajar la propagación del proceso perverso.

Hay que llegar a la convicción de que es posible salir, que las heridas pueden quedar perfectamente restañadas. Una herida no es un destino. Y luego hay que caminar en la dirección adecuada.

Para que el maltrato acabe no basta con la interrupción de todo contacto, hace falta luego superar sus devastadores efectos como son la destrucción de la reputación y sus contactos para herirnos. Para superar la disonancia cognitiva y el dolor post abuso es preciso recuperar la confianza en sí mismo y salir en busca de personas sanas en las que podamos confiar. No es fácil, ciertamente. Pero es posible. Estas personas existen. En palabras de Boris Cyrulnik uno de los mayores expertos en recuperación de situaciones traumáticas: “Hay personas y asociaciones que desempeñan esta hermosa y tremenda tarea de curación, de salvamento físico y psicológico, de renacimiento moral. Hay personas y organizaciones que dedican su vida a tender la mano a quienes están en un profundo foso de dolor y de humillación. Llegan a ellos para hacerles vivir el poder de dar y recibir, de cuidar y ser cuidados”.

Cómo identificar a los psicópatas cotidianos por el Dr. Marietán

Transcribimos acá un reportaje al Dr. Marietán de Argentina. Aclaramos nuevamente que en este blog cuestionamos el término “complementario” que el Doctor utiliza para referirse a las víctimas porque muchas personas lo malinterpretan al presumir que la víctima es en gran parte culpable del abuso. En el resto del mundo científico se habla de personas que debido al lavado de cerebro del psicópata padecen síndrome de Estocolmo doméstico. Verán también que en el reportaje, Marietán asegura que la psicopatía es una forma de ser, no un trauma ni una enfermedad. En esto queremos ser cautos ya que la ciencia ha probado que no es una enfermedad de la que no son conscientes como así también que en muchos casos no hay traumas que expliquen su comportamiento pero sí han descubierto que a diferencia de las personas que no padecen este desorden, los psicópatas tienen una amigdala cerebral mucho más pequeña. Curiosamente las personas que se encuentran en el polo opuesto, los altruistas, tienen una amígdala mucho más grande que el común de la población. Habiendo aclarado esto les dejamos un reportaje sin desperdicios y muy esclarecedor.

¿A qué llamamos psicópata o psicópata cotidiano?

Un psicópata es una persona. Hago un alto acá. Porque varios de los damnificados por la relación con un psicópata no lo llaman “persona”, ni mucho menos. Por lo general se refieren a él como “el gran h de p”.No vamos hablar acá del psicópata exacerbado: el asesino serial, el violador secuencial ni el perverso intenso. Sino que hablamos del que he llamado “el psicópata cotidiano”: el que ejerce su psicopatía en la pareja, en la familia, en el lugar de trabajo, en el club. Aquel que muestran sus rasgos psicopáticos y no son señalados como asociales.

Pero, subjetividades aparte, es una persona. Con mayor precisión diremos que es una forma especial de personalidad. Una manera de ser en el mundo que se distingue del grueso de la población. ¿Por qué característica? Por tener necesidades especiales y cosificar a las otras personas.

Es propio de la naturaleza de los seres vivos tener necesidades: necesitar de lo externo para sobrevivir (nutrientes, resguardo, reproducción, y demás). Pero las necesidades comunes son consensuadas y comprensibles. Es decir, la inmensa mayoría las comparten: necesidad de alimento (y un modo de hacerlo), necesidad de los otros (por seguridad, por debilidad individual), y otras. Estas necesidades las entendemos (intelecto) y las comprendemos (empatía y vivencias similares). Son necesidades típicas, comunes.

Entonces, ¿qué sería una necesidad atípica? Preferir como alimento la carne humana (canibalismo) en un espacio y tiempo culturalmente inaceptado. La exacerbación del poder. Ejercitar el sexo (sexuar) con infantes o sin el consentimiento de la otra persona (violación), por poner sólo algunos ejemplos.

¿Y la cosificación?

Es quitarle la jerarquía, el valor de persona del otro y tratarla como una “cosa”, como algo que se usa y se tira, como algo sobre el que se permiten maniobras y manipulaciones que serían indignas en una persona.Sobre una cosa se puede hacer cualquier acción sin el displacer interno (culpa) por las consecuencias de esas acciones. Es un tipo de impunidad interior que tiene el psicópata. Un juez benevolente que prioriza las necesidades del propio psicópata por sobre las consecuencias negativas sobre las otras personas. “El fin justifica los medios”, anuncia este juez maquiavélico.

Y ésta es una de las claves para acercarnos, al menos un poco, a entender intelectualmente cómo funcionan estas personas especiales: tú, el que está con el psicópata, no eres tratado como un igual a él, sino como algo inferior, desechable, indigno, como una cosa.Grandes son los lamentos de los complementarios (los que conviven con psicópatas) al darse cuenta de que no son tratados como personas, ni como mujeres, ni, a veces, como meras hembras, sino que llegan a ser “casi nada” para el psicópata que ve en ellas solo la utilidad para sus fines y sus objetivos transitorios.

¿Cuántos son?

Está, más o menos, calculado, siendo optimistas, que los psicópatas son el 3% de la población. Sobre una base, en Argentina, de 40 millones, serían unos 900 mil.

¿Todos varones?

No. De esos 900 mil, la relación es de 3 hombres a 1 mujer. O sea que contamos con unas 300 mil psicópatas.

Rasgos

1) Los psicópatas trabajan siempre para sí mismos.

A veces fingen ser altruistas, generosos, desprendidos. No confundirse: están invirtiendo, en algún momento sacarán el jugo a esas relaciones y a esas dádivas. Hemos tenido las experiencias de políticos esforzados “por la patria”, “por la recuperación del ser nacional”, “por la patria grande”, “por los desposeídos”, todos objetivos muy gregarios pero, hilando fino, sólo estaban trabajando por cumplimentar sus necesidades especiales.

2) El psicópata no realiza acciones psicopáticas en el 100 % de sus conductas.

Esto confunde mucho a los comunes que creen que un psicópata deber mostrarse constantemente en conductas atípicas o asociales. No. Al contrario. La mayoría de esas conductas son adaptadas y sólo en un pequeño porcentaje se muestra como psicópatas y no con cualquiera sino que…

3) El psicópata muestra su psicopatía con el complementario (el que convive con él), con otro psicópata (cuando se asocian para lograr un objetivo —bandas de delincuentes, partidos políticos, empresarios—), y actúa sobre personas comunes (cuando las viola, las asalta, las estafa, etc.).

4) Es de difícil identificación

Por lo general, pasan desapercibidos. Algunos son gentiles, amables, tienen el “don de gente”, son seductores, hasta fascinantes (los hay también muy desagradables). Y ejercen su psicopatía solapadamente en ámbitos separados de sus lugares habituales.

5) Suelen ser bifrontes

Cual dios Juno, presentan dos caras: una frente a los complementarios y a su familia, y otra frente al resto de la sociedad. Suelen ser tiránicos, déspotas, agrios, callados con su familia y sociables, agradables y solícitos frente el resto de las personas. De tal forma que los “amigos” externos a la familia, no dan crédito cuando un complementario o un hijo de psicópata les cuenta cómo es el comportamiento dentro de la familia del psicópata.

6) Convencen

Suelen ser carismáticos y seductores. Convencen a los demás, a veces francamente los fascinan para que sigan sus proyectos o sus intereses. Las herramientas que usan son: una perspicacia especial para captar las necesidades y debilidades del otro, la capacidad de “expandir” la libertad en el reprimido, la mentira (son verdaderos artistas de la mentira), la coerción, la actuación (son actores natos).

7) Minan la autoestima del otro

Trabajan cual escultor tallando todos los valores del complementario hasta eliminar, muy de a poco, todos los valores que lo sustentan como persona (la dignidad), hasta convertirlo en un ser dependiente y demandante de los caprichos del psicópata (un esclavo).Esto es un “proceso”, nada agudo ni torpe. Se hace con lija fina, pero constante y sin pausa. Y la mayoría de la veces el complementario no es consciente de la profundidad de su deterioro como persona. Ante la alarma general de su familia de origen, de sus amigos, que le ponen sobre aviso del desastre, el complementario hace caso omiso de las advertencias y sigue obnubilado tras el mandato del psicópata quien, a sabiendas de esto, lo que hace es llevarlo a un…

8.) Aislamiento

El psicópata aísla al complementario y a toda su familia. Toda persona que puede interferir en su poder interno es descalificado, menospreciada (sutilmente, desde luego) hasta que el complementario “se da cuenta” de que esa persona es negativa para él. Así se va quedando sin amigos, primero, luego sin relación con los hermanos ni con sus padres, y su único sostén es… el psicópata.

9) Uso y abuso

Llegado a este punto, el complementario ya está preparada para el uso y abuso por parte del psicópata quien, ahora sí, muestra su cara más desagradable y tiránica, pero ya no tiene a nadie que lo pueda confrontar.

10) Un largo sueño

La relación psicópata–complementario hunde su anclaje en lo irracional. Nada lógico puede explicar esta unión. Sin embargo, es muy sólida y reincidente. La persona sometida a un psicópata parece sumida en un largo sueño, un vaho de irrealidad nubla todo lo relacionado con lo negativo de la relación. Aquí los argumentos de los ajenos al circuito psicopático chocan con una barrera incomprensible, puesta por el mismo complementario que se queja, pero daría su vida por seguir con el psicópata.

¿Cuándo un terapeuta puede incidir terapéuticamente sobre la psicopatía un psicópata?

Nunca.

¿Cómo tan categórico?

Muy sencillo. La psicopatía es una manera de ser. No es una enfermedad. Ni siquiera es algo adquirido por malos tratos infantiles, es decir, no es algo aprendido. Es así. La historia de este tema muestra ejemplos de todo tipo de terapias, y el resultado es el mismo. Siguen siendo lo que son.

¿Pueden modificar su conducta?

Sí, si eso los va a beneficiar en algo. Por ejemplo, si han cometido un delito y fueron encarcelados pueden actuar de “presos modelos” porque saben que eso les reduce la pena un 30 %. Pueden asistir a terapia porque el complementario, cuando es huésped y el psicópata es parásito, le exige que lo haga. En fin, cuando le conviene.

¿Cuándo el terapeuta puede asesorar al que funciona como complementario?

 

Cuando el complementario se agotó en la relación (el efecto del psicópata sobre el complementario es como el de un vampiro energético: chupa las ganas, el ánimo del complementario quien suele parecer un “anémico” por lo desgastado). Cuando el psicópata lo deja por otro. Pero, nada se puede hacer cuando el circuito psicopático está vigoroso y el complementario duerme el sueño de los esclavos.

El Dr.Simon brinda nuevas herramientas para el tratamiento de pacientes con narcisismo y psicopatía.

El doctor en psicología George Simon ha dedicado su vida al estudio y tratamiento de los trastornos de personalidad (narcisismo, psicopatía o trastorno antisocial, histriónico, borderline, etc.). Ya hemos comentado en este blog algunos aspectos de su libro “En piel de oveja”.  En esta entrada nos dedicaremos a compartir algunos puntos interesantísimos de su libro “Character disturbance: the phenomenon of our age” (Trastorno de personalidad, fenómeno de nuestro tiempo). Este libro apunta a los profesionales de la salud mental, aunque es igualmente esclarecedor para parejas, familiares, colegas y docentes de individuos con estos desórdenes tan destructivos para los que los rodean.

En esta obra intenta demostrar que las terapias tradicionales, que la mayoría de los psicólogos y psiquiatras han aprendido y utilizado en sus carreras con éxito en distintos desórdenes neuróticos  e incluso psicóticos, no funcionan en los desórdenes de personalidad tipo B. Por el contrario, tratar de aplicar estas terapias a estos pacientes es altamente contraproducente ya que el terapeuta puede terminar siendo un facilitador de sus conductas dañinas. Las aproximaciones terapéuticas tradicionales consideran que el paciente daña a los demás por un sentido de inferioridad que enmascara detrás de una creencia compensatoria de grandiosidad. Simon demuestra con casos, con estudios y con técnicas sofisticadas de diagnóstico que éste no es el caso. A excepción del narcisismo de origen neurótico traumático (que según su experiencia clínica su proporción es ínfima en comparación al narcisismo comúnmente llamado maligno) todos los que padecen los distintos trastornos de personalidad tipo B realmente piensan que son mejores que el resto de la sociedad y que las demás personas son solo peones en su juego de poder y hedonismo los cuales merecen el maltrato y el engaño por ingenuos. Tampoco mienten y engañan por miedo o vergüenza  al reconocerse distintos. Simon asegura: “Los terapeutas formados tradicionalmente, como también la mayoría de nosotros,  individuos relativamente neuróticos, solemos pensar que estas personas con desordenes de personalidad actúan así por miedos o inseguridades inconscientes. Estos temores o inseguridades simplemente NO EXISTEN en ellos. Se malinterpretan sus comportamientos y sus motivaciones.  Se  enfocan así sus desórdenes  en forma errónea. Muchas personas consideran inimaginable que haya seres que simplemente no caen dentro de patrones neuróticos comunes, aun los severos, lo que llamamos normalidad. Es así como los psicópatas logran atacar a sus víctimas sin que estos sean conscientes del daño porque se auto engañan al considerar que es imposible que estén lidiando con predadores sin corazón, desprovistos de toda empatía humana,”

Simon insiste en que los terapeutas que quieran mejorar la conducta y la empatía de estos individuos (Simon afirma que con terapias cognitivas conductuales se logran mejorías importantes dependiendo del diagnóstico del paciente) deberían olvidarse de intentar que el individuo se haga consciente de su desorden sin provocar angustia como lo harían con un paciente con otra sintomatología. Hay dos motivos por los cuales esto es erróneo:  primero, su mal comportamiento para con el resto del mundo no los angustia en absoluto  y, segundo, son plenamente conscientes de lo que son y de lo que hacen, tal es así que una característica común es que se jactan de ello. Sostiene: “es importante recordar que estos individuos con desórdenes de personalidad son plenamente conscientes de sus comportamientos problemáticos. No solo saben exactamente lo que están haciendo sino que también conocen sus motivaciones”.

Asegura que el enfoque terapéutico debe ser frontal, es decir partiendo desde la premisa que el psicólogo o psiquiatra sabe lo que su paciente hace, sus técnicas de manipulación, su desplazamiento de culpa sobre otros, etc. El terapeuta le hará notar esto poniéndole nombre cada vez que utilice alguno de sus trucos. El médico o psicólogo no se enganchará en ellos, preservándose y al mismo tiempo estará aplicando correcciones a su modo errático de pensar y proceder. Para ilustrar su punto, escribe sobre el caso de un médico  que entró a trabajar en el correccional en el que Simon era el líder del equipo. En uno de los primeros casos con el que trabajó, el joven psiquiatra se compadeció de la historia de abuso de una de las internas (que era falsa y  quien por cierto venía de una familia normal) y de sus trastornos de ansiedad masivos, de su depresión. El joven le recetó todo tipo de medicamentos dado su estado de desesperación. Cuando Simón  supervisó su caso, le explicó que esta paciente no sufría de ninguno de estos problemas. Días después el psiquiatra  comprobó como ella se burlaba de él frente a sus compañeros a los que les había vendido los medicamentos psicoactivos.  Simon insiste con la consciencia emocional y cognitiva que el terapeuta, o cualquier otra persona que tenga trato con ellos, debe tener para no caer en sus trampas: “Cometemos un gran error cuando presumimos que sus palabras de arrepentimiento o sus lágrimas de cocodrilo nacen del remordimiento. Algunas de estos trastornos llegan a ser tan severos que muchos fingen  convincentemente un arrepentimiento que parece real.”

El libro es muy completo. Hace una explicación detallada de la diferencia entre desórdenes neuróticos, psicóticos y psicopáticos que aclara cualquier duda que los que no somos especialistas podamos tener sobre ellos; brinda nuevas herramientas y enfoques terapéuticos para los trabajadores de la salud, incluyendo casos desgrabados muy interesantes; y deja una luz de esperanza para el tratamiento de muchos trastornos que si bien no son curables, sí serían mejorables aplicando las técnicas correctas que él sabiamente aclara son solo el comienzo y que nuevos enfoques son bienvenidos y necesarios por el impacto social que estos desórdenes tienen. Él, así como lo hace también Robert Hare, considera que un 40% de las depresiones y las ansiedades que la mayoría de la población sufre son atribuibles a abuso psicopático o narcisista no detectado. Si fuéramos conscientes de esto y tratáramos e investigáramos sobre el verdadero problema de base, mejoraría la salud de la  sociedad notablemente. Un libro altamente recomendable para especialistas en búsqueda de nuevos conocimientos como así también para las víctimas de estas personas con trastornos que todavía buscan respuestas a la triste experiencia vivida. Lamentablemente no parece estar traducido al español. Deseamos que alguna editorial tome nota de ésto dado que el libro ya lleva varias re ediciones en su idioma original por lo que creemos puede ser un éxito también en español entre los sobrevivientes que necesitan este material.

Hervey Cleckey y los rasgos de la psicopatía

Hervey Cleckey fue uno de los pioneros del estudio de los psicópatas integrados. Los 16 criterios que se mencionan abajo son del libro “La máscara de la salud” de 1941 y aún cuando ya hayamos hablado de las características desde la perspectiva de Robert Hare nos parece relevante mencionar a este investigador y sus principales hallazgos en nuestro espacio

Inexistencia de alucinaciones o de otras manifestaciones de pensamiento irracional.
Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones neuróticas.
Encanto externo y notable inteligencia.
Egocentrismo patológico e incapacidad de amar.
Gran pobreza de reacciones afectivas básicas.
Vida sexual impersonal, trivial y poco integrada.
Falta de sentimientos de culpa y de vergüenza.
Indigno de confianza.
Mentiras e insinceridad.
Pérdida específica de la intuición.
Incapacidad para seguir cualquier plan de vida.
Conducta antisocial sin aparente remordimiento.
Amenazas de suicidio raramente cumplidas.
Razonamiento insuficiente o falta de capacidad para aprender la experiencia vivida.
Irresponsabilidad en las relaciones interpersonales.
Comportamiento fantástico y poco regulable en el consumo de alcohol y drogas.

Un rasgo no determina la etiqueta de psicópata, deben reunirse un conjunto de ellos, de lo contrario pensaríamos que estamos rodeados de psicópatas. Los rasgos deben, además, ser persistentes y no ocasionales. No deben ser egodistónicos sino que pertenecen a la manera de ser de la persona. La intensidad y calidad del mismo debe ser evaluada a través de la conducta y del efecto en su entorno.
El psicópata en su accionar no es visiblemente 100% psicópata. No tiene una característica física que lo distinga, como buscaba Lombroso. Es uno como nosotros. Puede estar tomando apunte o dar una clase, ser un compañero de trabajo, un líder social. Sólo cuando actúa ‘psicopáticamente’ se lo puede reconocer. Tampoco son todos brillantes y exitosos, los hay errabundos y marginales; otros se manifiestan en un ámbito tan privado (perversiones) que, excepto para el complementario, es una persona común. Estamos de acuerdo con la creencia de que son pocos, algunas estadísticas señalan un 3% de los varones (1.050.000 accionando o en crecimiento, para nuestro país) y 1% de las mujeres (350.000).

Encanto superficial
No todos los psicópatas son encantadores, los hay anodinos, amargados, hoscos y algunos francamente repulsivos, otros inspiran temor. El grupo de los que utilizan el encanto corresponde más a los explotadores (estafadores, vividores, parásitos) que lo usan como un medio de captación. (véase manipulación)
Demuestra menor reacción afectiva.
Algunos autores dicen que hay menor demostración de ansiedad y gran tolerancia a la angustia en ciertas situaciones penosas para el grueso de la población. Pero (aclaran), funcionan a veces como ollas a presión, toleran una gran cantidad de angustia y después por hechos banales, fuera ya de la circunstancia de crisis, la descargan impulsivamente. A veces el psicópata, en situaciones extremas, conserva la calma, toma decisiones, acciona, se ajusta a las circunstancias y puede salir bien. Contaba una vez un profesor, por ejemplo, (hablando sobre las personalidades de acción) que un comisario entra a su departamento y se encuentra con un delincuente que le apunta con un arma. El policía, sin perder la calma, lo mira fijamente, lo paraliza, saca el revólver y le pega un tiro. Eran dos personalidades de acción (según el criterio de D. Liberman), pero una era más fuerte que la otra. Simplemente se limitó a mirarlo, luego lo mató. Si lo comparamos con un normal que entra a su casa y ve a un tipo con un revólver, la reacción puede ser muy distinta, tal vez pida por su vida, se arrastre por el suelo, “¿qué querés?”, “llevate todo”. Este no.
Vida sexual impersonal.
Esto significa que no hay un compromiso afectivo, no hay una resonancia afectiva con algunas parejas. Esto no quiere decir que el psicópata sea técnicamente un mal amante. Es más, muchos psicópatas son excelentes amantes desde el punto de vista técnico y utilizan esa habilidad para manejar a su pareja. El psicópata es aquel que puede copular con una anciana, de esas que uno mira y dice “no, con esa viejecita yo jamás, ni por un millón de dólares”, y sin embargo el psicópata es capaz de ejercer su técnica con cualquiera. Un paciente joven, me decía “me fui a Brasil y como no tenía plata para estar allá, iba a una calle muy conocida en Río de Janeiro donde paraban los taxi boys, me relacionaba con los homosexuales y les cobraba por el servicio”. Al preguntarle si no se sentía menoscabado en su sexualidad, por comercializar con homosexuales, él contestaba tranquilamente que ése era el instrumento y la forma que tenía para seguir en Brasil. A eso se refiere lo que dice vida sexual impersonal. Pueden ser grandes actores en el terreno afectivo y sexual. Por eso muchas mujeres caen en manos de sujetos que las usan económicamente (y para muchas mujeres psicópatas ese es su medio de subsistir).
Amenaza de suicidio
Como parte de la manipulación.
Razonamiento insuficiente
Es necesario aclarar algo, por un lado decimos que son inteligentes y por otro lado que tienen razonamientos insuficientes. Muchas palabras me va a ahorrar el caso del emperador del Norte, con su pavada de andar en el Salón Oval haciendo razonamientos insuficientes. Es muy simpático, muy agradable, muy inteligente, pero a veces tiene estos razonamientos insuficientes. Creo que es mejor conceptualizar esto como que el razonamiento es insuficiente para frenar ciertas apetencias.
No aprenden de la experiencia.
El psicópata aprende y mucho de la experiencia. Eso le sirve para manipular a los otros y conseguir sus metas. Alguien que no aprende de la experiencia queda siempre en el mismo lugar, anulado. No aprende lo que no quiere aprender, lo que va en contramano de sus principios y de sus necesidades. La repetición de un accionar calificado como erróneo desde el común responde a satisfacer necesidades profundas, incomprensibles para el que no esté en la piel del psicópata.
Incapacidad de amar
Creo que el psicópata ama, pero de manera distinta, o a cosas diferentes. Hay afectos del psicópata que son profundos, pero en las cosas que a él le interesan. Díganme si no han conocido a un fanático ¿ese afecto es superficial? Ese apego intenso hacia ciertas cosas, que a veces no son humanas o ni siquiera vivientes, un auto por ejemplo. Para lo que él considera de valor, la afectividad es intensa, como cualquier otra persona. Pero puede mantener contactosutilitarios, de ahí viene el tema de superficialidad afectiva mal descripta. Son contactos afectivos utilitarios, para conseguir algo. Aquí tenemos otra forma de la mentira que es la actuación. Actuar es mentir con el cuerpo. El psicópata puede actuar afectivamente en el sentido de hacer entrar al otro en el circuito psicopático a través de los afectos. Una vez utilizada la persona, se la deja a un costado. La persona dejada a un costado dice que el psicópata tiene una afectividad superficial, que no tiene capacidad de amar. Y es así, pero con ella.
Mentiras
El psicópata suele mentir, pero hay que distinguir la mentira banal de la mentira psicopática. El psicópata utiliza la mentira como una herramienta de trabajo más, está tan acostumbrado a mentir que es difícil captar cuando miente; son los que mienten mirando a los ojos y con una actitud relajada. No es que el psicópata mienta circunstancialmente y ocasional o esporádicamente para conseguir desligarse de alguna situación común o estándar. Sabe que está mintiendo, pero no le importa, no tiene la resonancia o displacer que uno siente cuando miente. Yo no lo llamaría mentira patológica. Nosotros le damos mucha importancia a las palabras y si estamos frente a un mentiroso ¿cuál es el valor de esas palabras? ¿Cuál es el grado de verdad de esas palabras? Tiende a cero. Si utilizamos la sobrevaloración de las palabras, caemos fácilmente en el circuito psicopático. Por eso no sirven las escalas de autoevaluación, ni el interrogatorio o la anamnesis. El psicópata dice lo queconviene decir o lo que se espera que conteste. El valor de lo que dice el psicópata debe ser colocado entre paréntesis. Si ustedes quieren evaluar al psicópata, lo importante es lo que hace. Evaluamos al psicópata a través de la conducta, de la acción. El psicópata puede mentir con la palabra o con el cuerpo cuando actúa o simula, y adapta la actuación a la persona que quiere captar. Así me contaba una madre que su hijo de 15 años le pedía las cosas con lágrimas en los ojos para enternecerla, y al padre, que se desesperaba por conseguir el afecto del hijo, lo manejaba con enojos y haciéndose el ofendido.
Comportamiento fantaseoso.
Los mitómanos priorizan las fantasías sobre algunas circunstancias reales.
El mitómano trata de adaptar activamente la realidad a su imaginación, a su personaje del momento, de acuerdo a la circunstancia. El mitómano es un fabulador que actúa su fábula y su mentira activamente en la sociedad. Puede convertirse en el personaje que su imaginación creó y hacerlo actuar en el medio real, generando en todos la sensación de que están frente a un personaje verdadero. Está el famoso caso de aquel mitómano que se hizo pasar por el hijo del Presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), Pérez de Cuellar. En una de nuestras provincias fue agasajado por toda la sociedad y tratado durante bastante tiempo como un personaje de alcurnia, hasta que finalmente, la madre, que era una mujer de Buenos Aires, encontró a su hijo y ahí se pudo revelar la verdad. Era simplemente una persona que no estaba relacionada para nada con Pérez de Cuellar.
El patrón de conducta que sigue el mitómano es establecido por su imaginación, no por la realidad y suelen mudar de personaje, no está siempre en el mismo personaje.
Droga, alcohol
Algunos necesitan de la sobre estimulación o el aturdimiento. Un paciente de 16 años me contaba que mezclaba distintas drogas como cocaína, marihuana y fármacos, no para sentir placer o estímulos, sino para aturdirse, para estar “como entre nubes”.
Se manifiesta en la adolescencia
Estas personas empiezan a manifestar su psicopatía desde la adolescencia. Como otros autores hemos observados que algunas características psicopáticas se manifiestan desde la infancia. Así recordamos el caso de un niño de dos años que estrellaba a sus gatos contra las paredes, logrando matar a uno de ellos. O bien el caso de una niña de siete años que borraba y volvía a escribir las notas de su libreta de calificaciones.
Necesidades distintas, códigos propios
Las acciones que realiza son, desde el punto de vista del psicópata, totalmente ajustadas a su escala de valores, a su criterio, por eso es que no tienen culpa. Si han tenido la oportunidad de estar con psicópatas, saben que si se les dice que hicieron algo mal, que hay cosas que no deben hacerse, les van a contestar “¿Y quién dice lo que está bien hecho y lo que está mal hecho? ¿qué es lo normal?”.
Tienen una forma particular de valoración. El psicópata tiene una escala de valoración que no coincide, a veces, con la escala de valoración general. No porque el psicópata desconozca la valoración general, es decir las leyes, no es un negado cognitivo, sino que antepone su escala de valores con respecto a la de los demás. Tal vez porque tiene necesidades distintas es que valora de diferente manera. ¿Cómo entender sino la apetencia desmesurada de poder, las rarezas en la sexualidad, la crueldad en el delito, la masacre innecesaria en el homicidio? ¿Y qué, si no es una necesidad, hace repetir el mismo accionar?
Inteligencia
En su mayoría son inteligentes.
El costo del objetivo
Tienen un objetivo y lo tratan de conseguir. El costo no es importante, lo importante es lograrlo pagando la menor factura.